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Crítica / ¡Surgen espectros y furias! - por Luis Mazorra Incera

Madrid - 12/02/2024

El director Giovanni Antonini se presentó en temporada de la Orquesta Nacional de España con un concierto de perenne vivacidad y dinamismo, y una estimulante aura de estética clasicista encarnada y expresivamente gestualizada desde el podio.

Una versión comandada con detalle, coherente de principio a fin, plena de reflejos y atención a los principios de articulación y fraseo que le son propios.

Una afirmación tan válida para las piezas menos habituales de la primera parte, Gluck o Boccherini, como para el asiduo repertorio mozartiano de una segunda parte más trillada, al menos en su frecuente versión pragmático-sinfónica.

La Suite del ballet Don Juan de Christoph Willibald Gluck era toda una novedad en este formato de concierto y gran sala sinfónica, pese a su obvio vínculo temático con nuestra cultura.

Vertiginosa sucesión de breves movimientos que destacaron sobremanera, desde el primer suspiro de su Andante grazioso, la precisión y celeridad en las cabezas y los cortes de frase.

Para terminar, una sentencia lapidaria y descriptiva, titular de su trágico último número: «Le Terre s’ouvre. Il en sort des Flames, des Spectres et des Furies»

Toda una experiencia musical, sin más calificativos espurios, donde lo técnico se fundió con lo estético… que ya no nos abandonó.

La siguiente etapa contaba con la colaboración solista de Julia Hagen en el Concierto para violonchelo y orquesta en si bemol mayor de Luigi Boccherini.

Una obra de lucimiento solista que reunía aquellas cualidades de rauda concertación plena de reflejos, con las virtuosas de un violonchelo que transitó a menudo (salvo cadencias) en su registro agudo, llegando a alcanzar los límites de la tastiera en algún momento destacado.

El Rondo-Allegro final reunió, a las dificultades intrínsecas de afinación y tempo, la rítmica de una parte orquestal cuajada de síncopas de vértigo.

La Zarabanda de la Primera suite para violonchelo solo de Bach, fue una propina acorde y en la línea tradicional.

La Sinfonía núm. 41 en do mayor «Júpiter», es una obra recurrente en los escenarios. Su elevada y visionaria aspiración formal, especialmente en un magnífico último movimiento fugado (Molto allegro), ha sido caballo de batalla de todo tipo de analistas, directores y orquestas.

Y sí, se mantuvo, pese a la moderna inercia interpretativa que la acompaña, dicha aura clasicista de la que hablé. Estimulante y sin complejos dinámicos empleo del instrumental de época, concebido con la misma extrovertida intención que en páginas anteriores, sin perder un ápice (o ganar incluso) de su potencia habitual.

Luis Mazorra Incera

 

Julia Hagen, violonchelo.

Orquesta Nacional de España / Giovanni Antonini.

Obras de Bach, Boccherini, Gluck y Mozart.

OCNE. Auditorio Nacional de Música. Madrid.

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