Música clásica desde 1929

 

Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / De Gabrieli a Weill, a lomos del metal - por Luis Mazorra Incera

Madrid - 15/05/2022

Leer encabezando un programa Giovanni Gabrielli, es respirar hondo y empezar con buen pie. El arreglo de Canzona per sonare a quattro sonó, además, fresco y natural. Una eficaz, moderada y bien dispuesta fanfarria o asimilada, de inicio, para un nuevo programa del ciclo de cámara Satélites que auspicia la Orquesta y Coro Nacionales de España. Un concierto protagonizado por el "brassONEquintet" y pianistas, cuyos miembros se citan detalladamente en el faldón de esta crítica.

En seguida, un estreno absoluto (demorado por la pandemia, se nos dice), el de Ricardo Mollá: Sherezade. Una obra para la (nada habitual) formación de tuba y piano donde colaboraron ambos instrumentos bajo suave melodismo de estética y referencias fílmicas.

Leonard Bernstein es siempre garante de aceptación y reclamo popular. La breve Fanfarria (esta sí, de todas, todas) para Bima (en honor a la perra de Koussevitzky… como nos informaron también en su presentación) se plantea con sencillo contrapunto para un interesante aparejo temático que, perfectamente, hubiera permitido mayor despliegue.

Paul Dukas y su Villanelle, en la versión para trompa y piano, fue la siguiente escala de este, sin duda, variado concierto. Diversas técnicas para trompa de un orquestador nato y afamado, del que se nos explicaron interesantes detalles de sus exigencias específicas, que luego comprobamos in situ.

Astor Piazzolla es casi escala obligada (esta vez en el interior del programa y no en posición de propina), hoy con el arreglo de su Tanti Anni Prima. Una pieza melódica y apacible, también. El tono amable de este concierto.

El Romance (implícitamente, del Duero) para fliscorno y piano de Andrés Valero, inspirado en el célebre poema de mi eximio paisano, poeta, crítico, musicógrafo (como dicen últimamente) y…, sin embargo…, músico también, Gerardo Diego, que se leyó previamente ("Río Duero, río Duero...") insistió en aquel melodismo.

El recientemente fallecido Joseph Horovitz y su simpática Brass Polka para cuarteto de metales ocupó con desparpajo los siguientes minutos en un ambiente muy para este tipo de formaciones que quizás aquí no se prodigan y que luciera con equilibrio cada uno de sus integrantes, empezando nuevamente por la tuba.

Concertino Timonedià para trombón y piano de David Pont siguió en esta estética tan del gusto del mundo del viento metal, eso sí, con más mordiente, sorpresa, swing, variedad en tempi, mayor extensión y libertad, en cuatro movimientos independientes. Interesante su Fandango-Cançò del cor robat rematada en punta por el perpetuum mobile final: Galop-Los ulls.

Y, para terminar con mejor pie si cabe, Kurt Weill y su Youkali. Tango-habanera en arreglo para el cuarteto de metales hoy (a falta de uno de los integrantes del quinteto, por enfermedad). Una breve evocación danzable final, con tono de nostalgia y relativo desenfado.

Luis Mazorra Incera

 

brassONEquintet / Juan Antonio Martínez, trompeta y fliscorno; Pedro Jorge, trompa; Juan Carlos Matamoros, trombón; José Martínez, tuba; David Jiménez y Pablo Igualada, piano.

Obras de Bernstein, Dukas, Gabrielli, Horovitz, Mollá, Piazzolla, Pont, Valero y Weill.

OCNE-Satélites.

Auditorio Nacional de Música. Madrid.

522
Anterior Crítica / La esencia del cuarteto - por Abelardo Martín Ruiz
Siguiente Crítica / Variando entre teclas y vientos - por Abelardo Martín Ruiz