Como #lecturasdeverano proseguimos publicando en abierto la sección #LasMusas, hasta ahora solo en papel, donde las mujeres escriben sobre mujeres, una tribuna libre mensual donde rescatar la figura de compositoras, cantantes, instrumentistas, profesoras, musicólogas, directoras, etc. En esta ocasión publicamos la realizada para la revista de diciembre de 2024 por Silvia Nogales Barrios.
Emilia Giuliani
(1813-1850)
La gran desconocida
por Silvia Nogales Barrios *
Al adentrarnos en la historia del repertorio para guitarra, los nombres de Fernando Sor, Dionisio Aguado, Francisco Tárrega, Mauro Giuliani o Mateo Carcassi se alzan como pilares indiscutibles de este instrumento. Sin embargo, pocas personas conocen que la hija de uno de ellos llegaría a ser una figura de gran relevancia en su época, pero ampliamente desconocida en la actualidad. Este es el caso de Emilia Giuliani, la hija menor de Mauro Giuliani, cuya historia merece un lugar destacado en la memoria musical.
Nació en 1813, aunque el lugar y la fecha exacta continúan siendo un misterio, pues no se ha encontrado su partida de nacimiento. Este vacío documental ha llevado a algunos estudiosos, como Robert Coldwell, a plantear la posibilidad de que Emilia fuese fruto de una relación extramatrimonial entre Mauro Giuliani y Nina Wiesenberger, aunque la esposa del guitarrista, Maria Giuseppa, asumiera la maternidad de la niña.
Con tan solo 12 años, en 1828, Emilia debutó junto a su padre en el Teatro Nuovo de Nápoles. La prensa y el público aclamaron su actuación, augurándole un prometedor futuro como guitarrista. Emilia fue consolidándose como una joven virtuosa, dando sus primeros pasos profesionales de la mano de su padre; sin embargo, apenas un año después de su debut, la muerte de Mauro Giuliani dejó a la joven guitarrista sola en Nápoles. Lejos de rendirse, Emilia se sobrepuso a los acontecimientos y se labró una gran reputación como concertista, destacando por su técnica impecable y una musicalidad que cautivaba a los oyentes. Es digno de elogio que esto fuese así, en una época donde el reconocimiento musical de las mujeres se reservaba casi exclusivamente a las cantantes, y en un contexto donde la guitarra era considerada un instrumento menor.
Algunos de los críticos de la época la invitaban a que cambiase de instrumento, ya que la guitarra estaba vista como un acompañamiento para canciones, y además comenzaba a decaer en popularidad por el cambio en las estéticas musicales. Por tanto, Emilia Giuliani tuvo que enfrentarse a una doble dificultad: el hecho de ser mujer y guitarrista. A pesar de ello alcanzó hitos notables. En 1839, compartió escenario con Franz Liszt en Florencia, un evento excepcional que llevó a la Gazzetta di Firenze a situarla al mismo nivel que el pianista más aclamado de su época. Este reconocimiento es testimonio del impacto artístico de Emilia, que rompió barreras con su virtuosismo.
Hay que destacar que su legado no se limitó a la interpretación. Como compositora dejó un catálogo que demuestra una mente innovadora y sensible. Algunas de ellas fueron publicadas por Ricordi, como fue el caso de las Belliniane Op. 2-11. Entre sus composiciones más destacadas están los Preludios Op. 46, donde Emilia Giuliani muestra diversas innovaciones y un lenguaje que iba más allá del de su padre. Estas piezas no solo perfeccionaron el tratamiento del arpegio que Mauro Giuliani había explorado, sino que llevaron este recurso a nuevas cotas. Hoy en día, estos Preludios son redescubiertos gracias a grabaciones modernas, como la realizada por Federica Artuso en 2021.
Los últimos años de la guitarrista y compositora estuvieron marcados por su matrimonio con Luigi Guglielmi y su traslado a Hungría bajo el mecenazgo del conde Johann Náko. Aunque el conde prometió convertir su castillo en un gran centro cultural, los resultados no cumplieron las expectativas de la pareja. Luigi posiblemente regresó a Italia, mientras Emilia permaneció en Hungría. Ella continuó tocando entre actos de óperas y participando en espectáculos musicales en los que se fusionaban diversas disciplinas, como el que se llevó a cabo en 1849, donde se combinaba música y danza.
Emilia falleció de forma temprana en 1850, a los 37 años, víctima de la fiebre pútrida. Su prematura muerte interrumpió una trayectoria que podría haber dejado una huella mayor en la música. El olvido histórico y la escasez de documentos han silenciado durante demasiado tiempo su voz, pero hoy, más que nunca, su legado merece ser rescatado.
Incorporar sus composiciones en conservatorios y escenarios no solo es un acto de justicia histórica, sino una celebración de la excelencia musical que, pese a las adversidades, Emilia Giuliani encarnó con gran maestría.
* Guitarrista, fusiona el repertorio de la guitarra con nuevas formas de expresión, buscando con sus actuaciones “llegar al público y despertar su sensibilidad”.
www.silvianogales.com
Foto: De la guitarrista y compositora Emilia Giuliani, Federica Artuso grabó su obra completa en Tactus.