Como #lecturasdeverano proseguimos publicando en abierto la sección #LasMusas, hasta ahora solo en papel, donde las mujeres escriben sobre mujeres, una tribuna libre mensual donde rescatar la figura de compositoras, cantantes, instrumentistas, profesoras, musicólogas, directoras, etc. En esta ocasión publicamos la realizada para la revista de abril de 2024 por Cecilia Capdepón Pérez.
Isabella Leonarda: una monja compositora en la Italia del Barroco
Una de las autoras más relevantes del Barroco musical fue la monja y compositora italiana Isabella Leonarda, cuya producción musical puede considerarse como una de las cumbres de la creación musical femenina al haber sido una de las primeras autoras en abordar el cultivo de la sonata instrumental. Pese a la celebridad que alcanzó en vida, su producción musical fue olvidada, si bien es cierto que en los últimos años se han multiplicado los estudios en torno a su trayectoria y obra, especialmente gracias a los estudios de Stewart Carter. En las principales historias de la música barroca, sin embargo, la vida y obra de Leonarda no han sido tenidas por lo general en cuenta, salvo el honroso caso de John Walter Hill (2010), célebre profesor norteamericano que le dedica especial atención en su importante manual de la colección de Historia de la Música en la editorial Norton.
Por otra parte, es necesario destacar que una de las escasas vías para la educación musical de las mujeres en épocas pasadas consistía en las posibilidades formativas que facilitaba el ingreso en un convento femenino de clausura, como fue el caso de Isabella Leonarda. Dichos conventos eran muy numerosos en la Italia del siglo XVII: aquellos habitados por monjas de origen nobiliario contaban con una capilla de música y, en la mayoría de casos, las monjas podían recibir una completa formación musical en sus casas o en el propio convento, lo cual les permitía abordar tanto la interpretación como la creación de obras sacras. En cuanto al repertorio de los conventos, apenas difería de otros centros eclesiásticos, pero era necesario recurrir al transporte vocal de las voces graves o bien dichas partes era asumidas por instrumentos.
Nacida en el seno de una pudiente familia nobiliaria de Novara, Isabella Leonarda ingresó en 1636 en el Convento de Santa Úrsula, centro en el que residió durante el resto de su vida y que se caracterizaba por estar regido por reglas relativamente liberales en comparación con otras órdenes religiosas, lo cual permitió a nuestra protagonista fundar tanto una capilla musical como una escuela en la que se formaban las jóvenes novicias. Un documento de 1658 la define como profesora de música, así como “madre y secretaria” de su congregación, mientras que en 1676 fue nombrada “madre superiora”, en 1693 el de “madre vicaria” y en los últimos años de su vida ejerció como “consejera”.
Puede definirse a Isabella Leonarda como una de las más prolíficas y eximias compositoras del Barroco, pese a que buena parte de su vida transcurrió en un convento de clausura y apenas salió de los límites de su ciudad natal. Dotada de una especial habilidad técnica y poseedora de una versatilidad estilística única que le permitía adaptarse a los requisitos de cada pieza, su producción musical oscila en torno a las 200 composiciones, abarcando una amplia gama de géneros musicales y, a pesar de que una parte fundamental de su producción musical se dio a conocer en vida de la monja italiana, su legado musical cayó en cierto olvido tras su fallecimiento, una situación que sólo a finales del siglo XX ha comenzado a ser superada.
Por lo que se refiere a sus misas concertadas y salmos, Leonarda recurre al uso de una de las técnicas preferentes en la época barroca, la técnica alternatim, basada en la contraposición y alternancia entre el coro y pasajes solo o ritornellos instrumentales. Por lo que respecta a sus obras sacras no litúrgicas, están dotadas de una serie de textos latinos de gran intensidad emotiva, algunos de los cuales pudieron haber sido escritos por la propia Leonarda.
Las composiciones a cuatro voces encuadradas en este género muestran, por su parte, características de cariz conservador: así, por ejemplo, prevalece un tipo de lenguaje de carácter imitativo, mientras que el único acompañamiento instrumental se limita al órgano. Sin embargo, las obras concebidas a una, dos o tres voces señalan por su forma y estilo melódico una faceta más moderna en el corpus musical de Leonarda, identificándose más con las cantatas de cámara, tan en boga durante aquel tiempo.
En todo caso, el género mejor representado en la obra musical de Leonarda viene dado por el motete solista, determinado por la inclusión de secciones diferenciadas como arias y recitados: la variedad de arias preside la concepción de tales motetes pues algunas de tales arias se atienen al estrofismo, mientras que otras ofrecen una amplia gama de recursos en forma de variación. La compositora novarense exhibe en los mencionados motetes solistas de sofisticados recursos retóricos en el marco de un rico y avanzado lenguaje armónico.
En otro orden de cosas, las obras instrumentales de Leonarda, correspondientes a la Op. 16 (1693), parecen constituir las primeras sonatas para conjunto de cuerda publicadas por una mujer, tal como mantiene Carter: concretamente, su Sonata para violín solo y continuo representa una de sus obras más audaces desde el punto de vista armónico. Por último, su música se enmarca en la corriente propia de su época que otorgaba prioridad a la expresión de los contenidos, emociones y sugerencias que emanan del texto literario.
Para finalizar esta semblanza biográfica, diremos que la recuperación, estudio y difusión de la música compuesta por Isabella Leonarda, favorecerían un conocimiento más exhaustivo de la música del barroco musical europeo, que encarna en esta monja compositora una de sus representantes más relevantes.
por Cecilia Capdepón Pérez *
Foto: “Por lo que se refiere a sus misas concertadas y salmos, Leonarda recurre al uso de una de las técnicas preferentes en la época barroca, la técnica alternatim, basada en la contraposición y alternancia entre el coro y pasajes solo o ritornellos instrumentales”.
* Cecilia Capdepón Pérez
Graduada en Musicología por la Universidad Complutense de Madrid. Título Profesional de Piano.