La gala de Fin de Año de 2011 de la Filarmónica de Berlín, presentada bajo el título “Danzas y Sueños”, tuvo como indiscutible estrella a Evgeny Kissin, al frente aquí del popularísimo Concierto de Grieg. Su versión, inmaculadamente expuesta en lo técnico (faltaría más tratándose de semejante monstruo del teclado), abundó en una línea de cierta contención propensa al delineado lírico, en buena sintonía con un Rattle siempre atento a redondear el hermoso empaste de los berlineses. No hubiese venido mal algo de garra, una pizca de teatralidad. La otra pieza seleccionada del compositor noruego, la Danza sinfónica n. 2, fue muy bellamente fraseada por Rattle, en tanto que las dos Danzas eslavas de Dvorák y la Danza húngara de Brahms sonaron con calidez y buen idioma. Muy bien la Alborada del gracioso, aunque menos efusiva en su españolismo de lo que hubiese sido deseable, y excelente la Danza de los siete velos. Los tres números finales del ballet (que no la Suite habitual) de El pájaro de fuego recibieron una lectura de enorme refinamiento y generosas gradaciones dinámicas, con soberbia prestación de los berlineses.