Música clásica desde 1929

Miloš
Noviembre 2023 - Núm. 977

Miloš

La madurez del guitarrista

La imparable carrera del guitarrista montenegrino Miloš Karadaglic sorprende con un nuevo disco, Baroque, su primera grabación con el sello Sony Classical. Desde su irrupción en 2011, cuando su álbum debut ocupó el primer puesto de las listas de música clásica del Reino Unido durante más de seis meses, el guitarrista se ha labrado una impresionante carrera. En la actualidad, es considerado uno de los embajadores del instrumento y ha conseguido innumerables premios, entre los que se encuentran un BRIT Clásico, un Echo Klassik y dos Premios Gramófono. Tras seis álbumes de estudio con un repertorio muy representativo del instrumento, ahora prefiere interpretar algo más acorde con el momento personal que vive. Cuenta Miloš que su privilegiada posición al frente de una nueva generación de intérpretes que se abren paso con la guitarra ha supuesto una enorme responsabilidad. De manera consciente, ha pasado los últimos años trabajando sin descanso para conseguir los resultados que quería, situar a la guitarra clásica en los principales escenarios y servir de ejemplo y empuje para las próximas generaciones.

Ahora que ya han pasado más de diez años después de aquél concierto en el Royal Albert Hall que colgó el cartel de “entradas agotadas”, ese camino tiene muchos músicos que lo siguen y él puede diversificarse en otros proyectos. Se confiesa preparado para mostrar al público la música que desea interpretar, la que ahora mueve su corazón y sus dedos y con la que, a día de hoy, se siente identificado. Miloš ha estado charlando con RITMO, entre otras cosas, de Baroque para Sony Classical (a la venta desde el 13 de octubre en CD y en plataformas digitales) y de su reciente visita a España para interpretar “el Aranjuez”.

Acaba de visitar España para interpretar el Concierto de Aranjuez de Joaquín Rodrigo bajo la dirección de Tomàs Grau y la Franz Schubert Filharmonia. ¿Podría contarnos cuáles fueron sus sensaciones?

Interpretar esta música en España me provoca un sentimiento muy especial, porque es vuestro instrumento. La identidad de los españoles está muy cercana a la guitarra clásica, lo que me inspira y hace que sienta una enorme emoción sobre vuestros escenarios. En esta gira se incluyen escenarios con mucha tradición y otros de reciente construcción, pero en mi opinión, tocar en Madrid y Barcelona sigue siendo emblemático; de hecho, hacerlo en Barcelona, en el Palau de la Música, donde el Concierto de Aranjuez fue premiado en 1940, ha sido un sueño hecho realidad.

Decidió hacerlo sin amplificar el instrumento, lo que tiene detractores y defensores entre los guitarristas… ¿Por qué esta decisión?

El objetivo era que el público escuchase esta obra como fue concebida en origen, de una manera natural. Cuando fue premiada en el Palau, el Concierto de Aranjuez se interpretaba con orquesta y guitarra, sin micrófonos, y así quería volver a hacerlo casi un siglo después. La propuesta tuvo una gran acogida en Barcelona, donde se vendieron todas las entradas.

¿Y en Madrid?

En Madrid ya lo había interpretado en 2013 y recordaba muy bien el Auditorio Nacional, pero en esta ocasión lo he disfrutado más: ahora soy diez años mayor, lo que me da una perspectiva más madura y, además, entonces hubo muchos problemas en la sala (recuerda el músico las huelgas convocadas), lo que enrarecía la atmósfera. Así que ha sido un placer volver y encontrarme con un ánimo tan receptivo.

Cuando se interpreta la guitarra sin amplificar, ¿qué importancia tiene la acústica de la sala?

La construcción del auditorio es fundamental. En este sentido, España es muy afortunada porque cuenta con una magnífica infraestructura para la música, tiene unas salas estupendas, la acústica del Palau, la del Auditorio Nacional o la de los escenarios de Zaragoza son grandes ejemplos. Es un aspecto fundamental para los artistas: la música es mágica y para que haya magia deben estar todos los ingredientes.

Pero también influye la labor del compositor, de hecho, un concierto para guitarra y orquesta debe estar muy bien elaborado para que se pueda apreciar en su totalidad...

En realidad, cuando escuchas el Concierto para violín de Tchaikovsky, no estás escuchando las escalas todo el tiempo, hay momentos en los que el solista se funde con el resto de la orquesta. Personalmente, me encanta intercambiar estos papeles,  ser el solista en unas ocasiones y formar parte de la orquesta en otras; el Concierto de Aranjuez tiene muchas de estas situaciones. Por eso, cuando se usa la amplificación, se crea una situación artificial que provoca que el público piense que debe estar escuchando a la guitarra todo el tiempo, lo que no es musicalmente así. Un concierto con solista y orquesta no es como uno de rock y no se tiene porqué oír todo el tiempo al solista.

La Franz Schubert Filharmonia es una formación joven que dirige Tomàs Grau. ¿Cómo fue trabajar con ellos?

Llegamos a un nivel de estudio profundo, Grau es sesudo y trabaja muy duro y en la  orquesta están todos involucrados en conseguir la mejor interpretación posible. Esto permitió explorar nuevas ideas, lo que para mí fue inspirador, revelador y muy nuevo.

¿Por qué?

El Concierto de Aranjuez es una de esas piezas que siempre está cambiando y suena diferente con cada orquesta. Su música se acerca a la vulnerabilidad de la personas, es muy humana, lo que provoca que tenga tantos puntos de vista como intérpretes.

¿Incluso en España?

El primer movimiento está lleno de escalas de inspiración andaluza, pero no se puede decir que sea una pieza flamenca, también pizzicatos... Tiene una enorme variedad de técnicas. La inspiración es española y está cerca del sentimiento español, pero es una pieza universal, para todo el mundo, y creo ese era uno de los objetivos de Rodrigo con esta obra.

El pasado mes de octubre presentó Baroque, un álbum en el que incluye una selección de obras barrocas especialmente transcritas y adaptadas a la guitarra, tanto en solitario como en colaboración con Jonathan Cohen y su conjunto Arcangelo. Con este disco inicia una nueva andadura con Sony Classical…

La principal razón por la que me he cambiado a Sony Classical después de trabajar 12 años con otros sellos es porque quería interpretar el repertorio que siento, como músico, en cada momento. Baroque está en conexión con este objetivo, es la música que quiero grabar y tocar ahora.

¿En qué consiste este proyecto?

Siempre he interpretado música barroca, con la guitarra se suele tocar música de Bach, Scarlatti... Pero, a la vez, sentía que el repertorio era muy limitado, así que en esta ocasión mi intención era traer el repertorio barroco a la guitarra clásica. Al principio, no quería que Bach estuviera en este álbum sino en otro, y pasé mucho tiempo recopilando las piezas, buscando el contraste.

¿Cómo las encontró?

Fue un proceso laborioso porque, en ocasiones, cuando se hacen las transcripciones, no todo funciona y hay aspectos fundamentales que se deben tener en cuenta para no comprometer el resultado. Si se interpreta música de hace más de 300 años con un instrumento moderno, hay que familiarizarse con lo que pretendía el compositor.

El Adagio del Concierto para oboe en re menor de Alessandro Marcello... ¿Por qué escogió este repertorio? ¿Tiene alguna predilección?

Los contrastes en el Barroco son frecuentes, de repente tienes los momentos más líricos y a continuación te encuentras con los más bravos, lo que provoca que las emociones se concentren y haya tensión. Precisamente, en Baroque me faltaba esa tensión para tener una línea final, probé con la Chaconna de Bach y es lo que me hizo pensar que entonces sí estaba completo y preparado este repertorio. Bach significa el principio y el final, la Chaconna puso el proyecto en equilibrio, convirtiéndose en una fotografía preciosa de la música que ahora siento.

¿Alguna vez ha pensado acercarse al laúd?

No, nunca he experimentado con otros instrumentos de plectro. Siento que la guitarra es un enorme misterio, cada vez que la toco es diferente, y nunca podré sentir que la controlo por completo. Es impredecible y caprichosa y jamás he sentido la necesidad de cambiar o tocar otro instrumento. Julian Bream tocaba el laúd de maravilla, y también algunos compañeros en la actualidad, pero no estoy interesado en eso. Creo que cada instrumento requiere unas cualidades y habilidades del músico y debemos ser conscientes y saber quiénes somos.

La BBC Music Magazine lo incluyó entre “los seis mejores guitarristas clásicos del siglo pasado” y The New York Times lo citó como “uno de los guitarristas clásicos más interesantes y comunicativos de la actualidad”. No cabe duda de que, como guitarrista, ocupa un destacado puesto entre los mejores intérpretes del siglo XXI. ¿Cuál es su responsabilidad con el instrumento?

Cuando empecé mi carrera hace 12 años era extraño ver a un guitarrista joven que tocara conciertos por todo el mundo. Así que, cuando empecé, acaparé mucha atención. Esta situación hizo que sintiera una enorme responsabilidad sobre las decisiones que tomaba en cuanto al repertorio, las salas... Fui muy consciente de la importancia del momento, una importancia que recaía sobre mi carrera como intérprete y sobre el instrumento.

¿Se lo esperaba?

No, fue una situación y un rol que yo no había imaginado, la realidad es que estaba en el lugar adecuado en el momento adecuado; afortunadamente, fui consciente de ello y me lo tomé muy en serio. Sabía que si tocaba en un auditorio importante o con una orquesta de prestigio, no sólo sería crucial para mi carrera, sino que también estaba representando a mi instrumento. Desde entonces, siempre he pretendido que la gente entienda lo que considero fundamental: lo más importante es ser un gran músico, y después, el instrumento con el que lo transmites.

Y así comenzó su trayectoria internacional…

Estoy muy orgulloso de este trabajo, durante unos años he viajado por todo el mundo difundiendo esta idea de que el guitarrista clásico es, primero, un gran músico.

¿Lo percibe también en los nuevos intérpretes?

Creo que la percepción actual ha cambiado, la guitarra forma parte de las programaciones con orquesta, y noto un gran cambio estético relacionado con lo que los jóvenes guitarristas quieren en sus vidas. Por ejemplo, ahora, lo que importa en los concursos de guitarra es diferente, no cuenta quién toca más rápido o más, sino quién hace más música, quién es mejor músico con la guitarra. Esa variación en la mentalidad supone un gran momento.

¿Se percibe en las propuestas que hay en el mercado?

Sí, desde luego. Conozco compañeros, de todas partes, que tienen ideas originales, nuevas, que a su vez representan proyectos más grandes, no solo a la pequeña colectividad de los guitarristas clásicos. Abrir y ampliar esta comunidad siempre ha estado entre mis objetivos.

¿De qué manera le influye esta nueva situación?

A la vez, ahora que esto ha sucedido, creo que también puedo volver hacia las raíces de lo que quiero hacer, a la parte más privada, y eso es lo que me permite Baroque. Ser una “especie de embajador de la guitarra” no es sencillo, porque en ocasiones supone una carga enorme, así que estoy muy feliz de haber sacado el trabajo adelante y hacer ahora lo que llevo dentro.

Gracias Miloš, ¡seguro que Baroque será un gran éxito!

por Esther Martín

https://sonyclassicalspain.lnk.to/MILOSBAROQUEnd

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