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Crítica / Destilando sabiduría musical - por José Antonio Cantón

Alicante - 31/01/2025

De todo un acontecimiento hay que valorar la actuación de András Schiff con la orquesta Cappella Andrea Barca en el Auditorio de la Diputación de Alicante (ADDA) en un concierto que ha tenido por título “El imperio de la Inspiración Magistral” dedicado a obras de dos de los grandes genios de la historia de la música como son Juan Sebastián Bach y Wolfgang Amadeus Mozart. Los integrantes de esta formación con sede en la ciudad italiana de Vicenza los seleccionó este magnífico intérprete el año 1999 para grabar la integral de los conciertos de piano de Mozart, manteniéndose desde entonces como un referente entre los grupos instrumentales en los que la prioridad es hacer música con criterios camerísticos que permitan resaltar las capacidades solísticas de cada uno de sus componentes, hecho que la distingue de la mayoría de los conjuntos instrumentales de semejante formato.

La excelencia que se deriva de tal ideal estético quedó reflejada de inmediato con el planteamiento que determinó el pianista húngaro en el Quinto Concierto de Brandemburgo en Re, BWV 1050 de Bach asumiendo el absoluto protagonismo que el compositor reafirma en la gran cadencia de su primer movimiento que, con esa naturalidad resultante de un intérprete que hace suyos los postulados creativos, expuso con tan alto grado de belleza que justificaba con creces la transcripción al piano romántico de una obra pensada originalmente para la sonoridad del clave. Las voces desempeñadas por cada mano estaban perfectamente diferenciadas dentro de la riqueza armónica de la obra con la que el compositor quiso dar prioridad al teclado contraponiéndolo en toda su dimensión polifónica a la del cuerpo orquestal. Quedaba así una vez más de manifiesto cómo el pensamiento musical de Bach tiene esa rara cualidad de adaptarse a cualquier enfoque estilístico.

Con idéntico resultado hay que valorar la ejecución del Concierto para flauta, violín, teclado y cuerda en La menor BWV 1044 también de Bach que abría la segunda parte de la velada. El piano se erigió en centro de atención en el allegro inicial, sin que la flauta y el violín perdieran prestancia en las breves explicaciones y contracantos a la línea melódica que surgía del teclado, activado con auténtica maestría por András Schiff, haciendo fácil la densa elocuencia musical que en este movimiento quiere destacar el compositor. En el Adagio ma non tanto e dolce, los tres instrumentos equipararon sus intervenciones acentuándose así el sentido concertante al repartirse el material musical de manera más proporcionada, lo que favoreció se resaltara el aspecto camerístico de su contrapuesto discurso sobresaliendo sobre la sonoridad de la orquesta. Ésta se manifestó brillante en el tiempo final Alla breve, permitiendo que su aire fugado generara en el oyente una sensación de muy agradable autenticidad estilística que particularmente me hizo recordar el registro que Gustav Leonhardt realizó para la prestigiosa serie Das Alte Werk del sello fonográfico Telefunken.

Al piano se le brindó su verdadera razón de ser en las dos obras concertantes de Mozart, favorecido por uno de los intérpretes que más y mejor han transmitido la escuela vienesa, que podría personificarse en dos pianistas legendarias de la pasada centuria: Clara Haskil y Lili Kraus. En el Concierto en Do mayor, K 503 András Schiff se mostró enérgico tanto en la dirección como en el teclado, dando una dimensión sinfónica al amplio allegro que adquiría en su presentación un grandilocuente carácter dramático, casi operístico, para continuar el piano con una intimidad expresiva de iridiscente equilibrio armónico, dialogando con la sección de madera que se mostraba con singular belleza realzando las entradas y salidas de las tonalidades menores de su discurso hasta confirmarse de manera triunfante la armadura en Do en su conclusión, pasaje que llevaba a pensar en la imponente Sinfonía “Júpiter”. El Andante intermedio lo dirigió como si de una fantasía se tratara, volviendo a destacar el viento-madera en su misión de reafirmación discursiva ante la que Schiff se opuso desplegando toda su capacidad de ornamentación en la ejecución de los magistrales adornos que determina el autor. En el Allegretto jugó con su aparente sencillo carácter popular transformándolo en una exquisita exposición de abstracta elaboración, adentrándose en la personalidad del compositor con ese grado de atracción que sólo tienen los grandes intérpretes de Mozart, ofreciendo toda la riqueza de textura, variedad dinámica y apasionada articulación que contiene asombrando al auditorio.

No menor fue la impresión con la obra que cerraba el programa, el Concierto para piano y orquesta en Do menor, K 491 del mismo compositor, con el que se pudo disfrutar de su magnificencia como inigualable genio del arte musical. Destilando verdadera sabiduría, Sir András Schiff se adentró en el dramático lenguaje expresivo de la obra dando toda una pianística lección magistral de todos los rasgos que Mozart concentra en sus pentagramas, logrando un alto perfeccionamiento en la exposición de su variada temática así como destacando la claridad con la que expuso sus amplios desarrollos y diversas modulaciones, confirmándose el extraordinario trabajo de preparación del piano en afinación y entonación realizado por Patrick Hinves. En el tercer movimiento, Allegretto, el director y pianista hizo que la Capella Adrea Barca destacara en sus variaciones a través de las combinaciones y mixturas tímbricas desarrolladas particularmente por el viento-madera, sección instrumental que alcanza un nivel de verdadera excelencia en esta orquesta.

Para finalizar y como asombroso regalo Schiff ofreció al piano una sustancial recreación del ricercare que anima como célula primigenia la asombrosa Ofrenda musical, BWV 1079 que Juan Sebastián Bach extrajo de un motivo musical que le expuso el rey de Prusia Federico II el Grande, poniendo excelsa rúbrica a esta velada mágica que será recordada siempre como uno de los conciertos cumbre de la historia del ADDA.

José Antonio Cantón

 

Cappella Andrea Barca

Sir András Schiff (dirección y piano)

Obras de Juán Sebastián Bach y Wolfgang Amadeus Mozart

Auditorio de la Diputación de Alicante (ADDA). 24-I-2025

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