El ciclo Satélites de la Orquesta y Coro Nacionales de España elevó su nivel artístico para ofrecer una velada de deliciosas creaciones de Johann Sebastian Bach a las órdenes de uno de los más experimentados músicos del panorama de las músicas históricamente informadas de este país, Josetxu Obregón.
El programa ofreció tres de las cantatas tempranas de Johann Sebastian Bach compuestas entre los años 1724 y 1726 con un orgánico instrumental de dos oboes, cuerda y continuo que completa a la escritura vocal.
Para ello, Obregón se rodeó de algunos de los talentos individuales excepcionales que poseen algunos de los componentes de la OCNE, confeccionando un reducido conjunto camerístico con el que perfectamente pudiera comenzar con éste una serie de interpretaciones altamente satisfactorias, parejas a la de los grupos especializados que parecieran adueñarse de este repertorio actualmente.
Tanto instrumentistas como solistas vocales encontraron en esta velada una ventana abierta de par en par que permitió un constante y libre tránsito de la maravillosa música bachiana y de sus inspiradas interpretaciones, que asombraron al entusiasta público que agotó semanas antes las entradas de la sala de cámara del Auditorio Nacional.
El grupo instrumental, que conformó una pequeña orquesta de cámara, similar en tamaño a lo que nos solemos encontrar en este repertorio, estuvo conformado por dos violines primeros, dos segundos, viola, violonchelo, contrabajo, dos oboes, más el clave y el órgano. El cuarteto vocal se encargó tanto de las partes solistas como de los números de conjunto, como los coros y los corales.
La soprano Paloma Friedhoff mostró un limpio, dúctil y expresivo discurso musical con una naturalidad en su fraseo, y mantuvo una solvente técnica vocal que le permitió elaborar un fraseo de igualdad absoluta en cualquier registro. Estuvo especialmente delicada en sus aria Mein Jesus will es tun de la cantata BWV 72, manteniendo un diálogo musical realmente hermosos con el oboe.
Pudimos escuchar asimismo a la mezzosoprano Beatriz Oleaga, quien muestra un sólido, bello y trabajado instrumento vocal, a la par que su fraseo resulta siempre coherente, apoyado en un dominio férreo del control del aire que le confiere un desarrollo primoroso de cada melodía. Uno de los momentos más inolvidables de la velada fue su interpretación del aria Wie furchtsam wankten meine Schritte de la cantata 33, una joya bachiana tan hermosa como sorprendente, en donde su arrebatadora escritura vocal dialoga con una fabulosa línea escrita para el violín solista, mientras la cuerda les acompaña en pizzicato. Debemos destacar la interpretación del violinisita Joan Espina, de hermoso sonido y conjunción y respeto absolutos con la solista.
Como tenor solista contamos con la participación de Ariel Hernández, quien demuestra en cada intervención una sutileza, expresividad y luminosidad tan formidables como únicas, que unidas a la belleza de su timbre resultan en unas interpretaciones excepcionales. Su interpretación del aria Seht, eas die liebe tut de la cantata BWV 85 fue especialmente memorable, pero el recitativo que lo precede fue de igual modo luminoso y especial.
El barítono Enrique Sánchez-Ramos completó el cuarteto vocal solista de la velada, mostrando su timbrada voz de notable volumen y seguridad en su proyección. Cada intervención suya resulta tan satisfactoria como firme, manteniéndose en el nivel de exigencia técnico tan alto de sus colegas.
Debemos resaltar además la conjunción y el equilibrio vocal de los cuatro cantantes en los números de conjunto, que efectuaron un loable ejercicio de música de cámara en los coros y corales, en donde fueron especialmente reseñables sus fugatos, de transparente forma, así como la brillantez de sus sonoridades. Además el equilibrio con los instrumentistas en los momentos de tutti se desarrolló con completa naturalidad y sin ningún obstáculo.
El conjunto instrumental contó con la participación de algunos de los músicos realmente talentosos de la Orquesta Nacional de España que mostraron una interpretación fiel al estilo barroco, incluso incorporando algún arco barroco a alguno de su atriles eliminando además el excesivo vibrato que no resulta adecuado en este repertorio. El resultado fue una orquesta de cámara tan entusiasta como apropiada en cada pasaje y en cada compleja elaboración ideada por Bach. Sus intervenciones estuvieron en constante diálogo con los cantantes, quienes fueron el referente estilístico de las composiciones.
Además del concertino, debemos destacar las intervenciones solistas de los dos oboes, Víctor Ánchel y José María Ferrero, de hermosísimo sonido y fraseo ejemplar, además del concurso del violonchelista Josep Trescolí, quien conformó un tándem rotundo y de eficaz fraseo y articulación con el contrabajista Guillermo Sánchez en el bajo continuo, además de contar con la participación del organista y clavecinista Daniel Oyarzabal, quien estuvo realmente inspirado en la diferenciación de cada uno de los dos instrumentos, otorgando un colorido sutil y de discurso natural a los recitativos.
Quien logró aunar a estos sobresalientes talentos en una conjunción ejemplar y llena de estilo fue Josetxu Obregón, quien con gesto claro y atento desgranó las complejas partituras de Bach, marcando de un modo seguro cada entrada del entramado y diferenciando los distintos planos sonoros, manteniendo siempre al discurso vocal como el elemento principal sobre el que está conformada cada cantata. Quizás hubiera sido necesario un mayor control del volumen instrumental en los momentos más dolces y sutiles desempeñados por los solistas vocales. Fue un momento realmente destacable cuando el bajó del podio para tocar la parte de violonchelo piccolo obbligato en el aria Jesus ist ein guter Hirt de la cantata BWV 85, que confirió al conjunto de una especial y colorista interpretación y en donde pudimos disfrutar de las excelentes y únicas dotes que como violonchelista posee Obregón, y que tanta popularidad confieren a sus interpretaciones.
El público que abarrotaba la sala respondió prolongadamente de un modo apasionado con sonoros vítores y aplausos a los intérpretes, quienes ofrecieron como propina el hermoso Coral Jesus beibet meine Freude de la cantata BWV 147 de Johann Sebastian Bach.
Simón Andueza
Cantatas tempranas de Leipzig
Paloma Friedhoff, soprano, Beatriz Oleaga, mezzosoprano, Ariel Hernández, tenor, Enríque Sánchez-Ramos, barítono.
Grupo de cámara de la ONE, Josetxu Obregón, violochelo piccolo y dirección.
Ciclo Satélites. Sala de Cámara del Auditorio Nacional de Música, Madrid. 10 de diciembre de 2025, 19:30 h.