El 28 de julio de 2011, en este concierto inaugural del Festival de Salzburgo, el director Pierre Boulez, con 86 años cumplidos, hizo una palmaria demostración de madurez, que en su caso es plena lucidez, en un repertorio que conoce como nadie: Alban Berg (del que realizara, en 1979, para DG, la primera grabación íntegra de su ópera Lulu), y Mahler, cuyo Das klagende Lied fue probablemente el primer registro completo (CBS/Sony 1970), con “Waldmärchen”, parte inicial de la que en esta ocasión ha prescindido, siguiendo la voluntad final de Mahler (que, por cierto, hoy no suele respetarse). En una honda y serena, pero sobrecogedora Suite de Lulu, Boulez realmente toca fondo, con el concurso inestimable de una Filarmónica de Viena perfectamente centrada y una soprano tan adecuada como la lírico-ligera Anna Prohaska, que parece tener condiciones para llegar a ser digna sucesora en este papel de la eximia Christine Schäfer. El aria de concierto para soprano y orquesta de 1929 Der Wein (El vino) conoce una interpretación penetrante a más no poder de Dorothea Röschmann, ahora con la voz de lírica ancha, carnosa, dorada, bellísima, intérprete ideal del voluptuoso texto de Stefan George (basado en Baudelaire). La soprano alemana, extraordinariamente efusiva, me ha convencido más aún que tres antecesoras tan ilustres como Jessye Norman (con el propio Boulez, Sony 1990), Anne Sofie von Otter (con Abbado, DG 1996) y Deborah Voigt (con Sinopoli, Teldec 1997). Ignoro por qué Boulez ha decidido suprimir ahora la originaria primera parte de esta obra juvenil (1880, aquí en su segunda revisión, de 1898-99) que ya anuncia no sólo el estilo musical, sino también las permanentes obsesiones de Mahler. Autor también del texto, que se basa en una antigua leyenda recogida por Ludwig Bechstein. Tal vez para evitar que el programa fuese demasiado largo, sobre todo para la avanzada edad del director francés. En cualquier caso, su interpretación es formidable; ya lo era la suya de 1970, si bien ahora ha ahondado aún más y han mejorado no poco los elementos a su disposición: admirables tanto el coro como, más aún, la orquesta, totalmente en su elemento, y los tres solistas: una Röschmann que vuelve a conmovernos (¡qué forma de decir sus últimas palabras, “Ach Leide!”), una Larsson que, pese al gran tamaño de su voz, la controla y domina a la perfección y un Botha pujante y expresivo. Hay que destacar lo bien que han equilibrado en la toma de sonido las fanfarrias fuera del escenario. Si la calidad técnica en el DVD es espléndida, en el Blu-ray es de escándalo. Excelente realización y subtítulos en castellano. Absolutamente recomendable, por tanto.