Alexander von Zemlinsky, como dijimos el mes pasado, debiera ser el próximo gran descubrimiento de la música clásica. Pocos compositores tan versátiles, con tal dominio de la técnica de la composición, y con un catálogo tan promisorio en el terreno lírico. Aquí está la fascinante historia de su único poema sinfónico: La Sirenita. Compuesto para ser estrenado en un memorable concierto, el último, de la Sociedad de Músicos Creativos en 1905, compartió escena con el estreno del Pelleas und Melisande Op. 5 de Schoenberg, y otra obra del tercer fundador de la Sociedad, Oskar Posa, y tras el éxito obtenido el mismo Zemlinsky la hizo desaparecer, hasta el extremo de dispersar los tres movimientos y dejarla fuera sin número de opus.

En los ochenta se corrigió este despropósito y Anthony Beaumont editó una edición en 2013, que es la que Albrecht dirige a la Orquesta Filarmónica Holandesa. Es una música suntuosa, heredera de Wagner en su trabajo motívico y de Brahms en su manera de desarrollarlo, y que hace pocas temporadas la OCNE ofreció. 

No dude en acercarse a este autor y a esta bellamente romántica música, en esta versión de grabación impecable y apasionamiento interpretativo. La edición del disco, con su una magnífica foto de portada, y las modélicas notas de Mark Berry redondean el placer de esta grabación.

Jerónimo Marín