Sorprende agradablemente que el veterano Paul Badura-Skoda (Viena, 1927) se halle a sus 86 años cumplidos en tan buena forma para volver a los estudios de grabación a revisitar el repertorio del que siempre ha sido tan fiel y lúcido servidor, el Clasicismo vienés. Como alumno de Edwin Fischer y condiscípulo de Alfred Brendel, siempre ha tenido especial afinidad con la música de Schubert y, sobre todo, con el Schubert más Biedermeier: aquí en este disco, que hubiéramos deseado más largo, organiza de forma deliciosa una sucesión encadenada de trece valses de ese autor, pieza a la que le siguen danzas (valses, deutscher y escocesas) aisladas, entre ellas los bellísimos Valses nobles D 969. Y en el programa urdido queda bien establecida la conexión con algunas páginas del llamado Rey del Vals, reducidas a piano por Otto Schulhof (1889-1958), quien acompañó en numerosas ocasiones y discos a Pablo Casals. Badura-Skoda, sobre un piano Bösendorfer, muy adecuado, demuestra conocer a fondo, como pocos, estas músicas y las dota de toda su belleza, elegancia, gracia y distinción, sin desdeñar los dejes de melancolía que, incluso en páginas como estas, asoman aquí y allá entre las firmadas por el autor de Rosamunda.

Ángel Carrascosa Almazán