Uno consulta el calendario de Herbert Blomstedt para esta temporada y se queda prácticamente sin palabras. El próximo 11 de julio cumplirá 95 años y continúa infatigable impartiendo sus lecciones, erguido sobre el podio de director de las salas de conciertos por las que pasa. También la octogenaria Argerich, desde la silla del piano, sigue asombrándonos por su lucidez y tesón. Los conciertos que aquí se describen tuvieron lugar en Lucerna durante el mes de agosto de 2020; es decir, en plena pandemia, lo que se percibe no sólo en los cubiertos rostros del público, sino también en el número de efectivos integrantes de la orquesta quienes, a pesar de las circunstancias, siguen a pies juntillas las indicaciones dictadas por el anciano director que, no por ello, pierde la concentración en ningún momento. Sin duda, estas imágenes (y otras) ya desde su propia edición adquieren un carácter muy especial que, en cierto modo, se debe calificar de histórico. Y no sólo por eso, sino también por dejar registrado cómo al director sueco no le tiembla el pulso al construir la marcha fúnebre de la Heroica, ni al sorprendernos con el inusual último da capo del Scherzo de la Segunda beethoveniana; todo ello perfectamente engarzado en el concepto global que atesora en su lúcida cabeza. También, por el despliegue de música y de humanismo que entre él y Argerich desarrollan en el Primero de los Conciertos para piano del de Bonn.

En fin, ningún amante de la música que se precie debería perderse este tipo de acontecimientos.

Rafael-Juan Poveda Jabonero