En septiembre de 1562, y en la vigésimo segunda sesión de Trento se dispone que “todo debe estar regulado de tal manera que, aunque se celebren misas rezadas o cantadas, y pronunciándose todo de una forma clara y oportuna, llegue suavemente a los oídos y a los corazones de los fieles”. Palestrina, salvador de la música eclesial, va acentuando la transparencia y la precisión de sus mecanismos polifónicos en misas como la presente, Asumpta est Maria, compuesta en el cénit de sus facultades sobre la tipología de imitación de otra composición propia. Mucho del efecto lumínico de la música se debe en este caso a la selección de voces (2 sopranos, contralto, 2 tenores, y bajo) y al empleo constante de sus tesituras agudas. Con este disco, primero de una serie, The Sixteen no se propone grabar toda la obra palestriniana, sino presentar en cada uno de ellos un tema (la Ascensión, en este caso) sobre el que orbitarán una misa y otras
composiciones. Asimismo, The Sixteen irá incluyendo las composiciones palestrinianas sobre el Cantar de los Cantares, tratando, con todo, de plasmar la actitud postridentina de abjuración de la individualidad frente al misterio. En esta primera ocasión, Christophers vuela ya muy alto, altísimo.