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Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Elegancia y coherencia artística - por Gonzalo Roldán Herencia

Granada - 11/07/2021

El Festival de Granada recibe nuevamente al director François-Xavier Roth, que ya visitó la ciudad de la Alhambra en 2018 con su orquesta Les Siècles. En esta ocasión lo hacer tocando un palo bien distinto, alejado del impresionismo francés de entonces, ya que al frente de la Gürzenich-Orchester Köln consagró la velada al romanticismo más auténtico con un programa centrado en Robert Schumann. Junto a él estuvo la violinista alemana Isabelle Faust, una de las artistas destacadas del panorama actual tanto en las salas de conciertos como en las reseñas discográficas. Su carrera es coherente y acertada, recorriendo las principales obras de repertorio para dejar registros fonográficos de gran frescura y calidad.

La llegada de la Gürzenich-Orchester Köln a Granada consolida el programa sinfónico que Antonio Moral ha diseñado para la presente edición, deudora todavía de las dificultades derivadas de la COVID19. Aun así, el Palacio de Carlos V está siendo testigo de un interesante conjunto de formaciones tanto nacionales como internacionales, llegándole el turno a esta formación de Colonia tras la Mahler Chamber Orchestra, Les Concert des Nations o la Orquesta Nacional de España.

El concierto  se abrió con una fanfarria para vientos, comisionada al compositor York Höller, quien compuso Entrée für Blechbläser. Esta obra acompaña a otras once piezas de autores actuales que han servido para abrir los conciertos de la presente temporada de la Gürzenich-Orchester. En apenas tres minutos los vientos-metal de la formación recrearon un ambiente de carácter intemporal en una dinámica reposada donde por momentos sobresalían las distintas secciones, destacando referencias a la música de Giovanni Gabrieli.

La segunda obra del programa fue el Concierto para violín y orquesta en re menor W. 23 de Robert Schumann, una obra menos interpretada que sus homónimos de Beethoven, Mendelssohn o Brahms debido a su historia de olvido y ostracismo, pero igualmente interesante. Como solista hacía su primera aparición en el Palacio de Carlos V la violinista Isabelle Faust, que llenó el escenario  con su perfecta técnica y su elegancia para ofrecer una magnífica versión de esta obra. El dominio de todos los aspectos del violín, desde el fraseo a las dobles cuerdas,  y la perfecta comprensión de la partitura que demostró en su interpretación cautivaron a la audiencia. Fue precisa en los pasajes virtuosísticos y presente en la definición de su discurso, que a menudo interacciona con una densa escritura orquestal.

Cabe destacar la belleza del lírico “Langsam” central, en el que Faust extrajo toda la esencia del violín y la puso al servicio de la línea melódica, o el enlace sin solución de continuidad con el rítmico y animado movimiento final, de aires danzables y consagrado casi en su totalidad a la fuerza expresiva de su instrumento. Por su parte, François-Xavier Roth equilibró acertadamente los efectivos orquestales, extrayendo un timbre bello y potente de la orquesta pese a que, por momentos, faltó potencia en las cuerdas graves.

El programa se completó con la Sinfonía núm. 2 en do mayor op. 61, también de Schumann, un cambio de última hora en lugar de la obra de Bruckner originalmente prevista. François-Xavier Roth dirigió una versión brillante y llamativa en los tempi y los matices, que si bien consiguió el objetivo de agradar al heterogéneo público del Festiva, por momentos mostró cierta descompensación entre los efectivos tímbricos. Los metales, conocedores de su potencia y de la importancia que les confiere Schumann al introducir el motivo inicial del “Sostenuto assai”, estuvieron demasiado presentes, evitando que las cuerdas crearan de forma orgánica su respuesta.

Aun así, el primer movimiento fue monumental por la riqueza orquestal que el autor derrocha en él, y que Roth al frente de la Gürzenich-Orchester Köln supo explotar. El animado y humorístico “Scherzo-allegro vivace” fue atacado muy vivamente por el director, que consiguió mantener un perpetuum mobile hasta el final del mismo, si bien en ocasiones se antojaba atropellado. Mucho más acertado estuvo el “Adagio espressivo”, en el que pudimos disfrutar, en sonoridades menos expansivas, de la delicadeza en el diálogo entre cuerdas y vientos-madera. Concluyó François-Xavier Roth con un exuberante “Allegro moto vivace” final, una explosión de sonoridades conducentes a culminar lo que debió haber sido la apoteosis del romanticismo, si bien echamos de menos una mejor definición de los planos sonoros en la textura orquestal.

Director y orquesta recibieron con agrado los aplausos del público asistente, quizás no tan efusivos como en noches anteriores, pero sinceros y reconocidos hacia el esfuerzo realizado. Pletórico por ello y visiblemente emocionado, François-Xavier Roth se dirigió al público para agradecer al Festival de Granada y  a su director, Antonio Moral, su apuesta por la música europea en tiempos de pandemia, ofreciéndoles la oportunidad de tocar en el Festival, no sin esfuerzos y dificultades; iniciativas como ésta han mantenido vivo el mundo cultural, y vuelven a llenar auditorios como el Palacio de Carlos V con buena música y las mejores esperanzas.

Gonzalo Roldán Herencia

 

70 FESTIVAL DE GRANADA

Programa: York Höller, Entrée für Blechbläser; Robert Schumann, Concierto para violín y orquesta en re menor W. 23 y Sinfonía núm. 2 en do mayor op. 61.

Gürzenich-Orchester Köln

Director: François-Xavier Roth

Solista: Isabelle Faust (violín)

Fecha y lugar: Palacio de Carlos V, 09 de julio de 2021

 

Foto: © Festival de Granada | Fermín Rodríguez

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