Música clásica desde 1929


Un punto de encuentro de actividades musicales con artistas, instituciones y gestores


José Javier Lacunza - Auditorio Baluarte de Pamplona

Para gestionar Baluarte se necesita imaginación, colaboración y diálogo

febrero 2013

Entramos en el Palacio de Congresos y Auditoriode Navarra Baluarte. Alumnos de arquitectura de la Universidad de Navarra, sentados aquí y allá, están dibujando el interior del edificio. La petición de utilizar el vestíbulo como lugar de inspiración no sólo fue bien recibida, sino que Baluarte ha propuesto un concurso; el premio al mejor dibujo son dos entradas a un espectáculo. Con la Asociación de Ópera de Cámara de Navarra organizó hace unas semanas un taller de cocina de ópera en el restaurante. Ideas imaginativas, nos dice José Javier Lacunza, para conseguir nuevos públicos, que van desde estas sencillas actuaciones al descuento del 70% a menores de 30 años durante los tres días antes de una función. “Una ópera se puede ver por sólo 12 euros. Aunque haya que tener cautela cuando se habla de precios, con los tiempos que corren”, apunta Lacunza.

J. J. Lacunza parece un tipo optimista. Y bregado en eso de que una empresa ha de ser sostenible, este Ingeniero de Telecomunicaciones ha trabajado para Cisco Systems en Bruselas, Roma y Madrid; y en México como director de una planta de producción; puestos de gestión de alta responsabilidad. Le llamaron para gestionar lo que aquí se conoce como el Baluarte, y se vino “a trabajar por su tierra”.

Pero es inevitable pensar en un panorama incierto con la crisis.

Lo positivo es que la crisis nos impone la necesidad de colaborar, de pensar, de renunciar a egos... para que la cultura y, en general, todo prospere.

Es optimista.

Siempre lo he sido. Me eduqué en una familia vinculada a la música, sin grandes recursos educativos: el coro del colegio, los estudios del conservatorio... No era un momento de “boom” y sin grandes desembolsos por parte de mis padres pude sacar un bagaje personal importante. Con el paso de los años me ha llevado a un trabajo vinculado a la música.

Hay quienes creen que usted sólo gestiona una sala de espectáculos.

La gestión de Baluarte es mucho más: Es gestión de cultura y también de turismo; aquí se dan cita distintos congresos, convenciones, exposiciones… Atraer ese tipo de reuniones requiere un trabajo comercial de relevancia. Y hay que sumar el Planetario, con toda la parte educativa que conlleva. Todo ello se engloba en ENECSA, Empresa Navarra de Espacios Culturales.

¿Ha habido demasiadas subvenciones en cultura?

En boca de todo el mundo está el que sí. Yo soy un poco más cauto. Han podido ser tiempos de excesos, pero los montantes globales, en porcentajes, quizá no fueran excesivos. Otra cosa es el reparto, para el cual habrá diversidad de opiniones… En Baluarte hay muchas entidades programadoras: Orquesta Sinfónica de Navarra, Orquesta Sinfónica de Euskadi, programadores privados... En la  Fundación Baluarte el dinero público alcanza el 30% del presupuesto (no es mucho en comparación con lo que necesitan otras entidades); el 70% se obtiene a través de empresas privadas y de la taquilla.

Ser gerente en la tierra de uno y en una comunidad pequeña... ¿Hay amistades interesadas?

Claro que hay mucha relación de tipo personal y hasta familiar con personas involucradas en la cultura. Pero, tengo que atender con los mismos criterios presupuestarios a todo el mundo, garantizando total neutralidad.

¿Es cara la cultura en Navarra?

Caro o barato son conceptos muy subjetivos, y más en los tiempos que corren, pero en general diría que no. En el caso de la Fundación Baluarte, creo que esto es fruto de una buena gestión. Estamos cobrando espectáculos de ópera de primera calidad a 64 euros, mientras que, en otras ciudades, pueden llegar a triplicar esas cifras.

¿No es un lío que haya distintas entidades haciendo ópera en una ciudad de doscientos mil habitantes?

En Pamplona hay esta curiosidad: hay dos entidades programadoras de ópera y una tercera de ópera en familia. Lo que procede es colaborar para diseñar mejor el calendario del año.

Estamos en un buen momento para que se levante la tapa de la olla y se vea qué hay en ese recipiente. El ocaso de la cultura subvencionada obliga.

Se ha producido una transición demasiado rápida entre el sustento público y la dependencia de la taquilla. El reto es la involucración de mecenas y de la empresa privada; ahí estamos muy por detrás del patrocinio deportivo. Las condiciones fiscales navarras son increíblemente buenas a nivel de Impuesto de Sociedades. A expensas de que nos podamos adelantar con una Ley de Mecenazgo en Navarra, hay un buen sustrato a nivel fiscal ya, a día de hoy, para que haya un apoyo importante por parte de las empresas. Pero para comunicar esto, el gestor cultural tiene que saber de fiscalidad, de cómo funcionan las empresas... Y eso es un trabajo desgastante y requiere preparación.

Volvamos a la ópera: ¿no se ha convertido en una especie de reliquia que mantenemos por prestigio?

Dentro del mundo de la ópera hay muchas visiones: elitistas, de precios altos, escenografías caras, solistas encumbrados... Otras visiones minimalistas o adaptadas a menores presupuestos y visiones muy imaginativas, como está ocurriendo en algún teatro de Inglaterra, donde se anuncia que a la ópera se va en vaqueros y luego uno se va a tomar una cerveza con los artistas... En fin, todas son válidas. Además, hay ciudades que han hecho de la misma una  fuente de atracción turística importante y, por tanto, motor económico.

¿Es normal que en Pamplona no se haya estrenado una sola ópera seria en 30 años? ¿Puede subsistir un género que no se actualiza de verdad, desde dentro?

Los títulos conocidos aseguran el público. Y hay muchas maneras de innovar sobre la base de títulos de repertorio. La misma extrapolación se podría hacer a la música clásica.

La visión contemporánea de géneros clásicos, podría ser posible. Pero confiar en la taquilla es arriesgado en propuestas muy vanguardistas

Es decir: las propuestas contemporáneas dan miedo a los gestores.

Les dará más o menos miedo en función del presupuesto que tengan y en función de la dependencia de la taquilla.

El arte estaba más sano en el siglo XIX...

Eso es mucho decir. Creo que hay mucho talento en la calle y lo veo todos los días. El hecho de socializar ciertas disciplinas, de maridarlas (jazz y flamenco, por ejemplo) ayuda a crear nuevos públicos. Hoy, por ejemplo, se hace el Mesías de Haendel con 230 coristas aficionados que tienen la oportunidad de cantar con una orquesta profesional. Para ellos, es una experiencia única; para nosotros es también una manera de acercar al público a esta casa y a la música culta de primera calidad… En fin, que también hay muchos rasgos de salud en el arte hoy en día.

Hay una reforma educativa en ciernes. ¿Qué relación ve entre la cultura y la formación para que tengamos un público joven?

Total y fundamental. Ahora bien… ¿tiene que ser directamente la escuela quien organice aspectos extracurriculares? Me parece sano que asociaciones como el Orfeón Pamplonés, Ópera de Cámara de Navarra, Asociación Gayarre Amigos de la Ópera y tantas otras tengan un rol en esos aspectos formativos... En la medida en que educan crean público futuro. Nosotros, la atracción del público más joven la tratamos con el programa 3/30: Un 30% del coste (un 70% de descuento) para gente menor de 30 años,  3 días antes de la función.

Un mensaje de despedida.

Buena gestión y política de apertura: precios jóvenes, mejora de servicio. Para gestionar una institución como Baluarte se necesita imaginación, colaboración y diálogo. Siempre repito estas palabras.

Entrevista realizada por Javier Horno Gracia

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