MADERAS PRECIOSAS 

En julio presentó Naïve los vols. 59 y 60 de la monumental Vivaldi Edition, Musica sacra per alto y Arie e cantata per contralto. El ambicioso proyecto, auspiciado por el musicólogo Alberto Basso, lo lleva a cabo el sello registrando desde hace más de dos décadas las cerca de 450 obras pertenecientes a la colección Foà e Giordano. Este legado, que ahora custodia la Biblioteca Nacional de Turín, no sólo contiene obras instrumentales, sino que también es la única fuente que se conserva de la música vocal sacra y las óperas, la mayor parte jamás escuchadas hasta hace relativamente poco. Casi exclusivamente conocido por su corpus instrumental, los dos nuevos registros de Naïve nos revelan a un poco convencional Vivaldi, que fluctúa entre sus obligaciones como sacerdote y responsable de la orquesta del Ospedale della Pietà y el díscolo compositor de ópera que, de camino, comparte vida con la cantante Anna Girò. En su paso por el Ospedale trabajó como compositor de forma interina entre los años 1719 y 1726, sustituyendo de forma intermitente a los maestros de coro Francesco Gasparini y Carlo Luigi Pietragua.

De esta etapa datan los Motetes a solo del vol. 59. Aunque comparten el lenguaje operístico, es aquí y en las Cantatas del vol. 60 donde la voz de Galou se mueve mejor. Más dotada para la distancias cortas, para la intimidad que para la extroversión y amplitud de la música escénica, la francesa expresa con claridad los matices afectivos de los textos latinos, vistiéndolos con su timbre amaderado, de oscura sensualidad en la introducción al Filiae maestae Jerusalem o de dulzura en la Salve Regina. El tenor Alessandro Giangrande le da la réplica de forma correcta sin ensombrecerla en el dúo del himno Deus tuorum militum. El asombroso virtuosismo que despliega Alessandro Tampieri, concertino de la Accademia Bizantina, en el Concerto in re Maggiore per la SSma. Assontione di Maria Vergine, es un motivo más para disfrutar del registro.

El vol. 60 recoge tres de la treintena de Cantatas profanas escritas por Vivaldi entre 1718 y 1735, Cessate o Mai cessate, O mie porpore più belle y Qual in pioggia dorata, las dos últimas escritas como piezas de circunstancias para el príncipe Fillipo d’Asia Darmstadt y una selección de arias pertenecientes a las inéditas Tieteberga y La Candace o a las más conocidas Tito Manlio e Il Giustino. Obviamente, la estrecha y habitual colaboración entre la contralto y Dantone se traduce en un perfecto entendimiento de la retórica y vocalidad vivaldiana, revelado de manera fluida y altamente expresiva en la doliente Cessate, omaní cessate, la melancólica Andrò fida sconsolata o la festiva Ombre nere.

Capítulo aparte merece la soberbia interpretación de la Accademia Bizantina bajo la experta dirección de Dantone. El sonido pulido y sin aristas de la cuerda, la afinación perfecta (con instrumentos originales, sí), el potente grupo del continuo, la inteligente articulación y fraseo siempre al servicio de la expresión del texto, unido al aterciopelado timbre de la Galou (y la excelente calidad de sonido de Naïve, todo hay que decirlo), hacen de esta doble entrega un placer para los sentidos.

Mercedes García Molina