Hay personalidades que estando en primera línea, permanecen a la sombra. A veces de manera literal. Es el caso de Jaume Tribó (Barcelona, 1945) que ha dedicado medio siglo de su vida al Gran Teatro del Liceo como apuntador, un oficio envuelto de un aura y de obligada discreción pero esencial. Este noviembre se cumplen 50 años de su debut, tras miles de funciones y una carrera junto a grandes figuras de la ópera internacional. Su trayectoria ha sido recogida por Jaume Radigales (Barcelona, 1969) en un libro publicado en catalán que bien merecería una versión en español porque, aunque pueda parecer una obra localista, se trata de un testimonio valioso que contribuye a preservar la historia y la identidad musical del Liceo y su entorno; a la par que ofrece una perspectiva cercana y directa de uno de los oficios teatrales menos escrutador por la bibliografía y la historiografía operística.
En este sentido pocos interlocutores podían acometer mejor tal iniciativa que Jaume Radigales (Barcelona, 1969), quien, además de ser un referente como profesor universitario, es un comunicador y especialista operístico ampliamente reconocido en las latitudes catalanas y también españolas. Lo testimonian éxitos profesionales como la vigencia en antena de su programa radiofónico Una tarda a l’òpera durante las dos últimas décadas, así como su anterior libro, Ópera en pantalla. Del cine al streaming (Cátedra, 2019), escrito en colaboración con la investigadora y docente Isabel Villanueva; y que se mantiene vigente como una fuente de consulta indispensable para profesionales, estudiantes y una referencia en la materia durante los próximos años. Amén, claro está, de otros títulos.
Radigales publicó el fruto de sus encuentros y conversaciones con Jaume Tribó (Barcelona, 1945) dando forma a un acercamiento directo a su trayectoria vital y profesional como maestro apuntador de ópera, con el que logra arrancar algunas sonrisas al lector. Destaca el capítulo descriptivo de su actividad profesional (Una nit a l’òpera), que complementa las páginas dedicadas al oficio de apuntador (técnica alemana e italiana) del capítulo tercero. Éste resulta de lectura casi obligada, ya que su contenido no aparece en los manuales de ópera más recomendables, heterogéneos y divulgativos del mercado. Naturalmente, el musicógrafo catalán también recoge numerosas curiosidades y anécdotas, como la referida a cuando dirigió batuta en mano los dos últimos actos de La traviata en Santander; al tiempo que relata otras actividades más habituales, como sus participaciones radiofónicas en el mítico programa Gran Gala. Y, por supuesto, también pondera las excelencias de la elaboración de los anales del Liceu: una ingente base de datos que representa el agradecimiento del protagonista a su segunda casa, así como la culminación de su afán documental y minucioso que lo caracteriza.
Como toda labor documental, esta impone sus propios caminos con hallazgos de carácter biográfico, contextual y cultural que adquieren relevancia en el enfoque y justifican la distribución de los temas en quince capítulos. Estos combinan pasajes narrativos de Radigales con declaraciones del propio Tribó, que destilan el cariño hacia el biografiado y la voluntad de ofrecer un retrato humano. Ejemplo de ello son la mención a la cajita de reliquias del antiguo Liceu, su tatuaje o aspectos de su vida familiar. El volumen se cierra con un compendio de opiniones de diversas personalidades del ámbito operístico, que coinciden en destacar su bonhomía, su extrema profesionalidad y su exhaustivo conocimiento del repertorio. No en vano, como afirma Joan Matabosch, él es la memoria del Liceu, y nadie conoce con tanta precisión a sus protagonistas y muchas de las anécdotas vividas dentro y fuera del escenario.
En su conjunto, esta monografía se asemeja a unas memorias en vivo donde se ofrece un contenido que entretiene cumpliendo su objetivo: acercar y testimoniar ante el gran público a esta figura singular. El tono expositivo no oculta una familiaridad y admiración que se distancia de la adulación explícita, de la sobrecarga adjetival de algunas biografías—también actuales—y de los formalismos académicos. El estilo de redacción evita largas frases subordinadas y dota de fluidez y ritmo al relato, sin pretensiones literarias logrando con una comunicabilidad directa en la que no faltan pizcas de ese ingenio y ese humor del protagonista, como se percibe en la glosa del apellido Tribó (pág. 199). En torno a algunos compositores, como Meyerbeer y particularmente Mercadante, el biografiado mantiene la esperanza de vivir un periodo de resurgimiento de interés y programación de su obra. No es el único.
En la edición, en formato de bolsillo, se echa en falta un índice onomástico que agilice la consulta de datos y vivencias asociadas a personas concretas. Cabe señalar, sin embargo, que incluye un conjunto de fotografías y que sí ha cuidado la tipografía—cómodamente legible—y las notas a pie de página que, entre otras informaciones, indican los títulos y participaciones de los grandes cantantes en el Liceu barcelonés. De este modo, se redondea la vertiente sobre la historia del teatro que constituye el tercer gran eje temático de esta biografía, además de contribuir a paliar las flagrantes lagunas bibliográficas e historiográficas sobre personalidades musicales catalanas relevantes. Para saber si, con el tiempo, se convertirá en un clásico entre los melómanos barceloneses y los liceístas, obviamente habrá que esperar. Por el momento, se puede recomendar por el acierto en la fórmula empleada a la hora de presentar a Jaume Tribó, habitualmente muy esquivo ante iniciativas de este tipo que pretenden alumbrar sobre su persona y personalidad.
Albert Ferrer Flamarich
Jaume Tribó: memòries d’un apuntador. Records des del coverol del Gran Teatre del Liceu.
Jaume Radigales
Huygens Editorial, Barcelona, 2021. (221 págs.)
ISBN: 978-84-17859-25-