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Nicolas Altstaedt

Curiosidad e instinto

abril 2013

Con 30 años, el violonchelista franco-alemán Nicolas Altstaedt  se perfila como una de las figuras más inquietas y, por ende, más excepcionales de toda una generación de intérpretes de cuerda ya definitivamente acreditada en los escenarios internacionales. Su amplio repertorio, que abarca desde Bach y Haydn hasta piezas de autores contemporáneos, lo proclama. No es casual que el pasado año Gidon Kremer le eligiera para sucederle en la dirección artística del Festival de Lockenhaus, una de las principales citas del panorama musical europeo, en lo que supone un pleno reconocimiento de la fascinante alianza entre curiosidad e instinto que se manifiesta en él.

Lo primero que llama la atención en su repertorio es la variedad y curiosidad que transmite.

Siempre me ha atraído la música de cualquier tipo y de cualquier época. El único criterio es la calidad o, si esto resulta algo difícil de definir, la presencia de un lenguaje o individualidad en la música que me hablen.

En su formación se detectan dos de las principales escuelas de violonchelo, la francesa (al estudiar con Marcio Carneiro, discípulo a su vez de André Navarra) y posteriormente la rusa (con Pergamenshikov, Geringas y Feltz). ¿Cuáles son los aspectos fundamentales de su formación con ellos?

Mario Carneiro fue muy importante para mí, al desarrollar fundamentos técnicos e instintos musicales. Es un profesor fenomenal, un músico y un violonchelista completamente entregado. Boris Pergamenshikov era alguien muy cercano a todos sus estudiantes y requería de nosotros las mismas expectativas que se exigía a sí mismo. Que nos tratara como colegas era lo mejor a lo que podíamos aspirar. No sólo fue un gran músico y violonchelista, sino también un ser humano extraordinario e influyó de la mejor manera posible sobre las personalidades de todos sus estudiantes. Eberhard Feltz, con el que todavía trabajo, tiene una aproximación simultáneamente analítica y trascendental que no había conocido antes. Parece poseer las “llaves” de una partitura, ocultas para mí. En cada encuentro, abre mi mirada y mi oído, siendo mucho más que un amigo cercano.

Las composiciones contemporáneas ocupan un lugar importante en su actividad interpretativa, desde Sallinen (que interpretará estos días en Galicia) hasta Gubaidulina, Killmayer o Rihm. ¿Podría hablarnos de sus relaciones con los compositores?

Mi primer encuentro con Sofia Gubaidulina tuvo lugar hace 12 años en Suiza y fue el inicio de un largo periodo en el que interpreté sus obras, sobre todo aquellas en las que el violonchelo está asociado con el bayán, como Siete Palabras o In Croce, pero también Cántico al Sol. El contacto con su personalidad y su credo hicieron que su música me resultara inmediatamente accesible. A Rihm le conocí en Davos hace 6 años, mientras interpretaba algunas de sus composiciones de cámara. El año pasado toqué el estreno en Gran Bretaña de su concierto Versuchung. Probablemente porque procedemos del mismo país y estamos educados en las mismas tradiciones, cuando estudio sus obras lo hago del mismo modo que cuando me enfrento a las de Beethoven o Schumann. Killmayer es una excepción. Le conocí a través de su estudiante Moritz Eggert e interpreté por vez primera su música en 2002, en un concierto conmemorativo de su  75 cumpleaños celebrado en Múnich. Es alguien que ha seguido su propio camino y que no puede ser ubicado bajo ninguna etiqueta. Él estuvo también presente durante la grabación (primer registro mundial) que realicé de sus Romanzas y bagatelas. Aunque fue muy meticuloso con cada detalle, fue el tiempo que pasé escuchándole recitar sus poemas y  juegos de palabras, así como hablando sobre diversos temas lo que me hizo familiarizarme con sus partituras. Pero, sin duda, cuando más he aprendido de un compositor ha sido al escuchar a Kurtág enseñando Beethoven y Brahms.

Gracias a muchos violonchelistas, desde Rostropovich, pasando por sus maestros Pergamenshikov o Geringas, se ha generado un espléndido conjunto de partituras para el instrumento ¿Tiene previsto estrenar nuevas obras?

Fazil Say escribió una sonata para violonchelo para mí, la estrené junto a mi acompañante habitual, el pianista José Gallardo, el año pasado en Londres y la grabé junto al propio Fazil para la BBC. También Thomas Larcher me dedicó un dúo para violonchelo y piano, que estrenamos en Nueva York. Mi amigo, Raphael Merlin, del Cuarteto Ebène, escribió un dúo para el violinista Pekka Kuusisto y para mí, que estrenamos en el Concertgebouw gracias al generoso patrocinio de BBT. En Lockenhaus, intento encargar nuevas piezas de compositores menos conocidos; este año tendremos un estreno de Johannes Fischer, un percusionista y compositor alemán, que escribió una obra para nosotros dos y para cinta, así como de Gerald Resch, un joven compositor austriaco, que está escribiendo una pieza para conjunto vocal y violonchelo. Y,  además, hay conciertos recientes que no han sido interpretados todavía en todos los países, por ejemplo, el próximo año tocaré la première alemana del concierto de Nico Muhly en Frankfurt.

En su aproximación al repertorio barroco y clásico ¿Cómo se vincula con los planteamientos y técnicas de la interpretación historicista?

Esto se ha producido intuitivamente. Uno de mis primeros profesores era un violonchelista especializado en barroco que interpretó muchísimo las pasiones según San Mateo y San Juan; crecí con las grabaciones de Nikolaus Harnoncourt y Anner Bylsma. Por tanto, estuve en contacto con todo ello desde el principio… después vino la escucha de las óperas de Monteverdi…

En más de una ocasión ha hablado de su admiración por Gidon Kremer, un músico con el que ha trabajado a menudo ¿Puede hablarnos de su relación con él?

La modestia, la curiosidad y la integridad artística han sido siempre valores por los que Gidon se ha significado y en todo momento me han impresionado. Tanto al conversar como al compartir un escenario, toma el camino no convencional y te sorprende con una idea que resulta ser la más adecuada para cada situación.

En 2012 fue nombrado, a sugerencia de Kremer, director artístico del Festival de Lockenhaus. Supongo que es un fascinante reto asumir esa tarea. ¿Qué caracteriza a este festival frente a otros?

En Lockenhaus nos deshacemos de algunas tradiciones del concierto para que todo sea posible. Anunciamos el programa 24 horas antes de la celebración del concierto, por lo que tenemos la libertad de cambiar nuestras ideas en el último minuto. Las sorpresas son frecuentes. En general, Lockenhaus permite programas y combinaciones que no podemos hacer a lo largo de la temporada debido a nuestra agenda o a otras restricciones. Si alguien tiene una idea loca de interpretar algo en circunstancias complicadas, Lockenhaus es el lugar idóneo para ello.

En este año 2013, el hilo conductor será el título de la célebre novela de Dostoievski, Crimen y castigo ¿Podría comentar los criterios en la selección de las obras?

Schuld und Sühne (Crimen y castigo) no se refiere tanto aquí a la desafortunada traducción alemana de la novela de Dostoievski como al proceso creativo nutrido por la culpa y por su superación. El punto de partida lo proporciona la música de Carlo Gesualdo quien, tras su célebre crimen, empuñó la pluma para escribir sus radicales composiciones. Además de sus madrigales, interpretaremos las sonatas “Kreutzer” de Beethoven y de Janáček, acompañadas por una lectura. Carlo, de Brett Dean, y el Cuarteto de cuerda n. 3, “In iij Noct”,  de Georg Friedrich Haas, interpretados en completa oscuridad, resonarán en el aire.

Tendremos un concierto con música de 1913 y otro con obras de la pareja Schumann, de Brahms y de Heinz Holliger, quien reflexiona en sus Romancendres sobre las cinco romanzas para violonchelo de Robert Schumann, que fueron quemadas por Clara cuarenta años después de su composición. Asimismo, habrá música de Claude Vivier, Alessandro Stradella y Jean Marie Leclair, todos ellos asesinados, y una película muda cuya proyección se acompañará de música improvisada.

Su discografía es un buen reflejo de sus inquietudes, con discos que unen los nombres de Killmayer o Gulda con Schumann o Tchaikovsky. ¿Cuáles son sus próximos proyectos discográficos?

El próximo disco estará dedicado a las sonatas para viola da gamba de Bach, con mi amigo Jonathan Cohen al clave.

Por: David Cortés Santamarta

Foto: El violonchelista franco-alemán Nicolas Altstaedt.
Acred.: Balazs Borocz – Pilvax. 

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