Música clásica desde 1929

 

Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Festival San Lorenzo 2025 - por Paulino Toribio

San Lorenzo de El Escorial - 01/09/2025

Introducción

Hay veranos que suenan distintos, y hay lugares donde la música no solo se escucha, sino que se respira. El Festival de San Lorenzo ha sabido convertir las tardes de la Sierra en algo más que un refugio estival: en un escenario de encuentros, armonías, tradición y vanguardia. Trece propuestas, trece mundos, trece formas de mirar —y escuchar— el arte.

Aquí, cada concierto es una puerta abierta. A la ópera, al fado, a la zarzuela centenaria, al piano romántico rodeado de velas y a la recuperación histórica de nuestro patrimonio musical. A la música de cámara, a la palabra poética, a las músicas que cruzan fronteras o reviven la memoria. Y todo ello en espacios que son historia viva: auditorios, capillas, minas recuperadas y plazas con alma.

Variedad, sí. Heterogeneidad, sin duda. Pero también una inspiración que trasciende lo programático y convierte el festival en un fenómeno difícil de obviar: por su ambición, por su riesgo, por su capacidad para transformar una tarde cualquiera en un momento irrepetible. San Lorenzo ya no es solo un lugar ni una fecha: es una forma de escuchar el verano.

1. Carmen (versión concierto)

El Festival se inauguró con una apuesta segura y vibrante: Carmen de Bizet, presentada en versión de concierto por la Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid bajo la dirección de Óliver Díaz. Un clásico universal que desplegó su fuerza desde la célebre Habanera hasta el desgarrador dúo final, con una orquesta firme, ágil y compacta, un coro poderoso y un elenco de solistas de gran nivel: la mezzosoprano Ketevan Kemoklidze como una Carmen carismática y rotunda, el tenor Andrés Arturo Chacón en el papel de Don José, y la brillante Leonor Bonilla como Micaëla, entre otros. Una noche de ópera sin escenografía, pero no sin drama, en la que la música brilló por encima de todo y que supuso un arranque prometedor para esta edición del festival.

2. Clara Montes – Marinera en Tierra

Clara Montes, con su espectáculo Marinera en Tierra, aporta un toque colorista y una belleza profunda, arraigada en lo más esencial de nuestra tierra. Su voz, rica en matices y llena de emoción, trasciende en sus melismas los versos de un Rafael Alberti soñador y luminoso, convirtiendo cada canción en un viaje sensorial y poético.

Acompañada por el pianista y arreglista Chamo Díaz, versátil e imaginativo; el contrabajista Kiribati Gutiérrez; y la fina y delicada percusión de Malick Mbengue Arroyo—, Clara Montes crea un universo sonoro lleno de texturas y emociones.

Como artista, Clara Montes es cercana e íntima, pura en su expresión y sincera en cada nota. Durante el espectáculo, supo introducir al público en un ambiente recogido e inspirador, donde sus vivencias, sentimientos y anécdotas fueron compartidos y sentidos por su audiencia. Su capacidad para conectar con el público convirtió la velada en un espacio de sincera comunión artística y humana. Poesía, música, sentimiento, color y calor,

3. Tras la estela de Maese Falla

Un viaje por las figuras de Julián Bautista, Manuel de Falla y Federico García Lorca, entre la tradición y la vanguardia.

  • Manuel de Falla: Psiché (1924)
  • Julián Bautista: Catro poemas galegos (1946)
  • Falla: Canciones populares españolas (1914)
  • Lorca: Canciones populares antiguas (1933)
  • Juan Manuel Alonso / Lorca: Canciones de Lola la Comedianta (1998)

4. Fado Camoes

En Fado Camoes, Lina canta al autor luso, poeta nacional del siglo XVI, Luis de Camões, acompañada por la guitarra portuguesa de Pedro Viana, un músico inspirado y virtuoso.

El canto del amor universal que trasciende fronteras, tiempos y estilos.

Lina nos atrapa con una voz plena, emotiva, sugerente, cautivadora, plagada de contrastes, y nos canta versos del tipo:

Nunca se viu, nem se escreve
Boca nem graça igual,
Se não forma de coral
E os dentes cor da neve.

Y parece fusionarse con los textos y los amoríos de Camões.

5. Sherezade

Una cuidada selección de relatos de Las mil y una noches —desde las aventuras de Sherezade, Simbad el Marino, hasta Alí Babá— se entrelaza con la música de Rimsky-Korsakov en este espectáculo pensado para el público infantil. La Compañía valenciana Contrahecho Producciones ofrece una puesta en escena dinámica y atractiva, donde la violinista Sandra Alfonso y el pianista Paco Pérez Perelló despliegan un delicado diálogo musical que acompaña y enriquece la narración. La combinación de palabra, música e imaginación transporta a los más pequeños a un universo mágico, despertando la curiosidad y el asombro en cada historia.

6. David Gómez – 1 piano y 2000 velas

David Gómez, pianista y compositor de marcado carácter romántico y cinematográfico, presenta 1 piano y 2000 velas, un espectáculo donde el minimalismo musical se fusiona con una puesta en escena íntima y sugestiva. La combinación del piano con la tenue y cálida iluminación de miles de velas crea una atmósfera envolvente que invita al público a sumergirse en un viaje emocional y sensorial. 

7. “España, fantasía sinfónica”

En pleno agosto, con El Escorial a pleno ritmo turístico, se presentó en la impresionante Lonja del Monasterio de San Lorenzo esta obra que combinaba las destrezas del Ballet Flamenco de Madrid —que lució con brillantez su arte— con la música y dirección de Yuri Chugúyev, un director de estilo muy personal que, en ocasiones, sorprendió con gestos inusuales y hasta salió a escena para tocar la caja flamenca.

La Orquesta Ciudad de Alcalá, un conjunto juvenil, se enfrentó a una música “española” rica en contrapuntos y variaciones, pero apoyada en clichés y tópicos que dificultaron una interpretación más fresca y original. La escenografía, repleta de símbolos muy ligados a la identidad española —banderas, capotes de torero, y proyecciones de monumentos—, aportó una atmósfera nostálgica y rancia que recordó a producciones turísticas de antaño, lo que generó cierta sensación de desconexión con el público más exigente.

En conjunto, el espectáculo ofreció una mezcla de música, danza y tradición en un entorno incomparable, destacando especialmente la calidad y energía del Ballet Flamenco, verdadero punto fuerte de la velada.

8.- Escipión en España, ópera de Alessandro Scarlatti, padre del célebre Domenico, en la que se fusionan literatura y artes plásticas para narrar la clemencia del general romano Escipión el Africano durante la toma de Cartagena en el año 209 a.C.

El grupo de cámara La Ritirata afronta esta obra con plena solvencia y rigor estilístico, desplegando un fraseo estudiado, dinámicas precisas y una rítmica cuidadosa, todo ello envuelto en un diseño instrumental de gran riqueza y colorido.

Cada detalle aparece meticulosamente elaborado: desde los ataques de las cuerdas, las distintas zonas del arco, el sutil vibrato, hasta los efectos logrados por un percusionista que se desplaza entre los músicos, sin olvidar el bajo continuo, brillante en su instrumentación, que recuerda el trabajo de un orfebre. Al frente de los violines, la joven especialista Miriam Hontano, también líder del grupo Obni (Objeto Barroco No Identificado), irradia buen hacer, flexibilidad y una interpretación rica y convincente.

Los cantantes, además de lucir vestuarios coloristas y muy barrocos, mantuvieron una excelente sincronía con la orquesta. El tenor Pablo García López brilló en sus arias con una sensibilidad especial en los filatos; el contratenor Bruno Campello realizó un trabajo especcial y de gran esfuerzo, dado el incesante protagonismo de su papel; la soprano Alexandra Tarnicero tuvo que ser sustituida vocalmente por Paloma Friedof, quien ofreció una interpretación soberbia, con un color bellísimo y precisión rítmica, mientras su doble se movía por escena con naturalidad. Este curioso contraste —la voz desde la orquesta y la figura en escena en modo play-back— sorprendió inicialmente al público de El Escorial, que pronto se habituó a esta singular propuesta.

Josechu Obregón, violonchelista y especialista en barroco, dirigió la ópera con sobriedad, precisión y gran habilidad, aunque quizás con cierta falta de empuje y contrastes. Por su parte, Nacho García, director de escena, supo aprovechar el espacio no ocupado por la orquesta para mover a los personajes, incluso incorporando una pasarela en el fondo donde los cantantes se presentaban y circulaban, logrando así una integración escénica más efectiva.

Un éxito rotundo que el público de El Escorial reconoció con prolongados aplausos.

9.- La Calesera! Zarzuela de Francisco Alonso

Interesante y renovador proyecto liderado por el barítono Mario Moncloa, cuya voz y presencia en escena cuenta con una dilatada trayectoria en las tablas del Teatro de la Zarzuela y numerosos escenarios destacados. Su experiencia aporta solidez y autenticidad a esta apuesta por un género tan nuestro y a la vez complejo como la zarzuela.

La orquesta, joven pero con un trabajo serio y concienzudo, supo enfrentarse con precisión a los desafíos inherentes a la zarzuela: cambios de tempo repentinos, modulaciones inesperadas, la necesidad de adaptarse a las diferentes voces y melismas de los cantantes, y la combinación de elementos dramáticos y musicales que exigen una interpretación versátil y flexible. La Compañía L’Operamore demostró que solo con rigor, dedicación y pasión por el género pueden alcanzarse resultados brillantes y conmovedores.

El estreno, celebrado el 16 de agosto en el Escorial, fue un éxito clamoroso, avalado por el entusiasmo del público, que supo valorar el trabajo de un elenco comprometido con la tradición y la renovación de la zarzuela. Propuestas como esta son más que bienvenidas para revitalizar nuestro género lírico y acercarlo a nuevas audiencias sin perder su esencia y riqueza cultural.

10.- Dixerunt, Italia en la Corte española

La Madrileña y Carlos Mena

Escuchar al contratenor Carlos Mena es siempre un placer, así nos tiene acostumbrados. Su voz, segura y expresiva, despliega un timbre cálido y un fraseo delicado que sabe ahondar y perseguir cualquier recoveco de la partitura. Mena posee una capacidad única para ahondar en la música, conquistando así al público con su exquisita musicalidad.

Le acompañaba el grupo barroco La Madrileña, cuyo virtuosismo se hizo patente especialmente en la sinfonía de Sammartini, interpretada con tempos enérgicos y trepidantes, aunque en ocasiones los ataques podrían haber ganado en mayor precisión para alcanzar una mayor cohesión sonora. Destacable fue también el concierto para dos violines, en el que brillaron los solistas Maxim Cosinov e Ignacio Ramal, ambos integrantes del grupo Concerto D’Alay. Ramal sorprendió por la calidad y proyección de su sonido, así como por la firmeza y seguridad con que afrontó su parte, aportando un colorido especial.

Al frente, José Antonio Montaño dirigió con precisión y firmeza, mostrando un compromiso notable con el repertorio, aunque su gestualidad en algunos momentos resultó algo excesiva para una formación de cámara, resaltar su importante esfuerzo investigador con respeto a la difusión de las obras de Corsello, compositor itaiano del siglo XVII afincado en España.

Este programa, que explora la fascinante influencia de Italia en la corte española, ofreció una experiencia musical rica en color, estilo y refinamiento, destacando tanto por la calidad de sus intérpretes como por el interés histórico y artístico de su repertorio. Una propuesta que invita a descubrir la riqueza cultural que emergió de esta confluencia musical entre dos grandes tradiciones europeas.

11. Fátima Miranda

Fátima Miranda presentó un espectáculo innovador que explora las posibilidades expresivas de la voz humana, combinando técnicas experimentales con una gran carga emotiva. Su propuesta refleja la evolución y la revelación artística a la que ha llegado tras años de estudio e investigación, desafiando los límites convencionales de la música y la poesía para ofrecer un arte vocal profundo y sorprendente.

12. Homenaje a Enrique García Asensio

El homenaje a Enrique García Asensio, que había cumplido 88 años el día anterior, fue un momento lleno de emoción y reconocimiento a una carrera excepcional. El maestro demostró en el podio la misma precisión, claridad en el gesto, manejo impecable de las anacrusas y una memoria prodigiosa que le han caracterizado desde sus inicios, enriquecida ahora por la madurez y experiencia acumulada a lo largo de toda una vida dedicada a la dirección musical.

La Orquesta de Cámara Andrés Segovia, ampliada para esta ocasión hasta completar una formación clásica, respondió con entrega y solvencia a un programa de gran nivel. La obertura Egmont de Beethoven abrió con fuerza, seguida por el concierto para violín de Bruch, en el que la solista Anabel García del Castillo brilló con un sonido compacto, hermoso y bien definido, enfrentando con éxito la exigente y apasionada partitura. La velada concluyó con la Sinfonía Italiana de Mendelssohn, obra cumbre del compositor, en la que la orquesta se entregó con intensidad y cohesión, desplegando un sonido pleno y vibrante.

En un momento especialmente emotivo, Anabel García del Castillo dedicó a su padre un espléndido bis basado en variaciones sobre el “Cumpleaños Feliz”, donde se pudieron sentir ecos de la música española, el tango, la polifonía y la nana, una muestra de la riqueza y la diversidad que han marcado tanto la vida familiar como musical del maestro.

El Teatro de El Escorial se llenó de una emoción palpable, reflejo del profundo respeto y cariño hacia la figura de García Asensio. Este homenaje, sentido y necesario, fue un tributo a un referente imprescindible de la música clásica española, cuyo nombre ha dejado huella en varias generaciones y cuya trayectoria sigue siendo motivo de inspiración y admiración.

13. Érase una vez el piano

El concierto Érase una vez el piano ofreció un recorrido fascinante por la música para piano de distintas épocas y estilos, que cautivó al público por su sensibilidad y virtuosismo. La interpretación pianística fue realizada por Darío Meta, quien supo dotar a las piezas de una ejecución profunda y expresiva, creando un ambiente lleno de nostalgia, energía y lirismo.

Desde los clásicos del Barroco y Romanticismo hasta composiciones modernas, el programa mostró la riqueza y diversidad del repertorio pianístico, con momentos de delicadeza íntima y pasajes de brillante técnica que mantuvieron al público embelesado durante toda la velada.

Este cierre del festival resultó especialmente emotivo, no solo por la calidad artística del intérprete, sino también por la atmósfera cálida y cercana que se creó en la sala.

Cierre y reflexión final

Estos trece espectáculos han dejado una impronta en la Sierra de Madrid, ofreciendo una programación hetereogénea, variada y de diferentes condiciones y niveles. El público, siempre fiel, ha sido el motor que ha impulsado cada propuesta, acompañando a músicos, solistas, directores y compañías que han sabido aunar innovación y compromiso artístico.

Sobresalieron la Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid en la apertura con Carmen; la fuerza y sensibilidad de Clara Montes; la pasión y entrega de Lina en Fado Camões; la excelencia barroca de La Ritirata; y la frescura de La Calesera, bajo el proyecto de Mario Moncloa. El emotivo homenaje a Enrique García Asensio cerró un ciclo lleno de momentos memorables.

Además, la importancia de los espacios que albergaron estos eventos —salas con alto valor histórico y técnico— junto a la profesionalidad de los equipos técnicos, fue clave para que cada espectáculo alcanzara su máximo potencial.

El Festival de San Lorenzo, con sus luces y sombras, se va consolidando como un referente cultural en la vida madrileña.

 

Paulino Toribio

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