Harmonia Mundi (el sello más emprendedor de la actualidad, sin arredrarse ante nada) no teme a la autocompetencia y, pocos meses después de publicar una espléndida versión del Quinteto de Schubert con el Cuarteto de Tokio y David Watkin, nos regala esta interpretación colosal del Cuarteto Arcanto y Olivier Marron (un discípulo de Jean-Guihen Queyras, el violonchelista del grupo). El Arcanto no es un cuarteto al uso, porque sus integrantes tocan juntos sólo unas pocas semanas al año. Cuando lo hacen, sin embargo, parecen un grupo no sólo estable sino uno de los mejores cuartetos de todos los tiempos. Las virtudes perfectamente complementarias de estos cuatro solistas dan como resultado un sonido único, de una intensidad, homogeneidad y perfección técnica sin parangón. Su Schubert es mucho más terminal que el del Tokio, más expansivo desde el punto de vista arquitectónico y más angustioso y desolado cuando tiene que serlo, como en la sección central del Adagio o en el Trío del Scherzo. El Arcanto no fuerza, sin embargo, las cosas más allá de lo necesario y su Quinteto se sitúa más cerca del Clasicismo que del Romanticismo. Por eso lo impactante, más que los múltiples detalles individuales de gran clase, es el edificio global, de una solidez y congruencia estremecedoras. Sensacional grabación de una interpretación irrepetible.