Ojo con los despistes: ¡Eduard Franck, no César Franck! A tenor de lo escuchado en este disco, la historia no ha sido justa con este alumno alemán de Felix Mendelssohn y amigo de Robert Schumann. Conocido en vida fundamentalmente como profesor, la música que aquí se escucha, de estirpe inequivocamente mendelssohniana, es de una soldísima factura y de una inspiración por momentos extraordinaria (Allegro moderato con espressione inicial del Trío, Adagio molto espressivo de la Sonata para violonchelo, Andante con moto de la Sonata para violín). Franck se beneficia también de la espléndida interpretación de tres músicos muy veteranos, encabezados por Shmuel Ashkenasi, aún en excelente forma para su edad (sigue enseñando también en la prestigiosa Academia Curtis, donde él estudio con el gran Efrem Zimbalist), pero con prestaciones de igual o superior nivel del violonchelista Yehuda Hanani y el pianista James Tocco. A pesar de enfrentarse a partituras virtualmente desconocidas, los tres las tocan como si fueran auténticos pilares de la música occidental, dejando fluir a sus compases sin incurrir en ningún tipo de excesos ni amaneramientos y, sobre todo, haciendo en todo momento música de cámara a dos o a tres, tocando y escuchando por igual. Una gratísima sorpresa.

L.G.