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Crítica / Filarmónica de Londres, arranque de temporada 2025-26 - por Agustín Blanco Bazán

Londres - 10/10/2025

Bajo la dirección de su titular Edward Gardner, la Filarmónica de Londres abrió su temporada 2025-26 este otoño combinando repertorio contemporáneo y tradicional en dos conciertos de excepcional calidad interpretativa.

El primero comenzó con Ringed in the Horizont la primera pieza para orquesta de George Benjamin, compositor en residencia con la orquesta durante los próximos tres años. Se trata de veinte minutos de hábilmente elaboradas superposiciones de carrillón, piccolo, percusión y expresivos acordes de violín apoyados en frondosos acompañamientos de cuerda inspirados en su visión de una tormenta en Nuevo México. A través de texturas de lujuriosa variedad cromática, esta obra juvenil progresa con un dramatismo lozano y neo-impresionista. Ello muy en contraste con Let me tell you, un ciclo de siete lieder para soprano y orquesta del ya maduro contemporáneo Hans Abrahamsen que abrió el segundo concierto. En media hora la obra condensa el texto de las líneas de poética alienación escritas por Shakespeare para Olivia en Hamlet. Como fueron compuestos para Barbara Hannigan, estas canciones abundan en altísimas y lacerantes líneas vocales, que Jennifer France, la solista en esta oportunidad, supo cantar con virtuosa seguridad.

La primera velada incluyó con el concierto para piano número 5 de Beethoven de maravillosa premura y expresividad. Al piano, el gran Yefim Bronfman, soberanamente tranquilo y asertivo, dejó caer una cadencia inicial marcada sin sobre-énfasis. Y a partir de allí Gardner empujó su orquesta con similarmente distendido desarrollo armónico y cromático. Todo salió sin exageraciones pseudo-románticas sino más bien con un clasicismo de sobriedad y transparencia casi a lo Haydn en color y énfasis, pero con el agregado de la típica trascendentalidad beethoveniana.

Después de una meditada concertación en el Andante entre la orquesta y un solista no avergonzado de usar rubato como y cuando se debe, el attaca hacia el rondó final fue casi milagroso: algo así como un titubeo momentáneo antes de dejar fluir el resto, con una espontaneidad de vida propia, a través de la cual solista y orquesta parecieron entregarse más allá de cualquier intencionalidad interpretativa. El resto pareció escaparse de cualquier intencionalidad interpretativa para fluir con una espontaneidad de vida propia.

Cerró el primer concierto una similarmente perceptiva e inspirada versión de la quinta sinfonía de Tchaikovsky en la cual Gardner y su orquesta unieron a un tratamiento cromático de variada brillantez un pulso rítmico de ballet, ya desde la exposición inicial del obstinado leitmotiv, expresado como un ansioso y vital interrogante. El andante cantábile acreditó la excelencia de los cornos y oboes y en el tercero se unieron clarinetes y fagots a un fraseo de cuerdas a la vez aterciopelado y preciso en su marcado rítmico. En el allegro vivace (alla breve) del último movimiento el crispado folklorismo ruso preludió una triunfal re-exposición del leitmotiv inicial, esta vez no como interrogante sino como una gloriosa aserción de los metales, seguido de un presto de vertiginosidad magistralmente controlada.

El segundo concierto concluyó con la cuarta de Mahler. Aquí Jennifer Frances se lució menos que en la obra de Abrahamsen que había interpretado en la primera parte. Ello no sólo porque a su voz, decididamente soberana en el registro alto, le faltó algo de peso y densidad para transmitir la equívoca e inquietante ambigüedad de esta engañosamente ingenua descripción de “la vida celestial” del poema recopilado por Von Arnim y Brentano, sino porque Garden intensificó las dinámicas en un acompañamiento orquestal de agitadísimo marcado. Esto, en contraste con el primer y segundo movimiento que salieron algo lentos y faltos de tensión. En el tercero, en cambio, el director y la orquesta acreditaron sus formidables quilates mahlerianos con un cantábile inicial de reticente pero sentida expresividad. Y el fortissimo que precede la coda fue de una expuesto sin detenimientos autoindulgentes, sino como un momentáneo y urgente torrente sonoro, firmemente encausado hacia la resolución final.

Seguirán este otoño e invierno al frente de la Filarmónica las batutas de la directora invitada principal Karina Canellakis, el emérito Vladimir Jurowski y Mark Elder, entre otros talentosos directores.

El recientemente nombrado director artístico, el jiennense Jesús Herrera, podrá aplicar a la programación de temporadas futuras su experiencia acumulada con la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, el Centro Cultural Miguel Delibes e Intermusica, entre otras instituciones.

Agustín Blanco Bazán

 

Orquesta Filarmónica de Londres / Edward Gardner.

Yefim Bronfman, Jennifer France.

Obras de George Benjamin, Ludwig van Beethoven, Pyotr Ilych Tchaikovsky, Hans Abrahamsen y Gustav Mahler.

Londres, Royal Festival Hall.

 

Foto © Mark Allan

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