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Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Expresivo color de ADDA-Simfònica - por José Antonio Cantón

Alicante - 30/10/2025

El segundo programa de la presente temporada de abono de ADDA-Simfònica de Alicante que ha llevado el sobrenombre de “Conexión Asiática I” ha servido de presentación de uno de los dos programas que la orquesta ha preparado para su inminente gira por importantes ciudades de Japón, que ha de impulsar la positiva trayectoria internacional de esta formación que, con seguridad creciente, se ha convertido en uno de los referentes del panorama sinfónico de nuestro país, como demostró en el inicio del concierto con una versión de transparente transversalidad tímbrica del Capricho español, Op. 34 de Nikolái Rimsky-Kórsakov que servía para una brillante presentación de su poderío técnico y artístico.

El programa ha estado dedicado a música rusa principalmente, con la excepción del Concierto de Aranjuez de Joaquín Rodrigo que ha servido para presentar a la nipona Kaori Muraji, una de las figuras indiscutibles de la guitarra en el País del Sol Naciente, en donde ha alcanzado una fama comparable a las de las grandes estrellas mundiales del rock, dado que fue una de las primeras intérpretes y embajadoras que en Japón han venido destacando en el mundo de la guitarra clásica española desde hace casi medio siglo. Su intervención en esta cita, atrajo la atención del auditorio, conocedor más que suficiente de la obra concertante más famosa de nuestro repertorio patrio.

Partiendo de una sonorización de la guitarra que permitía al espectador percibir en convergencia el foco visual de la intérprete con el foco sonoro del instrumento, Kaori Muraji introdujo el primer movimiento con un sentido dinámico propicio a un lirismo que posteriormente se hizo más patente al adentrarse su discurso en una serie de motivos de mayor definición hispana. Afrontó la interpretación del Adagio central con una cadenciosa melancolía de irregular limpieza en su rasgueo que el maestro Josep Vicent acompasó con especial sentido musical con una acertada intervención del corno inglés, generando un diálogo concertante de solemne efecto en el que la orquesta volvía a destacar con su homogéneo canto. Después de introducir la guitarrista la primera idea con la que se abre el gentil allegro final, la interpretación discurrió con suave y ondulante efecto en el que volvían a destacar varios instrumentos con esa seguridad que les caracteriza cuando entraban en diálogo con Kaori Muraji, que recargaba sus arpegios con variables pulsiones rítmicas envueltas en todo momento con cuidado efecto por la orquesta. La aceptación del público llevó a la solista a ofrecer un bis de una composición propia que en los trémolos de su parte central recordaba la icónica pieza de Recuerdos de la Alhambra de Francisco Tárrega, llegando a convertirse en el momento más interesante de la actuación de la solista.

La segunda parte de la velada estuvo dedicada a dos suites singulares extraídas del mejor repertorio balletístico ruso clásico como son El Lago de los Cisnes, Op.20a de Piotr Ilyich Tchaikovsky y Spartacus de Aram Khachaturian, con las que la orquesta alcanzaba ese esplendor que la caracteriza asumiendo los postulados de su director titular que conoce sus mejores secretos desde su fundación ya desde la selección que hizo de sus músicos, que dan a esta formación alicantina ese carácter de autor que tanto la distingue, convirtiéndose así en auténtica transmisora del sentir musical del maestro nacido en Altea.

Con una amplitud expresiva determinante, el maestro expuso la Scène que abre la suite perteneciente al décimo número del segundo acto del ballet El lago de los cisnes para de inmediato dar al Vals que le sigue esa jovialidad de su aire desenfadado tan agradable derivado de su pegadizo discurso, que envolvía al oyente desde una seductora sección de cuerda antes del humor saltarín con el que planteó la famosa Danza de los Cisnes, llevando en la escena siguiente al arpa junto a la concertino, Ayako Tanaka, y posteriormente junto al primer violonchelo a transmitir en su mejor forma uno de los momentos de más delicado detalle de la obra. Las sucesivas danzas estuvieron siempre marcadas por su carácter nacional, siendo la Mazurka la que predispuso con su aire danzarín al tratamiento ceremonioso de la escena final en la que los vientos, con un espléndido efecto desarrollaron su mejor acción implementados por la excelente técnica y musicalidad del tuba Andrés Alcaráz, logrando todos sus componentes una formidable conjunción y extraordinaria expresividad, cualidad que tanto aporta a esta magnífica formación orquestal.

Siguiendo esta línea, el maestro Josep Vicent llevó al mismo grado de prestancia la interpretación de los distintos episodios que eligió del ballet Spartacus de Aram Khachaturian compuesto durante los años centrales de la década de los cincuenta del siglo pasado, llegando a un grado de exotismo sonoro verdaderamente deslumbrante en ritmo y calidad musical, lo que augura un impacto en el público nipón en la gira comentada en el primer párrafo de este comentario, periplo a que se incorpora uno de nuestros pianistas de mayor proyección en la actualidad como es el asturiano Martín García García interpretando el segundo concierto de Frederic Chopin que hubo ocasión de admirar en la inauguración de la presente temporada de ADDA-Simfònica.

José Antonio Cantón

 

Orquesta ADDA-Simfònica Alicante

Solista: Kaori Muraji (guitarra)

Director: Josep Vicent

Obras de Nikolai Rimsky-Korsakov, Joaquín Rodrigo, Piotr Ilyich Tchaikovsky y Aram Khachaturian

Auditorio de la Diputación de Alicante (ADDA). 24-X-2025

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