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Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica - Argerich, broche de oro para Grandes Intérpretes 2019

Madrid - 28/11/2019

El ciclo madrileño Grandes Intérpretes nos dejó un auténtico regalo en su último concierto del año. Nada menos que Martha Argerich, con el fantástico acompañamiento de la Kremerata Báltica (el grupo de cuerdas creado por Gidon Kremer hace ya 20 años). De gira por España. Es cierto que la primera parte no contó con la presencia de la argentina. Pero no por ello el programa dejó de ser apasionante: la Chacona en Re de Bach (en versión Busoni-Kremer) y, sobre todo, la Sinfonía de cámara num. 4 de Weinberg (1919-1996), una emotiva pieza de su etapa final. La Kremerata Báltica y Kremer han sido unos permanentes difusores-creyentes de autores, en muchos casos (como el de Weinberg), absurdamente ignorados por las audiencias de su época (Vasks, Kancheli, Schnittke…).

El resurgimiento de Weinberg (estamos en su centenario) es, en parte, un éxito suyo. Otra cosa es pretender que el ruso-polaco esté a la altura de Shostakovich (como algunos pretenden) o que todo su catálogo sea una “obra maestra” en sí mismo. Esta preciosa Sinfonía tiene más que ver con la etapa neo romántica de Penderecki (que inicia, a finales de los 70, con su primer concierto para violín, y no sabemos si ha concluido…) que con Shostakovich o con el Schnittke de aquellos años. El año próximo conoceremos el valor de este autor, también en su perfil operístico, con el estreno en España (en el Teatro Real) de La Pasajera.

La segunda parte si fue una apoteosis, gracias a Argerich. Primero como solista (es cada vez más difícil escucharla en solitario…), con la Partita num. 2 BWV 826 de Bach. Primorosa y llena de vitalidad, como siempre en esta intérprete. Transmitiendo una energía casi mágica, juvenil (con casi 80 años…). Impagable. Una sensación muy parecida a la que tuvimos con las últimas visitas de Arrau, a finales de los 80. Y, en su segunda intervención, sí que nos recordó al chileno, con una increíble interpretación del Concierto num. 1 de Liszt (en versión de orquesta reducida de Gilles Colliard). Pasó como un suspiro ante nosotros. Pero un suspiro repleto de energía vital y autenticidad. Muy por encima de la orquesta (sabe a poco este formato reducido). El público se volcó con la argentina como pocas veces hemos sentido en esta temporada. Con toda la razón.

Juan Berberana

Martha Argerich, piano. Mate Bekavac, clarinete. Kremerata Báltica.
Obras de Bach, Weinberg y Liszt.
Auditorio Nacional, Madrid.

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