EL INTRINCADO DESAFÍO DEL NÚMERO 7

Los dos registros discográficos aquí reseñados (en versión de papel esta reseña se acompaña de la Sinfonía n. 7 de Bruckner por Roth) tienen varios puntos en común: ambos se realizaron en diciembre de 2019, en vivo, con tomas de sonido de alta definición, orquestas y directores de primer nivel y dos grandes séptimas sinfonías del repertorio sinfónico. Todo ello, aparentemente esencial para confluir en posibles versiones de referencia, es gestionado brillantemente, aunque con ciertos matices que a continuación comentamos.

La Sinfonía n. 7 “Leningrado” de Shostakovich, grabada por Noseda y la LSO con un sonido excepcional (en SACD), se abre con un Allegretto bien articulado, algo falto de energía, pero compensado por el implacable ostinato que lo caracteriza, y que alcanza, con riguroso control rítmico, dinámico y equilibrio en todas las secciones instrumentales, momentos de verdadera tensión y magnitud. El Moderato resulta elegante y ligero, con remarcables intervenciones del oboe, así como del xilófono, clarinete en Mib y bajo en la sección dramática central. En el centro expresivo de la sinfonía (Adagio) se echa de menos más intensidad en el arcaico motivo de las maderas y la posterior respuesta de las cuerdas al inicio, si bien se muestra convincente en el bloque central y su enlace con la reexposición. Noseda logra un radiante remate final en el Allegro non troppo, a pesar de perder pulso en la “zarabanda triste” y cierta espontaneidad debido al excesivo control rítmico ejercido sobre la orquesta en todo el movimiento.    

Ambos registros, muy recomendables por la gran calidad de las grabaciones y su excelente realización conceptual y técnica, se distancian, sin embargo, y aun teniendo en cuenta sus evidentes aciertos, de los referentes históricos conocidos, muy difíciles de retar en este repertorio.

Juan Manuel Ruiz