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Crítica / El brillo colaborativo a través de la resurrección - por Luis Suárez

Tarragona - 24/11/2025

La Segunda Sinfonía de Mahler representa un paso adelante en la dirección de expansión con respecto a la Primera. Sus enormes recursos: una gran orquesta, solistas soprano y contralto, coro y órgano, así como su tema épico de muerte y resurrección, representan a Mahler en la cima de su estilo y estética de gran ímpetu. El tema transformador empleado aquí se convertiría con el tiempo en el hilo conductor de todas sus sinfonías posteriores. Es la quintaesencia de Mahler y abarca un vasto panorama de estilo y emoción, culminando en uno de los finales más impresionantes y conmovedores del repertorio sinfónico.

Al igual que la Primera Sinfonía, la Segunda de Mahler comenzó como un poema sinfónico en un solo movimiento, Todtenfeier (Ritos Funerarios). En una ocasión, Mahler comentó que este poema sinfónico representaba el funeral del héroe de su Primera Sinfonía. En algún momento de 1893, Mahler decidió expandirlo para convertirlo en una sinfonía. Comenzó componiendo un Andante y expandiendo su reciente canción para el Wunderhorn, “Des Antonius von Padua Fischpredigt” (El sermón de Antonio de Padua a los peces), convirtiéndola en un scherzo orquestal. En este punto, Mahler tuvo dificultades para encontrar un final lo suficientemente potente como para equilibrar la ya de por sí enorme estructura sinfónica. Resolvió el problema al descubrir el coral “Resurrección” de Klopstock. Tras crear la progresión desde la muerte de Todtenfeier, ahora el primer movimiento, hasta el tema de la resurrección del Finale, Mahler unió la obra con otra canción para el Wunderhorn, “Urlicht” (Luz Primigenia). La utilizó íntegramente, con voces, y la excluyó de la colección publicada de Canciones para el Wunderhorn. La estructura estaba ahora completa. Es la obra cumbre de los primeros trabajos de Mahler y su composición más popular hasta esa fecha.

Allegro maestoso. Este movimiento, de gran envergadura e inusual, está escrito en una forma sonata enormemente expandida. El marcado contraste entre el material de marcha fúnebre y el segundo tema lírico, de carácter himnótico, establece el tema de toda la sinfonía.

Andante moderato. La estructura de danza alterna un Ländler melódico y de carácter folclórico con dos Tríos más agitados. El Ländler, según el programa original de Mahler, representa la “imagen de una hora de felicidad ya extinta”, mientras que los Tríos evocan la muerte.

“In ruhig fliessender Bewegung” (Fluyendo en silencio). Este movimiento comparte el mismo tema que la canción de la que deriva: la futilidad y la falta de sentido de la vida. La canción de San Antonio impregna las secciones principales, mientras que los Tríos representan, respectivamente, la falsa alegría y el falso sentimentalismo. 

“Urlicht”. En un sutil giro, Mahler da un vuelco espiritual completo al Scherzo sardónico precedente. Es un himno extático de profunda belleza, tan poderoso en su brevedad que transforma el amargo ambiente de lo sucedido hasta ahora en la latente esperanza de lo que vendrá.

“En tempo de scherzos. Impulsado con ímpetu”. (En tempo de scherzo, con ímpetu). El inicio es un grito de disgusto ante la difícil situación de la humanidad, pero pronto da paso a una evocación amplia e inquietante de la naturaleza y la última trompeta que despierta a los muertos. Esto se expande en una marcha típica que culmina con un retorno al grito de disgusto”, antes de ceder definitivamente al coral de la “Resurrección” y a la conclusión triunfal.

El resultado de la colaboración entre el Coro y ambas Orquestas exhibe un lirismo fluido y una fuerza motriz que la convierten en una experiencia estimulante, completa y enriquecedora en su conjunto. La dirección de Grau, en sus cambios de tempo en el primer movimiento, resultan sorprendentes por momentos, y la riqueza del discreto sonido “estéreo”, por la colocación del coro sobre el anfiteatro de la sala, es una maravilla, con una vívida separación entre voces e instrumentos que sorprende al oído. El conjunto instrumental delinea la música con exquisito detalle: la interpretación de las trompas y las flautas en el quinto movimiento, y el canto del Coro Nacional de Colombia, son espléndidos. Casi sería posible perder de vista el conjunto entre los detalles de las distintas partes, de no ser por el ímpetu colectivo de los intérpretes. Su trabajo resulta homogéneo, completa y armoniosa. Desde el principio, queda claro que Grau tiene algo importante que decir musicalmente, y sus frases, dinámica, articulación y manejo del equilibrio orquestal son inmediatamente perceptibles y distintivos, demostrando la clara conexión con sus músicos. Los detalles de la partitura se hacen patentes en la interpretación, a menudo con matices inesperados y deliciosos cambios de color, controlando el ímpetu y el ritmo de la sinfonía con gran cuidado. En definitiva, una interpretación completamente absorbente y conmovedora.

Luis Suárez

 

Katja Maderer, soprano. Martina Baroni, mezzosoprano. Coro Nacional de Colombia.

Franz Schubert Filharmonia. Orquesta Sinfónica Simón Bolívar.

Tomàs Grau, director.

Mahler, Gustav. Sinfonía nº2 “Resurrección”

Teatre de Tarragona.

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