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Herbert Schuch

Pianista por convicción y talento

junio 2015

En un momento, como el actual, en el que la caída de la venta de discos es una realidad, un nutrido grupo de fans espera con impaciencia cada nueva versión de Herbert Schuch. Nacido en la ciudad transilvana de Temesvar hace 36 años, el nombre del pianista alemán de origen rumano saltó a la escena internacional cuando en el mismo año ganó los primeros premios de tres célebres concursos: The London International Piano Competition, the International Beethoven Piano Competition (Viena) y el Casagrande de Terni (Italia). Tras su aspecto juvenil, se oculta uno de los pianistas más sobresalientes de su generación y su inteligente y selecta trayectoria discográfica ha sido galardonada con los más importantes premios; disfruta del aplauso del público y la crítica internacional por la solidez de sus directos, comparte escenario con importantes figuras y célebres orquestas, y se ha convertido en nombre fijo de las más importantes salas de conciertos y festivales internacionales. Recientemente pudimos verle en el Auditorio Nacional de Madrid junto al Cuarteto Leipzig y en su recital en el Auditorio de Santiago de Compostela. En vísperas de su actuación en el Festival de Salzburgo, Herbert Schuch habla en exclusiva para RITMO. 

Tras presentar su último CD Invocation, recientemente elegido por la crítica alemana como uno de los mejores discos de 2015, en varias salas de conciertos de Europa y América, el próximo 21 de julio lo hará en el marco del Festival de Salzburgo…

Es algo estupendo, porque los colegas que tocan allí son grandes músicos: desde Schiff hasta Sokolov, Uchida…, gente que me han acompañado desde mi infancia. Recuerdo cuando escuchaba los Conciertos de Mozart de Uchida, en la época en que yo empezaba a tocar esos mismos Conciertos, así que tocar en el mismo ciclo de recitales junto a estos nombres es muy especial, además de lo que ya significa de por sí tocar en Salzburgo, y la  sala del Mozarteum; una sala ideal para acercar al público a este programa.

En Salzburgo, el año pasado interpretó las tres últimas Sonatas para piano de Schubert en un mismo concierto, un auténtico desafío para cualquier pianista…

Sí, bueno… Realmente la preparación del proyecto es siempre lo más difícil, es decir, conseguir esa calidad musical para luego poder transmitirla en el concierto,  porque tienes que planificar exactamente cada segundo de lo que se hace. También hice otros grandes proyectos como, por ejemplo, tocar todos los Conciertos de Beethoven en dos días… Pero todo es cuestión de prepararse bien; luego resulta maravilloso poder vivir eso en el escenario, porque el público te transmite una energía muy diferente a la que recibes cuando estás ensayando solo.

Su disco con obras de Janácek y Schubert fue distinguido con 5 estrellas en la revista BBC Music Magazine; según Brendel “tocar Schubert es como caminar con los ojos cerrados”, ¿qué significa Schubert para Herbert Schuch?

Con la música de Schubert tengo la sensación de que el trabajo nunca está terminado  del todo, cuando tienes una cosa solucionada, de repente, te aparece otra que todavía tienes que solucionar. Pero es una gran satisfacción trabajar estas obras. No es una tarea fácil llegar al público con obras tan íntimas, que no tienen el carisma de las Sonatas de Beethoven, salvo excepciones como, por ejemplo, la Fantasía Wanderer, una pieza muy virtuosa. Pero para mí, que me gusta buscar colores, atmósferas, etc., la música de Schubert es ideal.

Entre los muchos aplausos que ha recibido como auténtico pianista schubertiano, recuerdo una crítica en la revista DrehPunktKultur, en la que se calificaba como ejemplar su interpretación de los 4 Impromptus D 935 e incluso se le comparaba con Sokolov…

Sí, esa interpretación fue dentro de ese ciclo completo de seis conciertos que hice en Salzburgo, en los que interpreté casi toda la obra pianística de Schubert, tratando de combinar sus grandes obras para piano con las de Janácek. Me alegra que me hayan comparado con Sokolov. Lo admiro mucho, pero creo que nuestra forma de tocar es bastante distinta.  

Invocation incluye piezas de Bach, Liszt, Ravel, Messiaen y Murail, compositores de estilo y época diferentes. ¿Por qué decidió unirlos en un mismo programa?

Siempre me gustó el sonido de las campanas de la iglesia. Por esa razón, surgió la idea de elaborar un programa en torno a ese tema. Bach, Liszt y Messiaen tienen una vinculación religiosa; Ravel y Tristan Murail compusieron fantásticas obras para piano que imitan perfectamente el sonido de las campanas. Se puede comparar con la sensación de hoy en día cuando entras en una iglesia, cuya construcción se inició en época románica, pero que tiene añadidos góticos, e incluso una escultura moderna de una cruz, es decir, hay elementos de diferentes estilos, pero cada elemento artístico que se ve en esas iglesias tiene un objetivo concreto. En ese sentido, este programa trata de recrear una visita musical en una iglesia, de manera que el oyente pueda sentir diversas formas de religiosidad, de campanas, de sonidos… Creo que esto es mucho más interesante que escuchar solo a un compositor…

Además de recitales para piano solo, colabora habitualmente como solista invitado de destacadas orquestas como, por ejemplo, la WDR, con quien en 2013 ganó el ECHO KLASSIK por el Concierto para piano Op. 25 de Viktor Ullmann, como mejor grabación del año de un concierto del siglo XX…

Tocar como solista un concierto para piano es muy diferente a interpretar obras para piano solo, porque una buena parte del trabajo comienza cuando me reúno con el director para hablar del enfoque de la obra y, a veces, es muy interesante cuando trabajas con nuevos directores. Hace poco hice el Concierto para piano de Ullmann en Turín con la Orchestra Sinfonica Nazionale della Rai y John Axelrod, y fue asombroso tocar este Concierto con él, porque tenía magníficas ideas, que me permitieron refrescar las que yo tenía de esta obra. Como solista siempre se agradece tener en el podio a un director que te inspire y te aporte una nueva energía, eso hace que director y solista se beneficien mutuamente del trabajo conjunto… Y tocar el Concierto de Ullmann ha sido muy importante para mí, por el contexto en el que se creó, y porque se trata de un Concierto totalmente olvidado y que no se tocó por primera vez hasta los años 90… Ullmann es un compositor muy interesante que, antes de ser deportado a Auschwitz, escribió cadencias para los Conciertos de Beethoven, además de haber tocado obras de Beethoven y Mozart en la Theresienstadt. Y este hecho es algo que me impresionó mucho; por eso quise combinar su Concierto con el Concierto para piano n. 3 de Beethoven en el mismo disco. 

A menudo comparte escenario con destacados músicos, como recientemente con el violonchelista Daniel Müller-Schott y la violinista Viviane Hagner en el Festival Richard Wagner de Garmisch. ¿Sus estudios de violín le ayudan a la hora de afrontar una obra de cámara?

No, lamentablemente no me ayuda, porque mis estudios de violín fueron hace mucho tiempo. Y no era realmente bueno tocando el violín (risas). Disfruto mucho haciendo música de cámara con otros músicos, también colaboro con mi mujer, la pianista Gülru Ensari; hemos tocado por ejemplo Sacre de Stravinsky en la versión original para piano a cuatro manos.  

¿Cómo  influyó Brendel en su evolución como pianista?

Brendel es un hombre muy especial y único como músico. Para mí, lo más importante fue que siempre puedes seguir descubriendo cosas nuevas de una misma obra, algo primordial para los músicos y, sobre todo, para los pianistas, porque eso es lo que hace que la interpretación se mantenga viva.

En sus workshops, por ejemplo en “Junge Talente am Klavier” en la Steinway-Haus de Munich, ¿qué consejos les da a sus alumnos?

Es difícil decir algo general, porque depende de lo que estén tocando en ese momento, y a veces es difícil dar consejos cuando no conoces todavía realmente al estudiante, su personalidad... Pero, lo que sí me parece importante es que, al menos, en la cultura musical centroeuropea, nunca se piensa en un piano cuando se toca el piano, sino en una frase escrita para un cuarteto de cuerda, para una orquesta o para una voz, es decir, se tiene que pensar más allá del piano en sí, y esta concepción es algo que influye en el sonido que se consigue a través del piano, y cuando se toca música de Bach, Mozart Beethoven o Schubert, es importante que el sonido no solo venga del piano. Además, considero muy interesante practicar solo leyendo las partituras, sin tocarlas, y ver qué hay detrás, leyendo la partitura, se observan muchos pequeños detalles que a veces se olvidan. 

Gracias por su tiempo, ha sido un placer.

http://www.herbertschuch.com/ 

Por: Lorena Jiménez

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