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Crítica / Chispeante Oropesa - por Francisco Villalba

Madrid - 02/04/2022

Lisette Oropesa es una cantante muy querida en Madrid y con razón; posee una voz lirica ligera bellísima, canta con un excelente gusto, frasea de forma exquisita, sus agudos son limpios y rutilantes, tiene una escuela canora impecable, sobre todo para el canto legato y, además, posee un encanto capaz de meterse a cualquier público en el bolsillo. Su fulgurante carrera ahora está en un excelente momento aunque la soprano ya se prepara para cuando su voz ensanche y tenga que abordar repertorio más pesado.

Es la cuarta vez que visita el Teatro Real; lo hizo en 2015 con Rigoletto, en 2018 con una espectacular Lucia di Lammermoor y en 2020 con La Traviata, siendo en esta ocasión la primera cantante femenina que en coliseo madrileño concedía un bis a petición del público.

Oropesa y, supongo, el maestro Corrado Rovaris confeccionaron para esta ocasión un programa atractivo y comprometido. Obras de Rossini y Donizetti en su versión francesa, acorde con las preferencias mostradas por la soprano de cantar en el idioma de Molière, cosa que no es de extrañar ya que es oriunda de Nueva Orleans donde la cultura francesa está tan presente.

La sección Rossini comenzó con la bellísima “Sombre forêt”, el aria de Mathilde, de Guillaume Tell, que Oropesa ya cantó con buen estilo y delicadeza. Posteriormente, tras la Obertura de Le siége de Corinthe, la soprano interpretó de forma modélica “L’heure fatale approche...Juste ciel!”, el aria final de Pamira, de la misma ópera. Concluyó esta sección con “En proie à la tristesse...Céleste providence”, de Le Comte Ory, en la que tuvo una acertada interpretación de la primera parte, pero que en la segunda, aunque muy bien resuelta, en las coloraturas no consiguió el nivel de las grandes del canto silábico.

En la segunda parte dedicada a Donizetti solo puedo decir que estuvo eminente desde la primer aria de Pauline, “O ma mère, ma mère...Qu'ici ta main glacée bénisse ton enfant”, de Les Martyrs, como en  la cavatina de Lucia de Lammermoor que sustituyó en la versión francesa al aria “Regnaba nel silenzio” de la versión italiana. Tras la Obertura de La Favorite, deslumbró al auditorio con una chispeante “Salut à la France” el aria final de Marie en la La Fille du Régiment.

Oropesa dudo que hoy tenga parangón en este repertorio donizettiano; su legato es sin mácula, resuelve los agudos con arrojo y sin la menor estridencia, es la suya una lección del bel canto y excelente interpretación.

Concluyó la velada con dos propinas, el aria de Isabelle de Robert le Diable “Robert, toi que j’aime” y el famoso Bolero de la Duquesa Hélène de Las vísperas sicilianas de Verdi “Merci, jeunes amies” que resolvió con tanta inteligencia que pasó inadvertido que es una obra escrita para voces de más entidad dramática.

El maestro Rovaris y los Coros y Orquesta del Teatro fueron los perfectos acompañantes para una noche tan gratificante.

Francisco Villalba

 

Lisette Oropesa

Orquesta y Coro del Teatro Real / Corrado Rovaris

Teatro Real, Madrid

Foto © Javier del Real

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