Un clásico del siglo XX

Tarea titánica y comprometida la que Leonard Slatkin acomete al abarcar la inmensa, compleja y variada producción orquestal de Ravel en este ciclo de grabaciones. En la cuarta entrega de la integral para orquesta que aquí comentamos, son presentados el ballet Daphnis et Cloé, en su versión completa, y la orquestación realizada por el propio compositor de su obra para piano titulada Une barque sur l’océan. Editada por Naxos, intervienen en este registro la Orquesta Nacional de Lyon y el coro Spirito, todos bajo la dirección del gran maestro norteamericano y titular de esta formación francesa.

Lo que llama especialmente la atención, ya desde sus primeros compases, es el gran equilibrio y nitidez que muestra el director nacido en Los Ángeles a la hora de exponer las riquezas sonoras inherentes a estas dos producciones ravelianas. Las tres partes que forman el ballet, sin duda una de las cumbres de este género, se suceden con total fluidez: cada número sigue con naturalidad al anterior, mostrando una absoluta coherencia en los diversos gestos y caracteres, pujanza rítmica y delicadeza en el fraseo. Sus variadísimas texturas y hallazgos tímbricos nos son revelados con todo detalle incluso en los tutti, que en ningún momento ahogan la escucha de todos los planos y formantes sonoros.

La orquesta suena empastada en todas sus secciones instrumentales y los solistas responden de forma sutil en cada intervención, como sucede con la trompa y la flauta en la Introduction o la flauta y el violín en la Pantomime. Un rol fundamental es el desempeñado por el coro Spirito (preparado por Nicole Corti) en sus apariciones, especialmente en el coro fuera de escena del Interlude, añadiendo a la parte orquestal esa tenue capa que viste de sensualidad y sonoridad envolvente al ballet. Y es ésta precisamente la visión que Slatkin nos quiere dar en su personal lectura de la magistral partitura, versión perfectamente ponderada y que nos sumerge sin aspavientos y a veces con cierta contención en el cristalino, mitológico y voluptuoso universo sonoro creado por Ravel.

En Une barque sur l’océan, obra que concluye esta grabación, orquesta y director logran simular nítidamente las dinámicas y vaivenes propios del mar que nos sugiere su título. De nuevo, Slatkin vuelve a moldear el discurrir sonoro con pulso seguro y a la vez fluctuante, clarificando su particular visión respecto a la música del gran maestro francés: un Ravel que no sólo resplandece por su exuberancia orquestal, sino por su extraordinario equilibrio formal, creando estructuras sonoras articuladas con absoluta precisión, y cuya vitalidad es debida al juego ondulante y sensitivo del fluir musical. Muy interesante y recomendable registro discográfico en el que el maestro norteamericano, que comparte actualmente doble titularidad con la Detroit Symphony Orchestra, consigue exponer con mesura refinada los valores que hacen de Ravel todo un clásico del siglo XX.  

Juan Manuel Ruiz