Coro y Orquesta de la Fundación J.S. Bach / Rudolf Lutz.
J. S. Bach-Stiftung C464 (CD)
Si recuerdo bien, la Bach Stiftung tenía previstas sesenta entregas, y si esta es la número 48, nos quedan poquitas para disfrutar la magia de abrir un nuevo disco, con la seguridad de que no va a defraudar. Este caso concreto lo abrí hace tiempo y, por distintos motivos, he tenido que aparcarlo. Pero el reencuentro… ay, el reencuentro.
Que arrancan los compases iniciales de la Cantata 62 y te inunda ese torrente de música llegada directamente del infinito, con esos arcos perfectos de la orquesta, esa contundencia del coro, y cuando suenan esos motivos “Der heiden heiland” por encima de toda la masa sonora, el oyente siente que todo está bien, que el mundo está en su sitio y Bach nos lo concreta a través de sus profetas favoritos. Puede, y sólo puede, que el resto de la Cantata tenga menor intensidad… pero qué más da, si el afortunado tenor nos regala su charla con los oboes, o el desarrollo del continuo de Thomas Leinigen es de los de quitarse el sombrero…
Después, en Falsche welt nos aparecen los Brandemburgo, como si Bach explicara al devoto generosa y didácticamente, que la música gloriosa lo es aún sin la menor etiqueta estilística. Y la paz del coral, esa paz profunda del Bach que envuelve y abraza, para concluir con la humana y tierna petición de apoyo espiritual del BWV 6.
No hay nada más que decir, hay que dejar hablar a los que saben: Lutz y Bach Stiftung.
Álvaro de Dios