El nuevo disco de Olga Peretyatko incluye ejemplos de los más diferentes estilos del repertorio ruso, si bien tiene en Rimsky-Korsakov el centro de gravedad en torno al que gira todo un recital que va desde Glinka hasta Shostakovich, pasando por Rachmaninov, Stravinsky y el compositor de El Gallo de oro. En todo momento la soprano rusa deja bien claro su dominio sobre lo que canta, primero a través de unos excepcionales medios físicos (la amplitud de su instrumento se adapta a la perfección a las necesidades de cada uno de los roles), y después por su capacidad para combinar adecuadamente lo puramente musical con el carácter de exhibición que, más a menudo de lo deseado, suele dominar en este tipo de discos.

Tanto en la cavatina de Ludmila de Glinka como en las cuatro arias pertenecientes a óperas de Rimsky, el arte de la rusa roza la perfección. También sabe adaptarse al mundo de la canción y, tanto en la famosa Op. 2 n. 2 de éste, como en las cuatro que se incluyen de Rachmaninov, Peretyatko acierta a modelar su voz al estilo que requieren las partituras. Con la canción de El Ruiseñor de Stravinsky y dos canciones de Lidochka de la Cheryomusik de Shostakovich (especialidades de la casa), concluye un disco del que sólo hay que lamentar su rácana duración.

Rafael-Juan Poveda Jabonero