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Crítica / 40 Festival de Música de Canarias: cuatro décadas de música - por Juan F. Román Rodríguez

Las Palmas de Gran Canaria - 12/02/2024

El Festival de Música de Canarias ha cumplido en 2024 su 40 edición. El certamen se inició en enero de 1985 impulsado por el entonces Presidente del Gobierno de Canarias Jerónimo Saavedra, fallecido el pasado noviembre de 2024, junto a Rafael Nebot, director de las primeras 22 ediciones, en medio de la ilusión de los melómanos canarios que veían como nacía y se desarrollaba un evento de categoría internacional.

En estos 40 años el Festival ha sufrido las turbulencias derivadas de los vaivenes políticos, que lo han situado en más de una ocasión en una posición  muy delicada.

Afortunadamente en las últimas ediciones las aguas se han sosegado y de la mano de sus actuales gestores, encabezados por su director Jorge Perdigón, ha vuelto a remontar con propuestas de nivel internacional.

La apertura de esta edición estuvo en manos de la Filarmónica de Bergen bajo la dirección de Pietari Inkinen que nos ofrecieron una excelentemente narrada suite nº 1 de Peer Gynt y el Concierto para piano en La menor, ambos de Grieg, con una deslumbrante Alexandra Dovgan junto a la Segunda Sinfonía de Sibelius, fogosa, de tempi vivos y sabiamente calibrada, por una notable orquesta que destaca por la carnosidad de sus cuerdas, la seguridad de sus maderas y el poderío algo bronco de sus metales.

Uno de los platos estrella del Festival fue el programa de cámara dedicado a Fauré en el centenario de su fallecimiento, liderado por el violinista Joshua Bell y el Cellista Steven Isserlis, a los que se unieron la violinista Irene Duval, la viola Blythe Engstroem y el pianista Jeremy Denk, para interpretar el Trio para piano en Re menor op. 120, Cuarteto de cuerdas en Mi menor op. 121y Cuarteto con piano en Re menor nº 1 op.89, en lecturas depuradas y vehementes, de hermosísimo sonido y admirable claridad polifónica, especialmente en el Cuarteto con piano nº1.

Otra de las cumbres del Festival lo constituyó el debut en Canarias de Evgeny Kissin, con un programa conformado por la Sonata nº 27 de Beethoven, el Nocturno op. 48 nº 2, la Fantasía op. 49de Chopin, las 4 Baladas op. 10 de Brahms y la sonata nº 2 de Prokofiev. Kissin admiró al público por la monumentalidad e inagotable variedad de matices de su sonido y su equilibrio interpretativo, mezcla de vehemencia y racionalidad. Lástima la poca educación de parte del público, con interminables toses y móviles sin control.

Alondra de la Parra al frente una Sinfónica de Tenerife en buena forma ofreció un programa de gran tirón popular con I Short ride in a fast machine de Adams, el Concierto para piano en Fa de Gershwin, junto al francés Thomas Enhco, de sonido no muy amplio, delicado en la pulsación e imaginativo en las cadencias, y la Sinfonía nº 5 de Shostakovich. La mejicana atrapa por su entrega y espectacularidad, a costa de un sonido con tendencia al fortísimo que restó diversidad a sus interpretaciones.

La Orquesta Nacional de España y su titular David Afkham se encargaron de celebrar el bicentenario del nacimiento de Antón Bruckner con su Sinfonía nº 8. Afkham firmó una notable lectura, acertadamente planificada tanto en la exposición y desarrollo de los sucesivos temas como en la dinámica, de crescendos hábilmente resueltos, aunque casi nunca descendió a un auténtico pianísimo, con algunos momentos faltos de mayor clarificación que impidieron escuchar con nitidez a las maderas en más de una ocasión, incluidos algunos importantes solos.

Excelente la Orquesta Nacional. entregada y muy segura, especialmente los exigidos metales y una cuerda poderosa y empastada, audible incluso en los tutti más aterradores. 

La Filarmónica de Cámara de Bremen dirigida por Tarmo Peltokoski y la soprano Chen Reiss nos ofrecieron una lectura muy gris del ciclo Frauenliebe und Leben de Schumann en arreglo para orquesta de Conrad Armüller. A Reiss, soprano ligera de timbre mate y escasa proyección, le falta encarnadura para afrontar estas canciones y la versión orquestal no aportó mayor riqueza tímbrica frente al original pianístico. La Cuarta sinfonía de Mahler, en arreglo de Yoel Gamzou que reduce las cuerdas a la mitad y las maderas a dos por parte, manteniendo metales, percusión y arpa de la versión original, obtuvo una versión distanciada del joven director finés, excesiva en el rubato que aportó una artificiosidad mal avenida con el lirismo mahleriano. Chen Reiss con su timbre mortecino tampoco ayudó a remontar el vuelo en la canción del último movimiento.

La Orquesta Filarmónica de Gran Canaria y Karel Mark Chichon nos dejaron una memorable Sinfonía nº 2 de Mahler. Vehemente, pero muy cuidadoso en los detalles, Chichon contó con una Filarmónica de Gran Canaria en espléndida forma, El coro estatal de Lituania, poderoso y empastado, y dos solistas, Tania Lorenzo, soprano y Adéle Carvet muy implicadas, especialmente Charvet en su hermosísimo solo.

Kristiina Poska junto a la London Philarmonic Orchestra ofreció una correcta Leonora III de Beethoven , el Concierto para violín nº 2 de Florence Price, junto al violinista Pieter Schoeman, de virtuosismo impecable y hermoso sonido en una pieza admirablemente escrita tanto para el solista y la orquesta, que Poska y los británicos interpretaron con finura.

Gustavo Diaz Jerez participó desde el teclado en el estreno de su obra Tajogaite, para piano y orquesta, donde la parte pianística se integra a menudo en el discurso orquestal como un instrumento más. Con su estructura desarrollada a partir de fractales e inspirada en la última erupción volcánica de La Palma, la pieza fue muy bien recibida por el público. En la Quinta Sinfonía de Beethoven el interés de Kristiina Poska por respetar las marcas de tempo originales desembocó en una lectura apresurada y lineal por su incapacidad de organizar adecuadamente las sucesivas acumulaciones de tensión. 

El pianista Javier Perianes presentó un programa con una primera parte dedicado a las variaciones de tres figuras personal y musicalmente relacionadas: Clara Schumann, Variaciones sobre un tema de R. Schumann op. 20, Robert Schumann, tercer movimiento en forma de variaciones de su Sonata nº 3 y Brahms, Variaciones sobre un tema de R. Schumann, op. 9, plasmadas con pasmosa naturalidad y nítida diferenciación estilística. Goyescas de Granados mostró a un músico en plena madurez, técnicamente impecable, dueño de una paleta sonora exhuberante que se sitúa en la reducida nómina histórica de los grandes intérpretes de esta pieza señera de teclado español.

Se presentó en Canarias el aclamado contratenor Jacub Orlinski junto a Il pomo d, oro dirigido desde el clave por Francesco Corti, con un programa de arias barrocas de los siglos XVII y XVIII bajo el nombre de Facce D,amore. El polaco se ganó al público por su desenvoltura escénica e innegable musicalidad que unida a una sólida técnica de canto le permitieron exprimir las posibilidades de una voz de timbre muy personal, volumen reducido y restringido registro agudo, que maneja con inteligencia y heterodoxia, sin importarle recurrir en ocasiones a su voz natural para dotar de mayor consistencia a los graves, buscando el mayor impacto expresivo. Il Pomo d,oro y Francesco Corti le proporcionaron el necesario apoyo instrumental con la flexibilidad que da el conocimiento mutuo.

La clausura estuvo en manos de la Orquesta Filarmónica de la Scala de Milán, a las órdenes de Myung-Whun Chung con la Quinta sinfonía de Mahler, cuando se cumplían 20 años de la última aparición de la orquesta en Canarias. El maestro coreano nos dejó un Mahler muy personal, con momentos apreciables, como un tenebroso adagietto fraseado con delectación o un primer movimiento especialmente pausado en la sucesión de las diferentes marcas fúnebres que lo conforman. La muy experimentada orquesta italiana, lejos de la excelencia de otras formaciones, plasmó con solvencia la particular visión del maestro coreano,

Juan Francisco Román Rodríguez

 

40 Festival de Música de Canarias

Auditorio Alfredo Kraus, Teatro Pérez Galdós.  

Las Palmas de Gran Canaria.

 

Foto: La Filarmónica de Cámara de Bremen dirigida por Tarmo Peltokoski y con la soprano Chen Reiss.

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