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Crítica / Excelente recital de Mark Padmore - por José Antonio Cantón

Alicante - 26/10/2025

Dos circunstancias determinaron el inicio de la presente temporada de la Sociedad de Conciertos de Alicante: principalmente el que estuviera dedicada a la figura de Don Rafael Beltrán Dupuy, su fundador y su secretario general hasta su fallecimiento en el pasado mes de junio, y la coincidencia de ser el concierto mil de tan importante institución desde que el 22 de septiembre de 1972 iniciara su actividad con la actuación de la mítica soprano Victoria de los Ángeles acompañada por el no menos importante pianista de repertorio Miguel Zanetti, ambos absolutos referentes históricos de la interpretación musical española. El destino ha querido que sea también un recital de canto a cargo, en esta ocasión, de Mark Padmore, que visitaba por segunda vez a la Sociedad, dedicado a cuatro creadores indiscutibles del arte del lied, de cuyo gran repertorio este tenor británico es una verdadera autoridad.

Su actuación empezó con cinco piezas de Clara Schumann, primera, segunda y cuarta de su Opus 13, la número cuatro de su Op. 12 para cerrar con Lorelei, KochS WoO 19 en Sol menor. En todas ellas se pudo apreciar cómo Padmore reflejó con fidelidad meridiana la unidad de forma y contenido de la poesía, desde una pronunciación muy perfilada que enriquecía la significación del idioma alemán con especial dulzura, reflejando un extraordinario sentido poético que adquiría nueva naturaleza fundido con el sonido del piano. Después de unos primeros compases, que sirvieron al cantante para regularizar la emisión vocal, su voz empezó a fluir con la belleza de timbre que determina sea uno de los tenores líricos más cultivados y admirados del panorama internacional, cualidad que tuvo su momento culminante en Lorelei en la que Clara Wieck, esposa de Robert Schumann, traslada al personaje de la ninfa del Rin al que alude el poeta Heinrich Heine, autor de los versos, el sufrimiento que padeció durante los últimos años de la vida el insigne compositor por su irreversible y grave trastorno bipolar de personalidad que tuvo hasta su muerte.

El recital siguió con cuatro lieder de la Op. 40 de Schumann, cuyos textos tomó de Hans Christian Andersen, en los el gran escritor danés ensalza al botánico y poeta franco-alemán Adelbert von Chamisso, destacando el sentido dramático que confirió el cantante al lied que lleva por título Der Soldat, trasmitiendo la desventura de su protagonista, el soldadito de plomo objeto de tan emotiva atención literaria. Cinco preciosos lieder de Jahannes Brahms, íntimo amigo del matrimonio Schumann-Wieck, sirvieron para cerrar la primera parte del recital; sin duda una de las más relevantes de la actuación de Padmore. Con la excelente colaboración del pianista Andrew West, se pudo apreciar el respeto que ambos intérpretes mantuvieron en todo momento priorizando la música, adaptándola al carácter de los versos por medio de cuidar siempre con detalle las alturas de tono, las funciones dinámicas y la alternancia y diferencia de los tempi con una fluidez que quedó marcada en el último lied del Opus 57, Unbewegte laue Luft (Aire tibio y en calma), sobre un poema de Georg Friedrich Daumer, resaltando sus dos secciones altamente contrastantes, comenzando la primera con una dolorosa inmovilidad y terminando la segunda con una cierta exuberancia que venía a dar un determinante relieve expresivo al final de la primera parte de un recital de muy alto nivel artístico.

La segunda estuvo dedicada en su integridad a Franz Schubert, constituyéndose en una lección magistral sobre cómo ha de interpretarse este genio del lied. La excelencia del canto de Padmore en este compositor se pudo resumir complementariamente en dos títulos de los ocho lieder porgramados: Alinde, D904, sobre un texto de Friedrich Rochlitz, y Der Winterbend (Tarde de invierno), D938 sobre una balada del escritor austriaco Karl Gottfried von Leitner. En la primera de estas dos canciones escrita en la tonalidad de La mayor, el cantante transmitió su carácter folclórico con la gran naturalidad que requiere su procedencia popular destacando el eco al pronunciar el nombre de Alinde, en la que se narra la espera impaciente de un hombre por su amada, a quien busca preguntándole a diferentes personas para finalmente encontrarla por el efecto de la reverberación de su voz. En la segunda expuso una verdadera descripción pictórico-musical de un sereno atardecer de otoño.

Ante el reconocimiento del público, Mark Padmore ofreció el hermoso canto sincopado del último lied que compusiera Schubert, Die Taubenpost, sobre unos versos del poeta vienés Johann Gabriel Seidl, que ponía punto final a un recital que quedará en la historia de la Sociedad de Conciertos de Alicante por estar dedicado a la memoria de su alma mater, Don Rafael Beltrán Dupuy, auténtica personalidad de la vida musical de la ciudad de Alicante durante más de medio siglo así como por la extraordinaria belleza de su programa.

José Antonio Cantón

 

Sociedad de Conciertos de Alicante

Recital de canto de Mark Padmore (tenor) y Andrew West (piano)

Obras de Clara y Robert Schumann, Johannes Brahms y Franz Schubert

Teatro Principal de Alicante. 21-X-2025

 

Foto © Angel Yuste

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