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Crítica / El Mesías de Haendel, en fechas obligadas - por Ramón García Balado

A Coruña - 14/12/2023

Compromiso de fecha una vez más con el universal oratorio El Mesías de G. F. Haendel con la Orquesta y Coro de la Sinfónica de Galicia, bajo las direcciones de Javier Fajardo-coro- y Carlos Mena-orquesta y contratenor-, destacando como solistas la soprano Jone Martínez, el tenor J.Antonio Sanabria y el bajo-barítono Andreas Wolf, y la participación del Coro Joven de Danel G.Artés.

En lo interpretativo, una excelente pareja por oficios compartidos como la soprano Jone Martínez, dotada de un timbre refulgente y un fiato comedido y precisas agilidades y el contratenor Carlos Mena, maestro que conserva sus cualidades para funciones como las seguidas, y que había dejado resultados como la recuperación del Requiem in memoriam de Camôes, de Joâo Bomtempo o un programa a su medida con obras de Gesualdo, A. Caldara y A. Vivaldi. J. Antonio Sanabría, tenor, preciso en el espacio del registro medio y una atención al texto poético exigido en un cantante que destaca particularmente en otro género. El bajo-barítono Andreas Wolf, fue esa voz con recursos para los pasajes de los roles de nervio y prestancia, aunque se le hubiese exigido más contundencia y solidez en el registro grave.

Oratorio que recibimos en otras temporadas en interpretaciones como The Sixteen, de Harry Christophers o el Rias Kammerchor y la Friburg Baroc Orchesta, con Marcus Creed, por citar a dos de gran relevancia. Haendel en este período inglés probaría con trabajos alimenticios como cumplidos duetos italianos sobre textos amorosos ligeros, mientras soportaba los temores a una despedida de Londres como fatal desenlace a un momento crítico, fue Jennens quien le tentó para que volviese al oratorio como informaría su amigo Edward Holdsworth a pesar de su firme rechazo. El libreto de El Mesías pudo languidecer sin prestarle atención como había hecho con Saúl, mediando con ello el sorprende encargo de Irlanda. William Cavendish, representante de la Corona, había limitado sus oficios a simples mejoras arquitectónicas en Dublín y sería un personaje marginado por la historia de no haber invitado al músico en nombre de eminentes sociedades locales, para participar en la temporada siguiente de oratorios. El Mesías sobre libreto de Jennens sirvió a Haendel para adentrase en la obra en tres partes que completará en tres semanas.

Obra ocasional, resultará a la postre un testimonio irrepetible, en calidad de único oratorio genuinamente sacro aunque para Jennens, no pasaba de ser un entretenimiento, quintaesencia teatral de un creador curtido en el medio escénico, bregado en temas de bandos enfrentados (israelitas contra filisteos, por un decir) y sin un protagonista concreto, combinando el texto la profecía y su realización. La entente del libretista y Jennens, merece mayor reconocimiento del que se le concede, evitando el énfasis que se otorga al coralismo de Israel in Egypt, de parecidas proporciones. El Mesías ofrece mayores elementos corales exceptuado el mentado tanto el Viejo como el Nuevo Testamento están entremezclados con sabiduría. La ventaja para Jennens, es que el músico elaboró su parte de forma continuada sin usuales alteraciones. La orquestación original, se limitaba a la cuerda y a un único instrumento a solo, la trompeta, utilizada en una única ocasión. Los oboes y fagotes, se añadieron en Londres, doblando la cuerda en los coros. La oportunidad para el lucimiento vocal también estuvo limitada, componiendo primero cuatro arias da capo, que después redujo a dos: He was despises y The trumpet shall sound. Circunstancias excepcionales por su desconocimiento de los medios de Dublín y que aprovechó con solvencia. Se aceptaba como detalle el figuralismo teatral logrado por su discreción en apuntes instrumentales como en el coro de Ángeles Glory to God. Obra compuesta en tan breve espacio de tiempo, sorprende por los escasos detalles tomados de otros oratorios o algunos de la serie de duetos italianos en los coros.

La ligera utilización antifonal de las voces en All we like sheep; His yoke is easy; And He shall purify, resultará  un contraste precioso de estilo grandioso con respecto a otros coros de la obra, aunque en su adaptación obligaría al autor a retorcimientos idiomáticos en For unto us a Child is born.

Pequeños problemas de acentuación sobre el texto. En el formato tradicional de libretos dedicados a las óperas, en concreto en los de Milton y Dryden, se había servido de una sola idea o Affect, en el que cimentará la unidad musical. La flexibilidad de los tratamientos corales, pudo acomodar cambios sorprendentes como el All we like sheep; Lift up your heads o And the Lord hath laid on him. El estado impreciso de los manuscritos haendelianos, las tachaduras y borrones y alteraciones serán producto de la tempestuosa creación para fiarse de cualquier perfil biográfico. En la primera representación en Dublín, no faltaron entusiastas elogios auspiciados por la excitación y de la que dieron fe cabeceras como el Dublin Journal, el Dublin Newsletter o la Dublin Gazette. Lo sublime, lo grande y lo tierno, eran conceptos que sintetizaban el alcance de los logros. De pareja similitud con las poderosas adaptaciones de las Pasiones de J.S. Bach, El Mesías, tanto en lo narrativo como en lo reflexivo mantiene el paralelismo gracias a la destreza teatral de Haendel, en las secciones donde prima la acción.

Aspectos como el de los imaginarios  pastores adormilados que se sobresaltan deslumbrados por la aparición angelical en Glory to God, ofrecían una escena contundente  por la primera aparición de trompetas y que tantas veces, suele pronunciarse fuera de escena llegando a la pronunciada elocuencia de la  deslumbran transición del pasaje de la Pifa,  interludio pastoral que cubre la situación del pánico humano hasta la celebración celestial colectiva. Una primera parte con arias esplendorosas: Every  valley shall be -tenor-; But who may abide the day of His coming- bajo- y  O thu, that tellest good tidins to Zion- en la voz del contratenor, Carlos Mena-  Menor será el dramatismo aunque resueltamente efectivo es la ardiente secuencia de la crucifixión en la segunda parte con el lamento He was despises; las temibles burlas de la multitud He trusted in God: let Him deliver him o el insoportable padecimiento en Thy rebuke hath broken his heart. Tres coros destacaron por su ánimo profundamente contrastado, y sería el momento para la reafirmación de los coros de Javier Fajardo en: Surely He hath borne our griefs; And with His stripes we are healed y All we like sheep have gone astray, una confesión de indignidad colectiva de la que los oyentes asisten como partícipes; And the Lord hath laid on Him the iniquity of Us  se expresaron pues con precisos tonos consternados y susurrantes, que no disimulaban la culpabilidad colectiva.

 Un estado de ánimo que se transformaría en Lift up your heads, en donde las energías nos elevaría al éxtasis con el arrebato entusiasta hacia el deslumbrante  y popular Hallelujah, reforzado por el poderío de las trompetas. De otras arias,  mención de gracia desde la de tenor Behold, and see the if there be any y But Thou didst not leave His soul in hell, a la de bajo Tou art gone up high.

La tercera parte, devendría  más personal y contemplativa afirmándose con el aria   I know that my Redeemer liveth- con la soprano Jone Martinez, adornada a partir de una cuarta ascendente que en su transcurso recurre al inicio de la Primera parte Confort ye, en la  misma tonalidad. La serenidad de Redeemer, culminaba una afirmación y celebración, con el recitativo ensoñador Behold, I tell you a Mistery, reafirmado por la sonoridad de trompeta en The trumpet shall sound- Andreas Wolf- y O death, where in thy sting?, el dúo entre tenor y contratenor. Una pujante gran secuencia protagonizada por el coro se resolvía  en recitativo colectivo con Worhty is the lamb, que se enaltecería  en el pasaje Blessing and honour, glory and power be unto  Him, cumpliendo el final el Amén coral que lleva a El Mesías al climax absoluto.

Ramón García Balado

 

Jone Martínez, Carlos Mena, J. Antonio Sanabria y Andreas Wolf.

Orquesta y Coro de la Sinfónica de Galicia. Directores: Carlos Mena y Javier Fajardo

Haendel: El Mesías

Palacio de la Ópera, A Coruña

 

Foto: la soprano Jone Martinez.

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