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Georgina Sánchez Torres

El violonchelo que habla

septiembre 2013

A sus 27 años, esta violonchelista, directora de orquesta y compositora, además de bailarina y asidua poetisa, acaba de editar su primer disco con composiciones propias, patrocinado por la Fundación Medinaceli DeArte, ciudad a la que está dedicado el disco. Georgina nació en Valladolid, comenzando los estudios de cello a los 7 años, estudiando con José Ramón Serrano, María de Macedo y Nuria Rosa Muntañola, completando su formación con Pedro Gómez y Félix del Barrio. A los 20 años finalizó los Estudios Superiores con Asier Polo y Damián Martínez en el Musikene, perfeccionándose con Phillipe Müller y Natalia Shakhovskaya.

La Ciudad del cielo (Amanecer). Como un petit Daphnis et Chloe, el cello de Georgina emerge como la luz que inunda los paisajes y se adueña de ellos, dando vida con su luminiscencia.

Del mismo modo, Georgina realizó estudios de dirección de orquesta con Enrique García Asensio y Bruno Aprea. En Mayo de 2007 interpretó el Concierto para violonchelo en re mayor de Haydn en presencia de su Majestad la Reina Doña Sofía.

Canto de salvación. Sobre sinuosas frases que susurran una posible sarabanda de Bach, “todos necesitamos, en algún momento, entonar un canto que nos permita continuar”, este canto contiene una primera parte muy armónica, repleta de densidad, que nos traslada a la parte melódica, donde la voz y el instrumento se funden en uno solo, en una misma esperanza.

Premiada en más de treinta concursos nacionales e internacionales, su repertorio abarca una extensa colección de obras desde el barroco a nuestros días, actuando en España en salas como el Monumental de Madrid, el Auditorio de Zaragoza o el Palau de la Música de Barcelona, así como en festivales de toda la geografía hispana. Ha grabado para RNE e interpretó en vivo obras de Schnittke y Bloch. Su actividad como creadora se ha mostrado con este disco, dedicado a la villa de Medinaceli (Soria), “un sitio que me ensimismó desde la primera vez que toqué allí en 2011, y allí precisamente fue donde surgió la idea de grabarlo, patrocinado por la Fundación Medinaceli DeArte”.

Farrucas 1, 2, 5 y 6. Pizzicati, saltos, alegría, accelerandi Fiesta. En las farrucas Georgina despliega toda la tradición de una danza repleta de energía, donde el violonchelo se ha disfrazado de guitarra. “Desde pequeña me había resultado gracioso el término de ‘señorito’, que muestra a un hombre arrogante, al que no le amedrenta nada, con andares de ‘farruco’.

"La Ciudad del Cielo" (Medina Coeli) es la pieza que le da nombre al disco. Etimológicamente, Medina significa "Ciudad", y Coeli "Cielo"; por tanto, es otra forma más de homenajear a Medinaceli.

La Ciudad del cielo (La noche despliega su astro). Sobre suaves arpegios del piano, el arco infinito traza una caricia sobre el erizado instrumento, que, asustado y posteriormente calmado, se duerme en la noche.

En 2006, Georgina realizó un estudio basado en el rescate de violonchelistas españoles olvidados, añadiendo un estudio y recuperando obras para violonchelo de la Generación del 27.

Fantasía con sentimiento español. Desde las raíces de su tierra, Georgina expresa, a base de flashes, la esencia de su origen. “La vida de un concertista está marcada por los continuos viajes que te llevan de un lugar a otro. Fue en un tren donde surgió esta pequeña pieza”.

Como compositora ha estrenado sus obras en numerosos festivales, siendo también dedicataria de obras de otros creadores, como Gabriel Loidi, Urtzi Izairoz, Sebastián Mariné y Julio Blasco. Reconocida en 2010 como “Mejor Artista Joven” por la Comunidad de Castilla y León, en la categoría de solista, es, desde julio de 2012, “Artista en Residencia” del Salzburg Voice Festival.

La Ciudad del cielo (Los amantes). La fusión del sonido con el aire es como el encuentro de dos amantes, ante el que uno debe de plegarse al otro para lograr la unión total. Es la culminación expresiva de la suite La Ciudad del cielo.

Con la colaboración del pianista Manuel Jesús Corbacho, este disco de distribución independiente, de alrededor de sesenta minutos de música, es la primera muestra del arte de una persona creativa, de un talento arrollador, que acaba de lograr el pasado septiembre el Premio “Chance Music Competition” (Moscú), con el dúo Santor-Gilort.

Elegía Rapsódica. El Sollozar del Guerrero. Más ambiciosas, ambas piezas nos muestran estados de ánimo en la tristeza y los remordimientos. Para la primera, “a mis 21 años, era la primera vez que estrenaba una obra. Desde niña, entre otras muchas, interpretaba la Elegía de Fauré y la Rapsodia Húngara de Popper”. Una fusión que explota por su pasión expresiva.

Con el dúo (Santor, Sanchez Torres; Gilort, Gil Ortiz) ha obtenido también el primer Premio de Música de Cámara del Concurso Internacional de Música “Saverio Mercadante”, otra muestra más de la polifacética creatividad de esta cellista, que a ratos baila, a ratos escribe poesía.

Hirundo Rustica. Con un trasfondo de regresos y de anhelos, es posiblemente la pieza más melódica y hermosa del disco, donde el arte para el fraseo de Georgina despliega toda su intensidad.

Por: Gonzalo Pérez Chamorro
Foto: Manuel Esteves

 

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