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Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Excelencias de una orquesta de autor - por José Antonio Cantón

Alicante - 17/12/2025

Conforme se va desarrollando la presente temporada de la Orquesta ADDA-Simfònica me asalta más la idea de considerar sus orígenes como uno de los desencadenantes de su creciente calidad artística como se ha visto plasmada en su cuarta actuación en el escenario del Auditorio de la Diputación de Alicante (ADDA), cuyo acrónimo la identifica con singularidad dentro del amplio panorama orquestal español. El hecho de que la elección de sus integrantes en 2018, año de su creación, fuera supervisada por Josep Vicent, su director titular y fundador, dice mucho de la intención de éste en lograr una formación que desde su origen tuviera una personalidad artística muy definida que respondiera a criterios artísticos de excelencia, de lo que puede derivarse que la selección del grupo de instrumentistas que la integran se aproxima en gran medida al ideal que en este sentido tiene el maestro, hecho que puede llevar a la consideración de que su particular autoría ha marcado desde la fundación su destacada impronta estética.

Salvando las distancias, la trayectoria histórica y los procesos constitutivos, sólo he experimentado tres ejemplos parecidos en mi ya extensa trayectoria musical de estudiante, aficionado, crítico y gestor cultural, y es el ejemplo que representó la Orquesta Nacional de España en la época del mítico maestro Ataúlfo Argenta, destacado discípulo del legendario director prusiano Carl Schuricht, que rehízo la composición de la plantilla de la orquesta entre los años 1947 y 1958. Otros casos similares fueron el de la excelsa Orquesta Filarmónica de Leningrado con Eugene Mravinski en su pódium durante cinco décadas y la no menos extraordinaria formación soviética Orquesta Filarmónica de Novosibirsk con su fundador al frente también durante más de medio siglo, el profesor azerbayiano Arnold Katz, otra leyenda de la dirección musical de su época.

Con el rico bagaje que le ha supuesto haber tenido un periodo de formación superior en el prestigioso Sweelinck Conservatorium de Ámsterdam y una aproximación como colaborador a la extraordinaria Real Orquesta del Concertgebouw de dicha ciudad, además de constantes reconocimientos internacionales en su carrera, Josep Vicent valoró con solícita disposición lo que significaba el que se le brindara la oportunidad de liderar una orquesta de nuevo cuño con ese sentido fundacional de crearla desde la elección de sus componentes, y con el compromiso de dotarla y mantener en ella una distinguida singularidad artística. Es el caso, que se va cumpliendo desde hace siete años como ha quedado demostrado una vez más en este concierto dedicado casi en su totalidad a obras de ese genio orquestal que fue Maurice Ravel y una obra concertante para violín del gran pianista y compositor turco Fazil Say, que ha contado para su parte solística con Leticia Moreno, una de nuestras intérpretes que destacan en el panorama musical internacional por la brillantez del sonido que logra con su Nicola Gagliano, construido en 1762, y su particular temperamento musical, que le han permitido adentrarse con sólido compromiso artístico en los cuatro movimientos del Concierto para violín ‘1001 noches en el Harén’ del mencionado músico otomano.

Entrando en su valoración, hay que valorar muy positivamente ese sentido mediterráneo oriental que tanto ella como el maestro asumieron del concepto general de la obra escrita hace diecisiete años. Como si el violín fuera la voz de Shéhérazade, entró en el primer movimiento sobre un acompañamiento rítmico del kudüm, un fascinante instrumento de percusión originario de la península de Anatolia que iba a servir como referente a la vez de impulsor de todo el Allegro, determinando su pulso interno que se expandía a la gran batería de la sección de la percusión integrada por hasta nueve instrumentos, todos ellos activados por seis músicos que se erigieron en determinantes protagonistas de su lectura. Leticia Moreno contrastó en todo momento con la firmeza orquestal dejando constancia de su virtuosismo integrado plenamente en un discurso extremo de efectos sonoros de gran exotismo, viniendo sucesivamente a dulcificar las frecuencias graves de la orquesta hasta llegar al final de este primer tiempo. El segundo movimiento, Allegro assai, entraba turbulentamente impulsado por el darbouka y la pandereta, llegando la solista a hacerse dueña de la situación con un desenfrenada ejecución antes de llegar al pasaje etéreo que precede al Andantino que, en un desgarrado pizzicato introdujo la violinista, generando una sensación de sorpresa y fascinación simultáneas, antes de entrar en el canto del famoso tema turco Katibim con el que Leticia Moreno pudo dejar patente su extraordinario gusto pleno en emotividad musical destacando el desarrollo melódico que propone Fazil Say de su tema antes de su volátil y vaporosa conclusión como enlace con el último movimiento, que Josep Vicent hizo respirar con amplitud rítmica afrontando el final de la obra, después del producido en el inicio del concierto, un misterioso sosiego sólo contrastado por una especie de evoluciones alternativas del violín que recordaban cantos de mágicos pájaros antes de entrar en la disolución definitiva de la obra bajo una misteriosa nota tenida de la solista que funcionó como un efecto sonoro de marcado recogimiento emocional para el auditorio, que pudo sentirse así espiritualmente sosegado. Concluía así una de las recreaciones concertantes más emocionantes de ADDA-Simfònica que se recuerdan, favorecida por la excelente participación de Leticia Moreno, discípula de dos maestros de los que imprimen carácter como el violinista Maksim Venguérov y el violonchelista Mstislav Rostropóvich, figuras de absoluta referencia histórica en sus instrumentos.

Siguiendo con el mito literario de Schéhérazade, protagonista y narradora de los famosos cuentos de Las mil y una noches, la segunda parte de la velada se inició con una de las obras primigenias y menos conocidas de Maurice Ravel, su Schéhérazade: Obertura de hadas, M.17 que compuso en 1898, que sirve para valorar la dimensión estética de un joven compositor que llevaría la música orquestal a su más alto grado de expresividad. Aparte de su propia belleza musical, su rica transversalidad instrumental de estilo orientalista la ha llevado a ser elegida por Josep Vicent para demostrar todas las posibilidades de su orquesta en claridad y precisión, que lleva siempre a distinguir cada instrumento, aspecto acentuado en esta obra por el exótico y versátil contenido de su discurso. Para suplementar tal intención fue una versión espectacular del famoso Bolero de este genial compositor vasco-francés la que puso término a la actuación, que llevó a reaccionar al público con una cerrada ovación, entusiasmado y complaciente ante el esplendor del sonido de ADDA-Simfònica, que había reaccionado en todo momento con excelentes automatismos de natural factura a las indicaciones de su fundador, siempre seguro de recibir su mejor respuesta, a la que contribuyó la participación del concertino invitado, el austriaco Benjamin Ziervogel que conectó con el director con empática musicalidad.

Un delicado montaje orquestal de una de las piezas más famosas del gran compositor y bandoneonista argentino Astor Piazzolla que Josep Vicent ofreció como bis melódico, propició la presencia de nuevo de Leticia Moreno en el escenario, completando una preciosa actuación que queda entre los conciertos mejor pensados y mejor interpretados, favorecido por la excelencia de la violinista madrileña y la creciente e imparable brillantez de la orquesta ADDA-Simfònica de Alicante que ha tenido las mejores valoraciones en su primera gira por Japón, país al que volverá en menos de dos años dado el gran éxito obtenido en las más destacadas urbes niponas. 

José Antonio Cantón

 

Orquesta ADDA-Simfònica Alicante.

Solista: Leticia Moreno (violín).

Director: Josep Vicent.

Obras de Fazil Say y Maurice Ravel.

Auditorio de la Diputación de Alicante (ADDA). 05-XII-2025

 

foto © Christian Warren Ganser

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