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Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / El hombre de las mil caras (Pierre Laurent Aimard) - por Gonzalo Pérez Chamorro

Madrid - 04/12/2020

El cartel de este concierto, en principio, incluía, además del pianista francés Pierre Laurent Aimard, a Jean-Guihen Queyras (violonchelo) y Mark Simpson (clarinete), que por las restricciones de movilidad derivadas de la actual situación sanitaria tuvieron que cancelar su presencia en Madrid, en el Auditorio 400 del Museo Reina Sofía, que es donde se lleva a cabo el formidable Ciclo Series 20/21 del Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM).

Por tanto, vía libre para que Aimard articulara el programa con creadores cercanísimos  a él y lo dotara de la personalidad de sus interpretaciones, llevadas a cabo con una pasión desbordada, gesticulada y despeinada, impropia de quien a primera vista aparece ante el público tan correctamente peinado. Pero si Messiaen le agita, Benjamin le agota y Kurtág le sosiega, es con Ligeti con quien enloquece, llegando a gesticular con mil caras ante los desafíos sonoros, técnicos y expresivos del húngaro. Y fueron estos cuatro genios sobre los que Aimard expuso su incomparable pianismo.

El Messiaen de Aimard proviene de la misma Yvonne Loriod, maestra del pianista de Lyon. Y si los pájaros exóticos de Loriod y otros reputados intérpretes bebían de las fuentes originales, las interpretaciones de Aimard van más allá, pues conjuga el idiomatismo puro de la tradición Messiaen-Loriod con la estrechísima vinculación que tiene Aimard a los lenguajes pianísticos vanguardistas (Carter, Birtwistle, Boulez o Lachenmann, entre otros, además de los propuestos en este programa). Es por eso que su Le Traquet Stapazin, la collalba rubia, llenara todo el auditorio con su peculiar sonoridad y su apasionada mezcla de misticismo y ornitología sonora, especialmente en el tramo final de ésta, una de las piezas más largas del Catalogue d'oiseaux.

Con Shadowlines - Six canonic preludes (2001), George Benjamin lleva el piano a sus límites, en una simbiosis de tradición y modernidad propia de un grandísimo compositor. Dedicada al propio Aimard, que la toca desaforadamente, ejecutando cada variación de manera prodigiosa y eliminando la hojarasca para dejar el camino limpio al oyente. Toda una experiencia irrepetible.

Hablé no hace mucho en estas páginas del estreno de Kurtag de su reciente ópera Fin de Partie; y estos fragmentos de Játékok (1973-), ciclo pianístico personalísimo del húngaro con miniaturas de aire poético, es un ciclo que está tan vivo como abierto, pues Kurtag va incorporando, con su habitual parsimonia, nuevas obritas a esta colección que nació junto a su querida y ya fallecida esposa Márta. Aimard las tocó como si las hubiera tocado junto a ellos, como si compartiera un café en el salón de los Kurtag, mientras ambos tocaban a cuatro manos estas obras aparentemente irrelevantes pero que están llenas de vida, como Passio, una revelación emocional casi “indecorosa” para la economía de medios con que escribe habitualmente el húngaro.

Y fue con otro húngaro, con Ligeti, donde las caras de Aimard se revelaron una tras otra. Si se compara el Sostenuto inicial de Musica Ricercata que el francés grabó para Sony (versión de referencia, no hay duda posible) con la interpretada la otra noche, el bagaje ha hecho mella en Aimard, que hace un Ligeti que sobrepasa todas las cuestiones y medidas posibles. Fue tal la exhibición, que es imposible detallar que sintió el que escribe al escuchar como predicaba la palabra de Ligeti su santo profeta.

Despeinado, gimiendo y gruñendo, cuando volvió a pisar tierra firme una vez acabado el recital, el pianista, ya calmado (ciertamente le costaba volver a ponerse y quitarse la mascarilla para entrar y salir del escenario, una acción un tanto ridícula), nos regaló un estreno mundial de Kurtag, la última incorporación a los Játékok, Kleine Ligatura für Márta, que interpretó sobre unas anotaciones a medio camino entre pautadas y anotadas. Y a este estreno, con su habitual sarcasmo, añadió dirigiéndose al público "A bit more notes...", interpretando dos Estudios más de Ligeti y, como colmo de la ironía, se despidió con un “breve” Kurtag, es decir, una cadencia con dos acordes, nada más, como un “hasta pronto Madrid”.

Gonzalo Pérez Chamorro

Pierre Laurent Aimard

Obras de Messiaen, Benjamin, Kurtag, Ligeti.

Auditorio 400, Museo Reina Sofía

Ciclo Series 20/21, Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM)

Foto © CNDM / Rafa Martín

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