Si “Dios ha muerto”, como proclama una pintada al hacerse la luz en la escena tras un oscuro absoluto, habrá que reinventarlo para que el mundo siga su rumbo. De esa premisa parte la producción de El Oro del Rin, prólogo del nuevo Anillo de Richard Wagner para la Ópera Estatal de Baviera, que abrió en el teatro muniqués la actual temporada para, en las tres sucesivas, ir desgranando el resto de la Tetralogía wagneriana. Una sólida propuesta recuperada para cerrar esta edición del prestigioso Festival lírico de verano, que el año próximo se anota siglo y medio de vida.
Concebido para el mismo coliseo donde se estrenó en 1869, el trabajo está firmado por Tobias Kratzer, desde el próximo otoño nuevo director artístico de la Ópera Estatal de Hamburgo. Kratzer plantea el futuro inmediato de la religión, ese opio del pueblo según Marx, ante dos realidades: el cataclismo tras haber sido derrocada la hasta ahora vigente iglesia y la alternativa posible, desempolvando para ello un puñado de dioses de tradición pagana, en su momento honrados en el lugar que ahora, como en su particular Walhalla, viven almacenados tras el retablo del templo catedralicio cuyas hornacinas, vacías tras el reciente derrocamiento, podrían volver a ocupar.
Para su relato, Kratzer articula los personajes wagnerianos en dos facciones: una laica, pensante y manipuladora, encabezada por los pseudosacerdotes Fafner y Fasolt, dispuestos a instaurar la nueva religión, recurriendo a los medios de marketing a su alcance, merchandising incluido, capitalizando desde la sombra la locura del poder descontrolado. En la otra parte, una saga nórdica con imaginería de comic e ideas obsoletas, estructurada en rara jerarquía de acuerdo con cánones mitológicos. Para asumir el papel superior, nadie mejor que un dios defenestrado, que acepte el juego a cambio de recuperar su poder: un Quijote recorriendo el mundo para una puesta al día, que aceptará encantado las ofertas que, como el diablo en las tentaciones bíblicas, le tenderá su escudero Loge, poniendo a sus pies las fuerzas y las debilidades que siguen moviendo el Universo: el poder y el dinero. Engrasadas por un dosificado juego, a veces perverso, de amor, según se trate de su esposa, la sapiente y resignada Fricka o la visionaria Erda, cuyas admoniciones concuerdan con los anatemas lanzados por las abatidas Hijas del Rin, profetizando el final de la era tras desposeerlas como guardianas del oro que desencadena el juego de la codicia. S
erá el primer escalón para el descenso hacia una vorágine que todos conocemos de acuerdo con lo que Wagner dejó escrito, pero cuyo proceso ahora, según el evangelio de Kratzer, ignoramos. Expectantes hasta que en junio de 2026 nos desvele el próximo paso en una nueva entrega concretizada en La Walkiria.
Del apartado musical, poco cabe decir, si en el foso está el concienzudo Vladimir Jurowski, que desde que asumiera el papel de director general de música en la Ópera de Munich en 2021 no se había planteado hasta ahora acometer la obra de un compositor tan trascendental en la capital de Baviera como Wagner. Que lo ha disfrutado era patente, viendo como seguía a los cantantes, impulsándoles con sus gestos: batuta en la mano derecha para la orquesta, exhibiendo con destreza los temas que motivarán el resto de la saga, y controlando con la izquierda las entradas de las voces.
De este grupo cabe destacar, de acuerdo con la respuesta del público, la tripleta de vencedores de la noche que, de menor a mayor, correspondería, como perverso Alberich, al reconocido bajo barítono Martin Winkler, sobrecogedor en la escena de la reconversión de sapo que interpreta desnudo. Seguidamente, por su fraseo y clara emisión a Loge, el tenor norteamericano Sean Panikkar. Tras él, encabezando el pódium como Wotan, su paisano Nicholas Brownlee, el joven bajo barítono revelación, que hace unos meses deslumbraba en Valencia y posteriormente en este mismo escenario en el papel titular de El Holandés Errante.
Frente al frívolo Wotan, el punto realista lo bordaron dos voces graves de peso probado, la mezzo rusa Ekaterina Gubanova como la consecuente esposa y la contralto alemana Wiebke Lehmkuhl como la reflexiva Erda. Destacables también las intervenciones de Matthew Rose y Timo Riihonen (Fasolt y Fafner) y, como hijas del Rin, Sarah Brady, Yahie Zhang y Verity Wingate.
Juan Antonio Llorente
Nicholas Brownlee, Martin Winkler, Sean Panikkar, Wiebke Lehmkuhl, Ekaterina Gubanova, Matthew Rose, Timo Riihonen, Sarah Brady, Yajie Zang, Verity Wingate, Ian Koziara, Milan Siljanov, Matthias Klink.
Bayerisches Staatsorchester y refuerzos de la Bayerisches Staatsoper /Vladimir Jurowski.
Dir. Escén. Tobias Kratzer.
Das Rheingold.
Richard Wagner Festival de Ópera 2025.
Nationaltheater Munich. 28 julio 2025.
Foto © Geoffroy Schied