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Sergei Yerokhin

‘El gran enemigo de la música es el instrumentalismo’

abril 2013

Sergei Yerokhin no es músico convencional. Las críticas destacan su acusada personalidad, su poder comunicativo y una rica y exquisita sensibilidad en sus interpretaciones. Se dice también que es un músico provocador, que conquista con facilidad y que, durante toda su actuación, se tiene la sensación de estar asistiendo a un acontecimiento verdaderamente importante.

¿Cómo surge el pianista Sergei Yerokhin?

He tenido la suerte de nacer en el seno de una familia de músicos y no recuerdo un instante de mi vida en el que la música no estuviera presente. Sin embargo, el momento en el que decidí por mí mismo dedicarme de lleno a ella, ya tendría 14 ó 15 años. Por aquel entonces estudiaba en la Escuela Central del Conservatorio de Moscú, ciudad donde nací, con Vadim Sukhanov y éste tuvo una influencia directa como profesor muy positiva en mi proceso de aprendizaje, como también la tuvo posteriormente en el Conservatorio Tchaikovsky de Moscú, Dimitri Bashkirov. No fueron las únicas, las influencias indirectas de los grandes intérpretes, directores, cantantes e instrumentistas, también formaron parte del proceso. Y la que considero como influencia directa más importante, y que está presente en cada momento de mi vida como músico, la del propio compositor. Entender la obra de un gran compositor, inevitablemente te aporta y te enriquece en varios sentidos, filosófico, emocional, imaginativo… y ello te obliga a la búsqueda de los medios para resolver y cubrir esas exigencias. Una vez asimilado y cristalizado, empieza a formar parte de uno mismo y te convierte en mejor instrumento.

Si usted se ve a sí mismo como un instrumento, ¿qué significado tiene entonces el piano para Sergei Yerokhin?

El piano es un eslabón, a menudo problemático, en la cadena de recreación de la música. Y digo problemático porque seduce cual canto de sirena y desvía del rumbo al marinero, llevándolo directamente a la roca del fracaso como músico. Para llegar a dominar una pieza son necesarios una serie de medios y, en la búsqueda del dominio de esos medios, los valores pueden suplantarse de manera que los medios se convierten en el objetivo; pierdes el “qué” y te quedas en el “cómo”. Éste es el gran demonio y enemigo de la música: el instrumentalismo. 

Pero la técnica es importante. ¿Qué opinión tiene de la escuela rusa?

Nunca he entendido el significado de las llamadas “escuelas”, la verdad. Parece que existe una cierta competitividad artificial en este tema. No soy partidario de este tipo de etiquetas que alejan del arte. Cierto es que de Rusia han surgido y siguen surgiendo grandes músicos, como también en otras partes del mundo,  pero también es cierto que si te fijas, podrás ver que son personalidades totalmente distintas, en su forma de entender, sentir, enfocar, incluso en su “técnica” o “forma” de tocar. Entonces, ¿Quizá cada personalidad realmente grande es una escuela?

Tocar para el público, para el compositor, para uno mismo… ¿Qué significado tiene para usted el recital?

El recital es un acto de representación, un “intento” de  recreación en vivo y a tiempo real de unas obras de arte, con toda la responsabilidad que esto conlleva. El compositor, el público, uno mismo, los tres son componentes inevitables de lo que llamamos recital. El público es un participante pasivo que funciona como amplificador de energía. En cada momento del discurso musical, si es convincente y sincero, cada uno de los presentes en la sala, asimila de una manera u otra, y emite la energía de su propia reacción. Esta energía, si toda va bien, se convierte en un espacio donde la esencia musical fluye.

¿Tiene algún proyecto interesante entre manos?

Ahora mismo estoy inmerso en el ciclo completo de las sonatas de Beethoven. Realmente enriquecedor.

E. T. H.
Foto: El pianista ruso Sergei Yerokhin.
Acred.: Fran Pego.

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