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Crítica / Alemanes en Madrid - por Gonzalo Pérez Chamorro

Madrid - 18/06/2025

Pocas acciones pueden dejar más malherido a un cuarteto de cuerda como uno o varios cambios en sus atriles a lo largo de los años, ya que la cohesión natural y la delicada estabilidad puede resultar dañada irreparablemente. Es tan frágil su armazón cuando hay una pequeña inestabilidad, como lo es de consistente cuando los cuatro integrantes se corresponden al cien por cien. Y este es el detalle fundamental que caracteriza al Cuarteto de Leipzig (Stefan Arzberger y Tilman Büning, violines; Ivo Bauer, viola y Peter Bruns, violonchelo), fundado en 1988, que cambió a dos de sus miembros e incorporó a Stefan Arzberger en 2007 y Peter Bruns en 2020, dos fichajes que elevaron la calidad del Leipziger Streichquartett para jugar en la liga de los mejores cuartetos de cuerda del mundo.

Así se demostró en su concierto en el ciclo Círculo de Cámara del Círculo de Bellas Artes, un encuentro al máximo nivel de música de cámara en pleno corazón de Madrid; mientras sonaba la enorme profundidad y serena belleza del Lento e molto cantabile del Cuarteto Op. 105 de Dvorák en un entorno climatizado y tranquilo, a escasos metros se desataba el caos urbano con un pavimento a 50 grados y un tráfico ensordecedor y desgraciadamente no regulado. Solo hace falta echar una ojeada a la programación de la próxima temporada de Círculo de Cámara para comprobar que habla de tú a tú con los mejores festivales camerísticos de Europa.

En su gira española, en Madrid, el Cuarteto de Leipzig escogió dos obras finales de Dvorák, con constantes aromas a su amado Brahms (también a Schumann), el Cuarteto Op. 105 (su última obra camerística) y el Quinteto con piano Op. 81, junto al legendario Christian Zacharias, del que se rumoreaba que podría ser su último concierto como pianista en nuestro país...

En el enfoque del Leipzig prima la consistencia armónica, la intensidad expresiva y el volumen sonoro frente a la gracia melódica, que brota en Dvorák con una facilidad tal vez no justamente reconocida como debiera. Pero este es un Dvorák postrero, de enorme aliento sinfónico (la misma escritura parece dividida para bloques orquestales), que emite un dolor a pérdida de la identidad (el Cuarteto Op. 105 se gestó en Nueva York), como en el comienzo del Allegro non tanto o en el desarrollo del maravilloso Lento e molto cantábile, interpretado por el Leipzig en un acto de concentración inmenso, casi litúrgico, logrando que dejáramos de mirar con extrañeza el pelo del cellista Peter Bruns para disfrutar de sus excepcionales notas repetidas y su encandiladas frases junto al trémolo de sus compañeros jaleados en sus partes por tan extraordinario intérprete.

Dvorák tiene dos Quintetos con piano, pero el primero salió “rana” y de él nadie quiere saber nada, especialmente cuando el n. 2, el Op. 81, es una de las obras maestras del género. Christian Zacharias viene de vuelta de todo, y a sus 75 años planteó el Quinteto como una integración más. El pianista y director que nació en un sitio por el que ustedes jamás apostarían, Jamshedpur (en la India), prefiere la discreción y la elegancia frente a un primer plano, y de este modo todo brotó con naturalidad, con la sensación de que eran 5 y no 4 + 1.

De los múltiples momentos que quedaran en la memoria antes de que se los lleve esta misma, el da capo del comienzo el Allegro (tocan exactamente las mismas notas) no sonó igual que la primera apertura, especialmente por una presión mayor de las cuerdas; o toda la Dumka, lenta y solemne, en un tratado de interpretación pianística de primer orden por Zacharias, o el mágico final pausado en la conclusión del Quinteto, donde el tiempo se detuvo antes de la desenfrenada coda.

En su concepto general de la obra alejaron las posibles tormentas para acercarnos los rayos del sol. Una visión de plena belleza y de enfoque muy subjetivo, no apta para cualquier intérprete, que puede acabar desbordado ante tanta felicidad intratable. Pero esto funcionó, y no porque sí, sino porque los que estaban tocando, estos alemanes en Madrid, además de saber muy bien lo que estaban haciendo, son enormes músicos.

Gonzalo Pérez Chamorro

 

Cuarteto de Leipzig (Stefan Arzberger y Tilman Büning, violines; Ivo Bauer, viola y Peter Bruns, violonchelo)

Christian Zacharias, piano

Obras de Dvorák

Círculo de Cámara del Círculo de Bellas Artes, Madrid

 

Foto © Nacho Martín

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