Música clásica desde 1929

OPINIÓN / 'Yo también estoy en casa' (por Jesús Villa-Rojo)

12/05/2020

Yo también estoy en casa y me asomo al balcón aplaudiendo y reconociendo la impagable labor de sanitarios y tantos otros que nos llevan a vencer esta cruel pandemia. Pienso que se trata de un gesto testimonial pero realmente es la única aportación social visible y apreciable en lo que puedo contribuir aunque mi verdadero compromiso es otro. En verdad todo esto ha promovido situaciones sanitarias y sociales que cada uno, desde el lugar que le corresponde debemos asumir. El confinamiento desde el punto de vista individual y personal está produciendo limitaciones más físicas que intelectuales. Los que estamos libres de practicar la imaginación u otras tareas en todas sus dimensiones: memoria, recuerdos, estudios, análisis… creo que podemos ser felices al margen de lo demás.

En este sentido, desde esta perspectiva, soy  feliz y estoy contento ya que me permite analizar cosas de mi trabajo, algunas casi olvidadas, y me alegra recordar celebrándolo que por lo general son buenas o muy buenas. Mi sentido de la responsabilidad profesional de intérprete, me llevó a ocuparme de la técnica y  la historia  de mi instrumento, el clarinete, de su actualidad y puesta al día en la contemporaneidad del momento (años 60). Por ello había que investigar en sus recursos naturales, informar y mostrar estos conocimientos experimentados, pidiendo a la vez, a los compositores de la época, su participación imaginativa y compositiva sobre lo experimentado en lo que se refería a sus posibilidades que ofreció resultados excelentes. Siguiendo adelante con este proyecto difusor del nuevo mundo instrumental que había surgido, me ocupó intensamente llevar a cabo cursos, conferencias, demostraciones por varios países: Italia, Filarmónica Romana; España, Instituto de Musicología  del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de Barcelona; Francia, Festival de Royan, Festival Costa Azul de Niza; México, Foro de Nueva Música, Escuela “Vida y Movimiento” de D.F.; Brasil, Cursos Latinoamericanos de Música Contemporáneos de Itapira, Mendes y Sao Paulo, Universidad de Bello Horizonte; Canadá, Universidad Mac Gill, de Montreal; Rusia, Asociación de Compositores Rusos de Moscú; Portugal, Fundación Gulbenkian de Lisboa; Hungría, Conmemoración Centenario Radio Hungría, Budapest… Lógicamente mostrando los resultados compositivos, después de los técnicos. Así  pude desarrollar este mundo clarinetistico, ampliándolo y llevándolo a la mayor parte de los compositores del mundo, sintiendo la felicidad  de haber presentado en calidad de estreno mundial unos cuantos cientos de títulos.

Este largo proceso me llevaría a la creación del Laboratorio de Interpretación Musical LIM  para desarrollar una importante labor de estudio y difusión interpretativa de la música, principalmente contemporánea, llevada a cabo por buena parte del mundo, continuada aún en la actualidad aunque su último concierto fue realizado en el Auditorio Nacional de Música, “LIM: Cuarenta años en la vanguardia”,  dentro del Ciclo Satélites en 2014. Una labor, yo jamás mencioné la palabra vanguardia, nunca olvidada pero sí de innumerables matices y éxitos que requieren tiempo y espacio para su exposición y desarrollo. Intentaré en algún momento de mi vida poder clarificar lo que permita mi memoria.

Después paralelamente a esta situación, durante el confinamiento casero, recordar lo que con mayor satisfacción ha enriquecido mi vida intelectual, la composición musical. Al llegar a ella desde la formación académica que en realidad me enseñó sus técnicas, la historia, las elaboraciones imaginables de los sonidos practicadas en el pasado, las corrientes culturales dominantes en cada momento, el desarrollo, las evoluciones progresistas y constantes; la convivencia social y cultural, considerando los matices aplicados siempre… En resumen, vivencias y convivencias intelectuales que me llevan a la actualidad. Así  lo que se convertiría en mis ilusiones y fantasías, haciéndome profundizar en lo estudiado y practicado desde  hacía años. Se trataba de aplicar lo estudiado a la creación compositiva para alejar los prejuicios académicos y formativos, debiendo encontrar la dimensión justa que pudiera equilibrar los parámetros: ciencia-técnica, imaginación-creación en el proceso compositivo que se avecinaba.

Tenía elementos que relacionaban bien unas cosas con otras: conocimientos armónicos, contrapuntísticos, formales y estructurales. Instrumentales: equilibrios entre las familias, naturaleza y origen de todos ellos… experimentos personales ya acreditados entonces, etc. Era por tanto el momento apropiado para asumir la responsabilidad aunque la incógnita sería la idea creativa y compositiva. A lo largo del arduo proceso puedo recordar desde  casa,  que he podido combinar unas cosas con otras y entre ellas, componer unas 200 obras, estrenadas en varios países y continentes, publicadas en editores como Ricordi, Sivini Zerboni, Stradivarius, Alpuerto, Real Musical y actualmente EMEC de Madrid, entre otros. Llevadas a sellos discográficos como CBS, NAXOS, Marco Polo, RCA, Hungaroton, Crams Records, LIM Records, etc.; obteniendo varios premios: Bartók, Koussevitzsky, Nacional de Música (1973 y 1994), Roma, Bonaventura Somma, Arpa de Plata… Algo que recordado ahora en esta situación puede incluso emocionar. Haber podido escuchar estas partituras en agrupaciones como Orquesta Nacional de España, Orquesta de RTV Española, Orquesta de la Comunidad de Madrid, Orquesta de Córdoba, Filarmónica de Málaga, Orquesta de Oviedo, Orquesta de Galicia, Orquesta Gulbenkian de Lisboa, Orquesta Santa Cecilia de Roma, Orquesta de Córdoba, Argentina, Orquesta Nacional de Puerto Rico, Orquesta Sinfónica de Moscú, etc., además de las agrupaciones camerísticas: Nuove Forme Sonore, Nuova Consonanza, The Forum Players, Encuentros de Buenos Aires, Grupo Foro Nueva Música de México,  Grupo Enigma, Grupo Koan, Trio Arbós, Cuarteto Quiroga, Cuarteto Kodály, Cuarteto Parisíi, Cuarteto Janácek, Grupo Cosmos, Sax Ensemble, Diabolus in Musica, Solistas de Barcelona, Solistas de Moscú, Solistas de Madrid, Neopercusión… o a solistas como Carles Santos, Asier Polo, Damián Martínez, Trino Zurita, Pura Mª  Martinez, Mª José Suárez, Celia Alcedo, Montserrat Alavedra, Juanjo Guillem, Pierre Strauch, Eperanza Abad, Giancarlo Schiaffini, Michiko Hirayama y tantos otros, igualmente asombra y conmueve.

El deseo de teorizar y comentar los procedimientos desde una perspectiva analítica hacia el exterior, con la voluntad de exteriorizar lo pensado o intuido, me hizo redactar y publicar 15 libros, en varios idiomas y desde las más diversas teorías: interpretativas, de notación y escritura, instrumentales y de nuevos recursos… Recordar ahora la objetividad plasmada en esas publicaciones, mezclando técnica, filosofía, concepción, pedagogía; en realidad simples pensamientos creativos, resulta en estos momentos de confinamiento del todo imposible, esperemos…

Los trabajos dedicados al mundo discográfico surgieron principalmente,  coincidiendo con las distinciones musicológicas y de estudio en Budapest, en el Premio Béla Bartók de composición en 1971 y alrededor de este personaje extraordinario, en la grabación de mi obra premiada “Tiempos” del Cuarteto Kodály. Allí  llegué a este mundo de técnicas múltiples, interesándome  por el difícil y complejo mundo, desde la producción tecnológica y la musical que en todo momento se requería. Desde entonces  y trabajando con maestros experimentados en Roma, como Franco Evangelisti, Ennio Morricone, Walter Branchi… mi retorno a Madrid me permitió en principio como clarinetista y compositor, poder ir planificando proyectos que  vistos ahora después de tantos años al leer sobre todo, el libro espléndido, a través de mis discos, de Pedro González Mira, quedo sorprendido de los datos, los matices y la información generada por ello. Comentar en detalle el entramado del Premio Koussevitzsky (uno de los puntos tratados en detalle), en el Festival de Salzburgo de 1978,  promovido por la Fundación Koussevitzsky  y figurando  la colaboración de entre las revistas de música clásica más prestigiosas del mundo, la Revista Ritmo de Madrid, me ha conmocionado positivamente  por el lugar distinguido que ocupé  en aquel acontecimiento, desconocido en su totalidad por mí, hasta la aparición de esta publicación, dejándome más perplejo aún, el conocer los candidatos que competían conmigo y la admiración que siempre había sentido por ellos: Los prestigiosos John Corigliano, Lars-Erik Larson, Harrison Birtwistle, Roger Session o John Williams. El resultado de las votaciones tan  claramente inclinada hacia mis “Formas y Fases” es conmovedor y emocionante más aún leído en casa,  en semejantes momentos.

El libro de Pedro González Mira, subraya cantidad de elementos que hacen recapacitar, al margen de los discos, mi compromiso con la vida musical, con el mundo de los músicos en general: compositores, intérpretes, técnicos en el sonido. Musicólogos: críticos, ensayistas, analistas, maquetadores, diseñadores,  economistas, expertos comerciales, publicistas… Financieros, instituciones culturales: públicas y privadas. En realidad observo cosas que van más allá de la música y de los músicos.

Pedro González encuentra además, intenciones o mensajes ocultos muy difíciles de descubrir, encuentra labores que pueden ser lógicas por las razones  que las motivaron pero descubre matices que superan esas razones y las eleva a superioridades creativas de imaginación sonora, sobre todo en las instrumentaciones que aparecen en algunas obras al convertir un piano en un sexteto sin que desaparezca el piano, en lieders de Wolf ;  o convertir una obra como “Iberia” en un setteto, manteniendo al piano como solista y dejándolo como líder. Clarificando y definiendo la espectacular introducción de la “Rhapsody in blue” de Gerhswin, concretando analíticamente la realidad estética y técnica en el mundo del concierto. Señalando también la identidad real y musical de “Suspiros de España” para nada patriótica, de Antonio Álvarez. Los misterios del título, su posterior manipulación sentimental folclórica y de origen compositivo musical. Una publicación inteligente que como decía supera la función técnica del mundo discográfico.

Son tantas las cosas que vienen a la memoria en este confinamiento en casa que no puedo olvidar lo aprendido en tantos jurados de concursos internacionales, europeos y americanos como miembro y algunas veces en calidad de presidente: Xenakis, Berio, Corghi, Morricone, Benjamin, Wland, Donatoni, Leyendecker, Rautvara, Lindber, Brouwer,Martín Moreno, entre otros… El premio internacional de composición para clarinete y conjunto de cámara “Jesús Villa-Rojo” es un proyecto de lo más ilusionador y esperanzado que he podido vivir personalmente aunque en principio me oponía a que mi nombre figurara en cabecera del concurso. La participación de compositores de tres continentes, con obras de primerísima calidad, en sus ediciones, lo obtuvieron respectivamente: Karen Obdrobna, Sungji Hons y David  Hernández Ramos, y haber podido entregar esos premios, estrenar y dirigir sus partituras, es un recuerdo imborrable.

En fin,  las invitaciones por América y Europa de universidades, conservatorios, centros especializados de música; hacen que se emborronen muchos de mis recuerdos pero el honor y la satisfacción siempre permanezca en mi memoria. Aún  entre tantas cosas, no puedo reprimir la nostalgia de mi tierra alcarreña, Brihuega, y haber podido vivir el Siglo XVII al lado de mis vecinos de la Calle Cozagón en el barrio de San Juan,  los insignes compositores, Sebastián y Diego Durón.

Resumiendo este confinamiento, deseando que finalice para otros más que para mí, hay que lamentar ante todo las victimas que son muchas, seguiré  leyendo el estupendo libro sobre Benito Pérez Galdós de Francisco Cánovas, escuchando tantas maravillosas músicas que tenemos en la memoria que nos facilitan los discos, imaginando, investigando, componiendo, escribiendo… por lo que…

¡YO TAMBIÉN SEGUIRÉ EN CASA!

Jesús Villa-Rojo

http://villa-rojo.com/

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