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Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Gramática del miedo - por Justino Losada

Madrid - 23/10/2025

Comenzó el actual ciclo de conciertos sinfónicos de la Orquesta de la Comunidad de Madrid (ORCAM) bajo la dirección de su titular, la mexicana Alondra de la Parra, con un monográfico dedicado a Dimitri Shostakovich (1906-1975), compositor del que se cumple el quincuagésimo aniversario de su fallecimiento. Figura clave en la música del siglo XX, Shostakovich  encarna en su rol como músico y en su obra un inagotable misterio semántico, en tanto que su música, ambigua y contradictoria, ha alumbrado encendidos debates musicológicos que, desde los trabajos de Fay, Taruskin, o Frolova-Walker han corregido Testimonio, las controvertidas y famosas memorias apócrifas del compositor que editara Solomon Volkov. Si la discusión musicológica imprime tan diversas como legítimas aproximaciones al compositor, desde un punto de vista interpretativo no son pocas las formas de abordar esta música y, entre ellas, con mayor o menor acierto, encaja lo presenciado el pasado lunes.

Aunque el programa inicial anunciado no se llevara a cabo al retirarse del cartel la esquiva cantata El sol  brilla sobre nuestra patria, se inició el concierto con la muy menor Obertura Festiva, obra de 1954 y resuelta solo en tres días como compromiso de última hora para un concierto que conmemoraba la Revolución de Octubre. Con carácter abiertamente festivo, es una música sin dobleces y hecha con oficio que Alondra de la Parra tradujo con buen criterio y sin mayores dificultades ante una ORCAM que proyectaba con claridad.

Tras la obertura, la primera parte concluyó con la participación del violonchelista franco-alemán Nicolas Altstaedt en una  imponente interpretación del primer Concierto para violonchelo fechado en 1959 y dedicado a Mstislav Rostropovich. Con un intenso y articulado sonido de gran robustez, Altstaedt enfiló el concierto con un muy expresivo  criterio al servicio de la música: tenso y oscuro en los movimientos impares, e introspectivo y amargo en el Moderato central y, sobre todo, repleto de coherente angustia en la diabólica cadencia que pergeñó con pasmosa facilidad. Estos aspectos se potenciaron gracias al buen hacer de los solistas de la ORCAM y al nervioso pulso de De la Parra, aunque se echó en falta más hondura en el acompañamiento del tiempo central. Muy aplaudido, Altstaedt ofreció como propina la Sarabanda de la Suite para violonchelo No.1 de Bach en una más íntima lectura con la que demostró dominio técnico en el fraseo y un envidiable rango dinámico.

La segunda parte del concierto estuvo dedicada a la Sinfonía No.5 obra de 1937 e inscrita en el tiempo del Gran Terror estalinista. Obra primigenia del radical cambio de estilo del compositor respecto a sus creaciones previas como la modernista ópera Lady Macbeth del distrito de Mtsensk, que suscitara el conocido editorial del Pravda Caos en vez de música, y la más turbulenta, disonante y mahleriana  Sinfonía No.4 cuyo estreno debió esperar hasta 1961, la quinta sinfonía surge de esa nueva definición temática que logra Shostakovich en pleno ejercicio de supervivencia. Para ello, estilizó y depuró su irónico estilo para conseguir, con gran astucia, un elocuente lenguaje de arquitectura clásica y contención tchaikovskiana, para así conjugar el terror en el contradictorio envoltorio de supuesta felicidad que imponía el realismo socialista. Pese a ello, poco deja a la imaginación esa aciaga angustia que sufrió Shostakovich y que bien novela Julian Barnes en El ruido del tiempo a la hora de ofrecer la respuesta práctica de un artista soviético a una crítica justa, como llegara a apuntar el compositor acerca de esta obra que, hoy en día, suscita más conjeturas que certezas. 

Tras una breve alocución en la que explicó detalles de la vida de Shostakovich y su relación con esta obra, inició con enérgico empaque De la Parra su personal lectura del Moderato inicial para, poco a poco, desarmar un discurso que perdía tensión y que solo se logró reconducir una vez entró el piano marcando marcialmente -sin suavizarse transición alguna- la creciente sección central que se resolvió con tanto nervio como efectismo. Es una lástima que ese gran arco sinfónico no se hubiera interpretado más, saliéndose de lo meramente textual para transmitir no solo la irónica grandilocuencia que destila esta música, sino el terror, absolutamente ausente, en la reexposición en piano del ritornello final con la celesta.

Buen desarrollo general tuvo el Scherzo, mecánico y mordaz. Desigual devino el Largo, con bonitos pasajes de las maderas solistas pero construido desde una muy prosaica y civilizada frialdad, por lo que se echaron de menos tanto más empaste en la cuerda como sentido agógico, direccionalidad y un fraseo más cantable en un clímax que no exhibió desgarro alguno. Optó De la Parra por un enfoque, quizás de cariz más victorioso y pretendidamente decibélico en el concluyente Allegro non troppo final con una aproximación que recordaba -en tiempo y forma- a la del Bernstein de los 50: nerviosa y forzada, aupada a un gráfico sarcasmo que, desafortunadamente, ocultó el patetismo y el dolor que encierran los últimos compases.

En una nota más personal, si me lo permiten, y sin ocultar que no niego lo perverso de los recuerdos cuando se van cargando de significado a la vez que los enriquecemos con otras vivencias, es precisamente a la hora de redactar estas líneas cuando siento más vívida la versión que escuché hace diecinueve años a Rudolf Barshai con esta misma orquesta. Aquello sí que fue verdadera gramática del miedo.

Justino Losada

 

Nicolas Altstaedt, violonchelo

Orquesta de la Comunidad de Madrid/ Alondra de la Parra

Obras de Shostakovich

Temporada de la Orquesta de la Comunidad de Madrid  2025/2026

Auditorio Nacional, Madrid.

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