Como #lecturasdeverano, continuamos con la publicación en abierto de las distintas entrevistas realizadas en la sección “Contrapunto”, publicadas en nuestra revista RITMO en su edición de papel, a personalidades de la cultura, y que solo estaban disponibles en dicho formato. En esta ocasión publicamos la realizada para la revista de abril de 2024 (por Gonzalo Pérez Chamorro).
JOAN ANTON RECHI
“La música nos llega al fondo sin que podamos evitarlo y sin tener que pensarlo; es alimento para el alma”, afirma nuestro invitado en el contrapunto de mayo, Joan Anton Rechi, reconocido director de escena y director artístico del festival Classicand de Andorra, que comienza este mismo mes de mayo.
por Gonzalo Pérez Chamorro
¿Recuerda cuál ha sido la última música que ha escuchado?
En vivo han sido El Mesías de Haendel en la propuesta del Liceu en Barcelona y el programa Poulenc-Schoenberg en el Teatro Real. Opciones muy diferentes y apasionantes. Y en grabaciones acostumbra a ser el proyecto en el que estoy trabajando. En este caso Il Trionfo del Tempo e del Disinganno, de Haendel.
¿Y recuerda cuál pudo ser la primera?
Mis primeros recuerdos musicales son de escuchar un disco de la banda sonora de la película West Side Story. Y también las zarzuelas que escuchaban mis padres. En concreto, una grabación de Bohemios dirigida por Frühbeck de Burgos. Con la nueva moda de los vinilos he descubierto que aún la tenemos por casa.
Teatro, cine, pintura, poesía… ¿A qué nivel pondría la música con las demás artes?
Al mismo, sin lugar a dudas, incluso me atrevería a decir que un poco por encima. La música nos llega al fondo sin que podamos evitarlo y sin tener que pensarlo. Es alimento para el alma.
Qué habría que hacer para que la música fuera pan de cada día…
Que la música volviera, con fuerza, a formar parte de la educación básica. Educar en el amor a la música, creando el hábito y haciendo que vivir con música se vuelva imprescindible.
¿Cómo suele escuchar música?
Para mi es impensable vivir sin música. Cuando me levanto por la mañana lo primero que hago es poner música. Es un gesto inconsciente. Soy muy cinéfilo y es como si necesitara que la vida llevara banda sonora.
¿Qué ópera (o cualquier obra musical, etc.) le hubiera gustado componer?
Cualquiera de Strauss. Salome, por ejemplo. Perfecta fusión de música y texto.
¿Qué personaje le hubiera gustado cantar o interpretar en el escenario?
El protagonista de Sweeney Todd. Supongo que herencia de mi pasado teatral.
¿Teatro o sala de conciertos favorita?
La Fenice en Venecia.
¿Un instrumento?
El arpa.
¿Y un intérprete?
Ewa Podles.
¿Un libro de música?
Sobre la ópera, del filósofo Bernard Williams.
Por cierto, qué libro o libros tiene abierto ahora en su mesa de lectura…
Ahora mismo estoy leyendo Hamnet de Maggie O’Farrell y siempre cerca me gusta tener algún libro de Nuccio Ordine.
¿Y una película con o sobre música?
Sonata de otoño, de Ingmar Bergman.
¿Una banda sonora?
Cualquiera de Georges Delerue. Desde La noche americana a Magnolias de acero.
¿Cuál es el gran compositor de música española?
Yo me inclinaría por Isaac Albéniz.
¿Una melodía?
Las Danzas polovtsianas de Alexander Borodin.
¿Con qué música le gustaría despedirse de este mundo?
Con “Soave sia il vento” del Così fan tutte de Mozart.
¿Un refrán?
Algo tendrá el agua cuando la bendicen.
¿Una ciudad?
Málaga.
Este mes de mayo comienza la II edición de Classicand, festival de música en Andorra, del que es director artístico…
Una nueva aventura apasionante que me da el privilegio de poder traer a Andorra a algunos de los artistas que más me han impresionado en los últimos años. Siempre es maravilloso iniciar un nuevo proyecto, pero este es realmente una aventura romántica.
Como director de escena, ¿cuáles son sus principales motivaciones a la hora de preparar una ópera escenificada?
Pues sentirme cercano al original, a sus verdaderas intenciones. Dejarme sorprender por la música y la historia e intentar acercarla a mi sensibilidad, destacando aspectos que me parecen interesantes. Y, por último, y no menos importante, disfrutar con la pieza. Acaba siendo una bonita historia de amor.
De sus escenografías, ¿cuál es su “niña bonita”?
Tengo dos. Por un lado, diría que Il Barbiere di Siviglia de Rossini. Fue mi primera producción y la que me abrió las puertas de muchos sitios. Y, por otro, Madama Butterfly de Puccini. Me ha dado muchas satisfacciones y me ha permitido trabajar con cantantes a las que admiro mucho, como Ermonela Jaho y Ainhoa Arteta.
¿Qué cree que le sobra a este país? ¿O qué le falta?
Le sobra envidia y le faltan políticos que no confundan cultura con entretenimiento.
Háblenos de un trance cultural o musical en su vida que se le haya quedado grabado…
Por fortuna tengo muchos: desde la noche en que vi el Hamlet que dirigió Patrice Chéreau con el Teatro de Nanterre-Amandiers, a ver a Natalie Dessay cantando Ofelia en el Hamlet de Thomas en el Liceu de Barcelona. Dos versiones de una misma historia que me impresionaron muchísimo.
Si pudiera retroceder a un momento de la historia de la humanidad, ¿dónde iría Joan Anton Rechi?
A la Grecia clásica. El famoso siglo V a. C. El conocido como “siglo de Pericles”.
¿Qué cosa le molesta en su vida diaria?
La falta de educación.
Cómo es Joan Anton Rechi, defínase en pocas palabras…
Soy un hombre que ha tenido la suerte de recibir el inmenso regalo de poder pasar la mayor parte de mi vida en un teatro rodeado de artistas y música. Un regalo del que, cada día, doy las gracias al universo.