Entre los muchos logros del Cuarteto Ebène, uno de los no menores es haber dado forma a un modo de tocar absolutamente peculiar e inconfundible. La ejecución cuartetística ha ganado muchos enteros en los últimos años, hasta el punto de que cuesta imaginar otro ámbito en el que la interpretación haya evolucionado tanto, y tan a mejor. Pero el Ebène se diferencia de todos sus colegas, no sólo porque lleve una suerte de doble vida artística que le permite afrontar con extraordinario éxito repertorio no clásico, especialmente jazz, sino porque sus versiones son el fruto de una muy inusual asunción de riesgos por parte de sus cuatro integrantes, que han declarado no concebir la supervivencia del cuarteto si se produjera el cambio de uno solo de ellos. Eso se percibe también en su manera de tocar, con un protagonismo realmente compartido al veinticinco por ciento y un entendimiento mutuo fuera de serie. Aquí, al atractivo de hermanar los dos cuartetos más hermosos de Felix Mendelssohn se une la rareza de poder escuchar una muy notable obra de su hermana Fanny, una compositora de fuste, y no precisamente apoyada en sus inquietudes creadoras por su muy conservador hermano. Excepcional toma de sonido realizada en una granja reconvertida en estudio de grabación de tres interpretaciones irresistibles.

L.G.