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Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Beethoven y J. Strauss con la Filarmónica de Gran Canaria y Chichon - por Juan F. Román

Las Palmas de Gran Canaria - 24/11/2025

 

Bajo el epígrafe “Viena” la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria ofreció su sexto concierto de abono, dirigido por su director titular Karel Mark Chichon y que incluía piezas vinculadas a la capital danubiana. En la primera parte escuchamos el infrecuente Triple Concierto para violín, violonchelo y piano Op. 56 de Beethoven. Compuesto en 1804 y estrenado al año siguiente en la ciudad de Viena, es un híbrido entre el Trío con piano y la Sinfonía Concertante.  Mantiene la estructura clásica en tres movimientos: Un amplio primero en forma sonata con los tres solistas en pie de igualdad, seguido de un escueto Largo introspectivo y cantable, donde violín y cello toman el protagonismo, mientras el piano permanece en un discreto segundo plano, desembocando sin pausa en un Rondó allá polaca, en realidad una polonesa, danza que hacía furor en su época y proporciona la ocasión para el lucimiento de trio. La obra, sin ser una de las grandes de su autor, está certeramente calibrada en su alternancia entre solistas y orquesta en un híbrido entre la música de cámara y la orquestal, pero precisa de tres grandes intérpretes para entusiasmar a las audiencias, no tanto por sus dificultades virtuosísticas, especialmente en una parte pianística concebida para el ilustre discípulo de Beethoven, el archiduque Rodolfo, vistosa pero asumible por un buen pianista, sino porque su interpretación pide un plus de arrojo y personalidad de sus intérpretes, que atrape al oyente por encima de unos temas un tanto genéricos y unos desarrollos sin la rompedora originalidad de otras obras del de Bonn, algo de lo que careció la lectura que escuchamos.

Una versión certeramente camerística, donde los miembros del trío, los británicos Irène Duval, (violín), Steven Isserlis (cello) y Alasdair Beaton (piano), habituales de la música de cámara, tocaron con buen gusto, empaste y conjunción, atentos a los diversos diálogos entre ellos, pero con un sonido no muy amplio y falto de brillo, con la violinista Duval situada un escalón por encima de sus compañeros, en una interpretación contenida que propició una lectura precisa y diáfana pero falta de ardor beethoveniano, que vino de la mano de la orquesta y Chichon, el cual otorgó amplio margen de movimientos al trio en  sus intervenciones.

La segunda parte del programa, dedicada a Johann Strauss hijo, en el bicentenario de su nacimiento, nos devolvió a un Chichon a gusto en este repertorio, donde cada vez se desenvuelve con mayor soltura. Limadas asperezas y excesos decibélicos, nos encontramos con unas lecturas bien planteadas y ejecutadas, diáfanamente delineadas en sus variados contornos, reflejando con acierto las modificaciones de carácter dentro de las diferentes secciones que conforman cada pieza, especialmente los valses, con amplias frases iniciadas en forte que se moderan hasta el susurro en su segunda mitad, rubateadas con naturalidad y suficiente amplitud, salvo Aceleraciones, donde el rubato fue excesivo en su extrema languidez, resultando un fraseo por momentos redicho, aspecto resuelto en un modélico Danubio azul, donde tras una introducción adecuadamente ensoñadora supo cantar con holgura los hermosísimos temas, ralentizando ligeramente las repeticiones, sin excederse en las retenciones, y manteniendo una pulsación danzable lo suficientemente maleable para acoger las diversas modificaciones en los tempi que dotaron de variedad a la interpretación sin afectar a la arquitectura general de la pieza. Excelente la Nueva Polca Pizzicato en su gradación de intensidades y velocidad, con apreciable claridad en las texturas de las cuerdas. Muy centrada la obertura de El Murciélago, donde los distintos temas se sucedieron con espontaneidad y el adecuado carácter narrativo, recreándose en la conocida secuencia de valses. La polca francesa Im Krapfenwald’l, adoptó un aire oportunamente naif en su recreación de los sonidos de aves, en el caso del cuco por el propio Chichon, mientras la célebre polca Trish-Trash, sonó hábilmente jocosa y bienhumorada sin caer en la irrelevancia, gracias a unos contrastes certeramente planificados. La conclusión vino con la propina Bajo truenos y relámpagos, exultante en su recreación de una alegre tormenta de guardarropía con Chichon y el público entregados al disfrute.

Juan Francisco Román Rodríguez

 

Irène Duval, violín. Steven Isserlis, cello. Alasdair Beaton, piano.

Orquesta Filarmónica de Gran Canaria / Karel Mark Chichon.

Obras de Beethoven y Johann Strauss.

Auditorio Alfredo Kraus. Las Palmas de Gran Canaria.

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