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Crítica / Entusiasmo y apasionado compromiso artístico - por José Antonio Cantón

Alicante - 10/05/2024

Con la loable intención de colaborar en la recogida de fondos para sufragar los costos de la restauración del órgano de la Basílica de Santa María de Alicante, que construyera el aragonés Matías Salanova el año 1760, único ejemplar que se conserva en la Comunidad Valenciana de este reconocido maestro organero, la Fundación Sociedad de Conciertos Alicante ha organizado un concierto a cargo de la orquesta de cámara noruega Trondheim Soloists dirigida por el profesor Geir Inge Lotsberg, labor que viene realizando este violinista desde el verano de 2017, presentando un programa muy atractivo en el que algunas de las piezas más reconocidas  de este repertorio orquestal se han intercalado con las Cuatro Estaciones de Antonio Vivaldi a modo de un contrastado ensamblaje que destacaba por la indiscutible belleza musical que significaba la combinación de sus contenidos.

La universal obra del músico veneciano apodado “Il petre rosso”, por su condición de clérigo y pelirrojo, es sin duda la que mejor representa los estados de ánimo que suscitan las cuatro estaciones por su calidad programática en la sucesión de detalles cuasi pictóricos que contienen los cuatro conciertos que la integran. El maestro Lotsberg inició su interpretación con La Primavera en Mi mayor, RV.269, notándose de inmediato el impulso dado al discurso desde su violín como acicate para la orquesta que se sentía atraída inexorablemente ante la descripción del esplendor de luz y vigor de la naturaleza propios de la estación en la que explosiona la vida después del frío y oscuro invierno.

Seguidamente interpretaron la Décima Sinfonía en Si menor MWV, 10 de Felix Mendelssohn, obra en la que la orquesta se dejó llevar por los incipientes cánones románticos que el autor asumía inmerso aún en su época de estudiante; tenía catorce años cuando compuso el único movimiento que se conserva. Su intenso final fue contrarrestado con la pieza Nachruf (1956) del compositor noruego Arne Nordheim (1931-2010) en la que sus sonidos flotaban en el espacio del templo como una voz espiritual de penetrante eco. Para terminar la primera parte, se interpretó El Verano vivaldiano en el que el solista dejó muestras de su capacidad técnica pasando de la languidez del calor estival a la furia de una tormenta de verano, haciendo alarde de descripción sonora, especialmente en el Presto final.

Las inestabilidades de afinación y carácter que se apreciaron tanto en el primer violonchelo como en el violín al principio de El Otoño, que abría la segunda parte del concierto, pronto fueron mitigadas por la ensoñadora serenidad de su Adagio central como contraste a la energía desbordante del allegro anterior, normalizándose su ejecución en el movimiento conclusivo subsiguiente.

El famoso Adagio de Samuel Barber significó un remanso de resignación ante la diversidad rítmica y dinámica de la música de Vivaldi, generándose uno de los momentos más conseguidos del concierto, que sumió en un silencio absoluto a la audiencia que abarrotaba la basílica. Los músicos se hicieron todo uno con su director en un ejercicio de profundo sentimiento musical que provocó uno de los aplausos más intensos de la velada. No menos ocurrió con la siguiente obra del programa, el famoso Vals Triste que compusiera Jean Sibelius en 1904. Desde un entendimiento, podría decirse hondamente escandinavo, la orquesta Trondheim Soloists introdujo magistralmente esta danza ternaria descubriendo progresivamente el abrumador estado de ánimo de profunda melancolía y la alternante levedad de cambios de ánimo subsiguientes con honda elocuencia en su esencial serenidad contemplativa.

Con entonación nítida, la orquesta supo reflejar la sensación del cortante viento invernal en los desolados paisajes nevados dejando también la impresión de quietud y aislamiento que caracteriza a la más fría estación del año. Fue todo un logro en capacidad descriptiva por parte de los músicos, rubricando el estado de concentración de que hicieron admirable muestra a lo largo de una actuación plena en entusiasmo y entrega.

Se culminaba así una cita más de las organizadas por la Fundación Sociedad de Conciertos Alicante en su encomiable intención de recuperar el patrimonio musical de la ciudad y diversificar el contenido de sus programas de conciertos, manteniendo su prevalente protagonismo dentro de la vida cultural la capital de la Costa Blanca.

José Antonio Cantón

 

Fundación Sociedad de Conciertos Alicante

Orquesta de Cámara Noruega Trondheim Soloists

Director Artístico: Geir Inge Lotsberg (violín).

Obras de Barber, Mendelssohn, Nordheim, Sibelius y Vivaldi.

Basílica Santa María de Alicante, 2 de mayo de 2024.

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