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Josep Vila i Casañas

“Dirigir un coro es como crear un camino”

Octubre 2022

La trayectoria de Josep Vila i Casañas a cargo de la dirección de prestigiosos coros, colaborando con las mejores batutas del mundo, y como compositor, describe la destacada posición que ocupa en este trascendental segmento del panorama musical. Su nombramiento como director titular del, no menos prestigioso, Coro de la Comunidad de Madrid de valiosa, larga y fructífera vitalidad desde su fundación, nos ha servido de coartada para esta grata charla. Con el telón de fondo de la carismática cafetería del Círculo de Bellas Artes, en la discreción de aquel rincón de grandes ventanales, vistoso lienzo y cómodos sillones vamos a descubrir y reflexionar con él sobre diversos temas que se derivan o acompañan a dicho nombramiento y, la vida musical y coral en particular.

¿Cómo afronta esta nueva etapa?

Con tremenda ilusión. Este Coro lo conocí en plena pandemia. Hará casi dos años que me invitaron a dirigirles en el Auditorio. A pesar de mascarillas, grupos reducidos, me impresionó un ingrediente súper-atractivo: su maleabilidad, implicación, altísima profesionalidad y belleza de su sonido. Tuve oportunidad de volver a trabajar con ellos para preparar para Víctor Pablo Pérez el Requiem de Fauré. Los vi en dimensión sinfónica, el otro lado de su trayectoria, y ya el enamoramiento fue total. Yo no podía hacer nada pero ellos sí y decidieron que durante la temporada anterior (la 21/22) colaborara más a menudo. Me dijeron abiertamente que estaban buscando titular después de una larga etapa sin él. Hemos tenido un año para irnos conociendo, formas de trabajar, hasta que… "Josep nos interesa si puedes iniciar un proyecto con nosotros como director titular". Lo afronto, pues, con mucha ilusión pero también con conciencia de su alta responsabilidad, porque es un conjunto con una trayectoria muy seria. Trabajando con los mejores directores ha hecho proyectos de gran envergadura y siempre a un altísimo nivel y, cuando te encuentras en situación así, tienes que tirar con ese proyecto para adelante pensando en su potencial, en sus ilusiones, que he ido conociendo, incluso en conversaciones privadas. Y ahí estoy, en la recta final de labrar un proyecto para los próximos años que desarrolle esa altísima categoría artística que este Coro ya tiene.

¿Cuáles son sus aspiraciones y qué aspectos novedosos busca aportar o conseguir?

Una de las peculiaridades que hay que mimar del Coro de la Comunidad de Madrid es su versatilidad. Algo que, bien combinado y secuenciado en su calendario, puede dar magníficos resultados. Trabajar detrás de una orquesta aporta unos valores, defender un programa a cappella, otros. Hemos empezado a recuperar la colaboración con orquestas de música antigua y también algo que el Coro hizo, especialmente, en las épocas que los dirigió Jordi Casas y cuando estaba José Ramón Encinar: la música contemporánea española… y no tan contemporánea (en el estreno de temporada voy a poner obras de Yagüe o Barja…); al igual que la presencia en proyectos escénicos. En cuanto a metodología, quizá es donde voy a hacer apuestas más arriesgadas, introduciendo, aparte de los ensayos, sesiones de laboratorio sonoro para investigar posibilidades de conjunto en diversos formatos, grupos de cámara, por cuerdas y como hace cualquier cuarteto de cuerda que se precie, que pasa horas haciendo escalas, quintas y octavas para armonizar el conjunto. Son técnicas que aprendí de mi maestro Erikson, que quiero poner al día para crecer, no sólo enseñando repertorios sino también gozando de espacios de crecimiento técnico.

No siempre hay tiempo en dinámicas de montaje inmediato…

Esa es la gran diferencia entre esta temporada y la anterior. La anterior la asumí con todo el calendario montado. Ésta la he podido diseñar yo, con lo que he podido crear espacios para desestresar y profundizar en esos aspectos.

¿Qué puntos de la próxima programación querría destacar?

La temporada tiene un Leitmotiv, tanto en nuestro ciclo coral como el sinfónico: Brahms.

Ayer mismo…

Ayer, por ejemplo, los Valses, pero vendrán obras de gran envergadura como su Requiem alemán en versión de piano a cuatro manos con un director invitado, Marc Korovich (trabajó con nosotros el año pasado y nos encantó) y, en formato grande con Marzena, estarán obras no tan conocidas pero hermosísimas: Canto de las Parcas, Schicksalslied o Nänie. Y el segundo Leitmotiv del ciclo coral, como decía, la reivindicación de la música  española.

El Coro de la Comunidad de Madrid, como otros de la capital, pertenece a una institución con programación sinfónica. ¿Qué diferencia supone la dirección que sirve a temporadas de este repertorio, de la de cámara o a cappella? ¿Aspectos positivos o limitantes? ¿En cuál se siente más cómodo?

Empezaría por lo que tienen en común. Cuando preparo un coro siempre vamos al máximo que podamos de pureza técnica, riqueza sonora, trabajar en profundidad la sonoridad de los idiomas y ver cómo repercute en el enriquecimiento de la paleta de colores del instrumento. Lo que es distinto: cuando voy a dirigir la producción, voy hasta la última consecuencia, en otro caso, hago una versión, nunca diré que neutra porque eso es imposible. Hace años, algunos cantantes me decían: "Maestro, no trabaje tanto que al final hará el director su versión…", y yo les decía: "Vamos a disfrutar también nosotros…". Lo que ocurría y me sigue ocurriendo es que, cuando viene el director de turno, aprovecha muchísimas de nuestras propuestas.

¿En dónde sitúa, en este aspecto, la actividad del Coro de la Comunidad de Madrid?

Pretendemos tener un sano equilibrio entre sinfonismo, cámara, cappella, colaboraciones de música antigua, estrenos… en justo balance y bien secuenciados.

Tengo cantantes fantásticos con paleta de colores y voces riquísimas que, cuando cantan a cappella quizás deban utilizar un cincuenta por ciento de su potencial (prima la pureza que permite la fusión en el conjunto) pero, cuando están detrás de una orquesta y necesitamos fullsound, todo ese enfoque, esa inteligencia musical desarrollada en los otros programas, repercute en buena calidad, con lo que creo que haríamos flaco favor a este coro y a cualquiera, limitándolo a un solo repertorio.

Ya lo ha indicado, pero ¿cómo "interpreta" la colaboración-comunicación entre ambas figuras directoras? ¿Siente que hay falta de aprecio por el director de coro en conciertos sinfónico-corales?

Voy a empezar diciendo que hace muchos años que no sufro esa sensación. Los maestros con los que trabajo, con alguna excepción, que no conocen nada de ti ni del coro, pueden venir reacios o expectantes y, hasta que no ven el resultado, no conectan, pero mi experiencia ha sido siempre de colaboración, de, incluso, opinar desde fuera sobre el conjunto (balance con orquesta o algún consejo último al coro) siempre respetando la línea interpretativa y estética del director de turno. Me he sentido muy feliz y especialmente ahora, con la colaboración con Marzena Diakun, una persona con las ideas muy claras pero también muy dialogante, con la que preparar los proyectos, es una verdadera delicia.

¿Y cara al público?

Cuando el coro luce un repertorio, en ese momento mágico en que sales y levantas al coro, el coro sabe que esos aplausos son para ellos… Eso no tiene precio.

¿Alguna anécdota que quiera contarnos?

Quería contarle la más sonada, divertida o emotiva. Cuando conocí a Daniel Barenboim, preparé para él en el Palau de la Música de Barcelona, las Quattro pezzi sacri de Verdi. Obra de altísimo riesgo. Yo le pregunté algo tan sencillo como que si se hacía el Ave Maria inicial en vez de con todo el coro, con un grupo reducido. Él lo había hecho así en La Scala. Me dijo: "Decida usted mientras reconozca la música que van a cantar". Empezó a ensayar, parecía enfadado pero poco a poco fue saliendo el Barenboim más carismático e hicimos versiones alucinantes y, al final, como sabía que me despedía como titular del Coro, tuvo el detalle de subirme al podio y regalarme la última ovación.

¿Cómo valora la faceta creativa y compositiva en su trayectoria como director?

Me ha dado muchas alegrías. Es una necesidad. No podría dejar de dirigir, enseñar a dirigir o… componer. Mi prioridad es la dirección, pero esos espacios que, sobre todo a partir de los últimos siete años, he empezado a normalizar para componer, tienen grandísimo valor. Es una especie de regreso a uno mismo, un universo que no es tuyo, es de todos y me equilibra.

¿Creo que puede referirnos alguna cita?

El 25 de septiembre en la Catedral de Tarragona estrené unas Vísperas en las que intervinieron cinco coros, dos solistas, grupo instrumental de viento, órgano… En Tarragona se celebra (con un año de retraso por pandemia) los 700 de la llegada a la ciudad de las reliquias de Santa Tecla, su patrona. Festividad, quizá, la más antigua y de más relieve folclórico y cultural que hay en Cataluña. Querían coronarla con un gran concierto en la Catedral donde hubiera fuentes de sonido en todo el templo y pensé que un buen tema sería unas Vísperas, como las de Monteverdi, que permiten distintos formatos.

Espacialización sonora…

Sentado en la Catedral verá una orquesta de viento delante, un coro profesional detrás (O Vos Omnes) y luego, a ambos lados del crucero dos coros, otro en la entrada… dos órganos en la nave central…

Un todo envolvente: espacio arquitectónico, reverberación...

… y tecnología, porque cuando hemos hecho cosas así, ha habido que hacer ajustes con megafonía...

¿Hasta qué punto se debe fomentar la faceta creativa individual o de conjunto, en el seno de un coro de estas características, y en qué forma?

Tenemos la suerte de que en la ORCAM ya existe una tradición de generar grupos de cámara que propongan proyectos de actuación en espacios no habituales. Hay mucho talento concentrado en el Coro. Tenemos excelentes compositores: Jorge Argüelles o Javier Carmena. Tenemos muchos otros miembros que forman parte de grupos de cámara. Y a eso hay que añadir las oportunidades para presentarse como solistas, especialmente en el ciclo coral, no tanto en el sinfónico que depende de formatos de los directores.

¿Y la improvisación…?

Se verá, no en contexto de concierto, pero debo añadir que tengo el apoyo, para mí muy valioso, de una comisión artística muy potente que está constituida por los cuatro jefes de cuerda y el subdirector que, por cierto, también se estrena: Javier Carmena. Con todos ellos dialogamos tanto para lo técnico logístico como para lo artístico.

Respecto a protagonismos y psicología de los intérpretes, ¿existe una política de solistas en el conjunto?

Sí, sí existe. En el sentido de que tienen oportunidades para audicionar papeles solistas a menudo. En cuanto al protagonismo, tiene que ver con mi forma de entender la dirección. Dirigir un coro es como crear el camino, quitar trabas para que el coro y cada uno de sus miembros puedan mostrar, desarrollar y dejar florecer al máximo su talento y capacidades. Creo que un director no va a enseñar a un coro cómo canta o interpreta. Va a haber acuerdos, muchas directrices, naturalmente, pero siempre se trabaja a partir de lo que el coro da, sin cohibir, a no ser que vaya contra criterios en los que crees firmemente. Pero este coro, insisto, tiene tal riqueza individual, por formación, calidad de voz, inteligencia y, sobre todo, amor a la música que es un placer canalizarlo. Esa unanimidad final en que cada uno está aportando, esa suma de talentos es para mí, un lujo administrarla. Esas individualidades quizá afloran más en el mundo vocal que en el instrumental. Voces con distintas personalidades son más difíciles de poner juntas que cuatro violinistas con distintas personalidades (alguien me discutiría esto). Lo bueno del Coro de la Comunidad de Madrid es que los timbres son suficientemente distintos para que su suma no sea plana, sino rica, pero lo bastante cercanos para que no sean irreconciliables. Hemos tenido audiciones a mitad de temporada pasada. Teníamos muy claro el perfil de voces y, en función de eso, pedíamos un repertorio y no otro. Estábamos seguros de que, si cantaban bien eso, se iban a integrar. Así ha sido y las nuevas incorporaciones las estamos celebrando día a día.

Para terminar, ¿qué les diría a las muchas agrupaciones corales aficionadas, sus cantantes y directores?

Lo primero, que no dejen de cantar. Que lo que hace grande un país es que la gente cante y encuentre el coro adecuado. Está muy bien que haya coros donde no exijan canto ni lectura ni nada, pero debería haber más planteados con estudios. Existen algunos, pero esa franja intermedia es la que creo hay que incentivar. Y que, por favor, vayan a tantos conciertos como puedan, no sólo de sus coros; motiva y da nuevas perspectivas. El Coro de la Comunidad de Madrid, cuando planifica sus conciertos a cappella tiene muy clara su vocación pedagógica como incentivo de los cantantes de coros a crecer, desarrollar su talento y conocer nuevos repertorios.

por Luis Mazorra Incera

www.fundacionorcam.org

Foto: “Una de las peculiaridades que hay que mimar del Coro de la Comunidad de Madrid es su versatilidad”, afirma Josep Vila i Casañas, su nuevo director titular.
Crédito: © Iván Castellano - Fundación ORCAM

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