Acaba de fallecer mi querido amigo, consejero y colaborador Pedro González Mira, nacido en San Juan de Alicante en 1948, quien fue Redactor Jefe de RITMO desde febrero de 1987 hasta octubre de 2012.
Recuerdo que, antes de contratarle, mantuvimos abundantes y largas charlas sobre RITMO, sobre lo que debía ser una revista de música, y también sobre sociedad y política (temas que seguimos comentando hasta hace apenas unas semanas, en una extensa conversación telefónica). El fruto de esos encuentros fue su incorporación como nuevo Redactor Jefe en febrero de 1987, cargo que ejerció hasta su jubilación en octubre de 2012.
Pedro colaboró estrechamente con mi padre, director de la revista hasta su fallecimiento en 2010, siendo siempre su mano derecha. A pesar de las lógicas discrepancias entre personas de épocas y mentalidades tan distintas, supieron complementarse y trabajar con un objetivo común: hacer de RITMO una referencia en la prensa musical española.
Su etapa al frente de la redacción coincidió con uno de los periodos más prósperos para la editorial, impulsada por el “boom” del disco (LP, CD, DVD), el auge del mercado de equipos de alta fidelidad y la expansión de las instituciones musicales en España: orquestas, auditorios, festivales, ciclos, cursos y concursos florecieron en esos años. Durante más de un cuarto de siglo, Pedro fue testigo privilegiado —y cronista incansable— del desarrollo y la expansión de la vida musical en nuestro país. Publicó cientos de críticas de conciertos y discos, múltiples ensayos y varias decenas de trabajos dedicados a intérpretes de fama internacional.
Ingeniero Químico de formación y melómano apasionado, antes de unirse a RITMO fue profesor de matemáticas durante diecisiete años, etapa en la que lo conocí, con ocasión de unos cursos de pedagogía musical que desarrollábamos en su colegio. Tras su jubilación como Redactor Jefe, continuó activo en el ámbito de la comunicación musical: colaboró con Radio Clásica (RNE), donde firmó profundas biografías radiofónicas de artistas como Claudio Arrau, Leonard Bernstein, Vladimir Ashkenazy, Arturo Benedetti Michelangeli o Jacqueline du Pré.
Asimismo, dirigió la sección de música clásica de la Guía del Ocio durante una década, y más tarde desempeñó la misma labor en el suplemento de El País, «On Madrid», desde su número cero hasta su desaparición. Fue galardonado con el Premio Nacional de Crítica Discográfica en 1984. Como autor, publicó en las editoriales Almuzara y Berenice títulos como Jesús Villa-Rojo, a través de sus discos, Eso no estaba en mi libro de historia de la música, Eso no estaba en mi libro de historia de la ópera, Historia de la gran música para piano, Los músicos de Stalin, Los músicos de Hitler y El poder de la música.
Pedro estaba casado con la periodista Teresa Montoro, a quien conoció en nuestra revista mientras colaboraba en la edición de un número especial de RITMO. Mi más sincero pésame, querida Teresa, que has sido su apoyo constante y fortaleza tanto en la vida como durante su larga enfermedad.
Querido amigo y compañero de tantas batallas periodísticas y musicales, cuánto echaré de menos nuestras conversaciones —últimamente solo telefónicas, debido a tu enfermedad— que siempre me ayudaban a mantener los pies en la tierra, aterrizando las ilusiones políticas y culturales a las que dedicamos tantas horas de trabajo conjunto.
Pedro, ¿quién narrará ahora la historia de RITMO? Te voy a echar mucho de menos, querido amigo.
Fernando Rodríguez Polo
Director de RITMO