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Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Exilio interior de Mahler y exterior de Rachmaninov - por Genma Sánchez Mugarra

Bilbao - 22/10/2025

Dos partes bien diferenciadas han conformado el concierto que nos ha ofrecido la Orquesta Sinfónica de Bilbao. En la primera parte,  el Ciclo de lieder Eines fahrenden Gesellen (Canciones de un camarada errante) que compuso Gustav Mahler cuando se enamoró de la soprano Johanna Richter, poseedora de una bella voz y cuyo fracaso convirtió el compositor en poemas y posteriormente en lieder. La música de Mahler  está constituida por dos principales características: por un lado su grandiosidad e intimidad en las temáticas de sus obras orquestales y por otro solo intimidad de sus lieder a los que llevó a unas cotas antes nunca alcanzadas (cuando los intérpretes iban únicamente acompañados por el piano), gracias a sus magníficas orquestaciones.

La obra, con el soberbio acompañamiento de la orquesta, gracias a su contención y talento, estuvo interpretada por la mezzosoprano americana Sasha Cooke. La primera de las cuatro canciones irónica y romántica; la segunda más alegre y expresiva, incluyendo la interpretación corporal  de Cooke, se convirtió en parte de la primera sinfonía del autor; en la tercera la interpretación de la orquesta en forma de tormenta acompañó fielmente a la mezzo que cantó con potencia, trágicamente; el final recuperó la suavidad y delicadeza de la que hizo gala en toda la obra Sasha Cooke. Gran química en todo momento entre la batuta y la voz.

Mahler, que también era director de orquesta, tuvo ocasión de usar su batuta con el Concierto n.3  del compositor ruso, con éste al piano. La Segunda Sinfonía en mi menor es, seguramente, la más madura de Rachmaninov, aunque en algunos momentos resulte algo repetitiva. El primer movimiento de gran extensión expuesto sobre todo por las cuerdas en continuo diálogo con las maderas. El segundo, iniciado por la trompa, con la participación de los instrumentos de metal. El tercer movimiento hizo que la orquesta emocionase, que nos conmoviera. En el cuarto y último, el director y la orquesta nos contagiaron su enorme energía que el público agradeció con grandes aplausos. A todo ello contribuyó Ramón Tebar con su estilo sobrio y correcto que opina que la música no hay que dirigirla sino vivirla.

Serge Rachmaninov tuvo que emigrar de la Unión Soviética a Estados Unidos por lo que se consideraba un vagabundo en un mundo que se le había vuelto extraño. Esto y su gran sensibilidad tuvieron su reflejo  en su forma de componer. Igual que Mahler, en cuyo caso el exilio era puramente interior y que repudiaba a los hombres razonables mientras que amaba a aquellos que exageran.

Genma Sánchez Mugarra

 

Palacio Euskalduna de Bilbao

Orquesta Sinfónica de Bilbao

Música de G.Mahler y Serge Rachmaninov

Sasha Cooke, mezzosoprano

Ramón Tebar, director

 

Foto © Miguel San Cristóbal

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