Música clásica desde 1929

Discos recomendados de Ritmo

En esta sección encontrará los 10 discos que la revista RITMO recomienda cada mes, clasificados por meses y por su orden de recomendación del 1 al 10. Se archivan los recomendados desde junio 2011, para ver anteriores ir a "Ritmo Histórico".
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Ritmo SEPTIEMBRE 2018 - Núm. 921

BERNSTEIN: Las 3 Sinfonías. Prelude, Fugue & Riffs.

Lemieux, Rana, Sierra, Barstow, Carbonare. Orchestra dell’Accademia Nazionale di Santa Cecilia / Antonio Pappano.
Warner Classics 0190295661588 (2 CDs)



La crítica

Lenny & Tony

Tarde o temprano, Antonio Pappano debía encontrarse discográficamente con Leonard Bernstein. Amigos en vida, a Tonny le unen muchos puntos en común con Lenny, especialmente la labor de un director de orquesta en la faceta didáctica. Hoy, quizá solo Rattle y cada vez en menor medida Barenboim muestran la capacidad de un director de orquesta para sentarse con humor frente a una cámara o frente al público y explicar la música, tal como lo hacía Bernstein.

“Hombre único, filósofo, intelectual y apasionado”, como lo define Pappano, en el frío febrero de este año, la Orchestra dell’Accademia Nazionale di Santa Cecilia devolvió a Bernstein lo que éste le dio en vida en las diferentes ocasiones en los que dirigió a la orquesta romana (literalmente los transfiguraba), celebrando el centenario del compositor con sus 3 Sinfonías y el Prelude, Fugue & Riffs, que motivaron con los mismos intérpretes de aquellos conciertos la presente grabación para Warner.

En este número, en la “mesa para 4” (página 75), nuestros comensales debían elegir su menú sobre el compositor Bernstein, y tanto sus Sinfonías como el Prelude han sido bastante citados, por lo que el lector debe comprender que se trata de obras fundamentales en la producción del americano. Pero que sean “fundamentales” no significa que sean muy interpretadas y mucho menos grabadas, y aún en menor medida por directores de primerísima fila, salvo, además de Pappano, la inminente publicación de la grabación de la Segunda por Rattle y la Filarmónica de Berlín con el piano de Krystian Zimerman, que también le debe lo suyo a Bernstein.

Es esta Segunda, llamada “The Age of Anxiety” (La era de la ansiedad, 1949), la mejor con diferencia de las tres, siendo una especie de concierto para piano con tintes jazzísticos (“The Masque”, especialmente). En las soberbias grabaciones que dejó el propio compositor como director, contó con pianistas con los que tenía mucha sintonía para su música, como eran Lukas Foss y Philippe Entremont, pero Foss no era un nombre consolidado en la música clásica, y aquellas versiones no ayudaron a que esta obra maestra alcanzara la difusión de otras de sus obras. Es decir, La era de la ansiedad había comenzado para una música a la que le ha costado mucho hacerse un hueco en el repertorio (Lorin Maazel llegó a dirigirla con la New York Philharmonic), hoy mucho más asentada gracias a directores como Andris Nelsons, Nezet-Seguin, Leonard Slatkin y, cómo no, Michael Tilson-Thomas, que junto a Jean-Yves Thibaudet la ha grabado maravillosamente para su edición bajo el soporte de la San Francisco Symphony Orchestra.

Con un swing más propio de discoteca, Beatrice Rana moldea su parte con mucha eficacia, con una dirección de Pappano rayando en lo magistral, creando una cantidad de tensiones inusitadas, fruto de un trabajo muy profundo sobre la partitura, aunque sus grandes momentos los sirve en las Sinfonías impares, precisamente las más débiles, especialmente en la Tercera, “Kaddish”, que cuenta con la narración prodigiosa de Josephine Barstow y una Nadine Sierra algo sobre excitada. En la n. 1, “Jeremiah” (1942), la intensa parte solista de Marie-Nicole Lemieux parece venir motivada por un “canta o muere”, tal es el grado de implicación de la mezzosoprano. Y en el Prelude, Fugue & Riffs, aunque esperaba una mayor libertad rítmica, tanto Carbonare, Pappano y los miembros de la Accademia Nazionale hacen lo que dejó escrito Lenny: “pásenlo bien con esta música”. Qué es lo que él mismo hizo en su grabación con una Filarmónica de Viena convertida en auténtica banda de jazz y la mirada entre asombro, admiración y diversión de Thomas Hampson, que en el mismo programa debía cantar un Mahler bien distinto.

Gonzalo Pérez Chamorro

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